Por Martín Poblete
Escribir una constitución es asunto políticamente político, así lo entendió, y muy bien, Diego Portales. Noventa y dos años después, así lo comprendieron Arturo Alessandri y el secretario de la Constituyente de 1925, el joven abogado santiaguino José Maza Fernández; también el Presidente Frei Montalva y el redactor de la Reforma de 1969, el jurista Francisco Cumplido Cereceda.
No lo entendieron los integrantes de mayoría de la fracasada y derrotada constituyente anterior, cuyo proyecto fue rechazado en septiembre de 2022.
Los integrantes de mayoría del actual Consejo Constitucional han entendido el fundamental carácter político de su trabajo. Si bien falta para tener el texto definitivo, de lo ya conocido emerge una propuesta conservadora, democrática, con rasgos de la doctrina social de la Iglesia Católica en su forma pre-conciliar, en su estructura institucional basada en el presidencialismo portaliano el cual a su vez descansa en una institución impersonal, la Presidencia de la República.
Por ahora, es imprevisible cual será el comportamiento de los ciudadanos en el referéndum constitucional del 17 de diciembre 2023, de todas maneras bien vale darle un vistazo a tendencias según las detectan variadas encuestas y sondeos de opinión, trabajando con distintas metodologías.
Entre el 56% y 64% de los encuestados coinciden en que Chile necesita una nueva Constitución, estas cifras tienden a mantenerse constantes.
Entre el 12% y el 26% de los encuestados votaría a favor el texto propuesto por la mayoría; sin embargo, entre el 41% y 56% lo votaría en contra.
Un 40% de los encuestados resalta la conveniencia de esperar a tener el texto completo antes de tomar decisiones, esta cifra también tiende a mantenerse constante, lo cual permite afirmar que este asunto continúa totalmente abierto.
Las trece propuestas principales, ya debidamente aprobadas por los consejeros constitucionales, registran aprobación por los encuestados en un rango entre el 67% y el 93%; entre estas se halla aquella de que «La Ley protege la vida de quien está por nacer».
Mientras tanto los políticos y sus partidos inician el inevitable ejercicio de calibrar las implicancias y proyecciones del trabajo constituyente, según sea el impacto en sus respectivas ambiciones y conveniencias.
Esto es comprensible en quienes tienen sus ojos puestos en las elecciones municipales y de gobernadores en octubre del 2024; asimismo, también se entiende la preocupación de las dirigencias partidistas por las consecuencias del resultado en el referéndum de diciembre 2023.
El rechazo podría leerse como triunfo de la izquierda gobernante, pero también de fuerzas de extrema derecha? ; una eventual aprobación sería el triunfo de la coalición ad-hoc de la derecha, especialmente del Partido Republicano, quedaría muy bien posicionado para las elecciones en 2024 y 2025.
Hay poco tiempo para revertir tendencias, en el proceso anterior el giro al rechazo empezó a manifestarse hacia fines de marzo y comienzos de abril de 2022, cinco meses antes del referéndum del 4 de septiembre de 2022; actualmente, faltan 83 días para el 17/12/2023.
De volver a ser rechazada una propuesta constitucional, sigue vigente el Compendio Constitucional de 2005 promulgado en un acto republicano en el Palacio de La Moneda, con la firma del Presidente Ricardo Lagos y la de todos sus ministros.