Guatemala viive un momento de alta tensión política y social por los comicios del 20 de agosto (domingo), que definirán al presidente guatemalteco para el período 2024-2028, en reemplazo del actual mandatario, Alejandro Giammattei.
La situación, sin antecedentes en la era democrática, se detonó con el sorpresivo segundo lugar de Arévalo de León y su partido político, Movimiento Semilla, en la primera vuelta el pasado 25 de junio, cuando las encuestas lo situaban en el octavo puesto.
Desde que Arévalo De León avanzó al balotaje, cuya victoria significaría el primer Gobierno progresista de Guatemala, el Ministerio Público (Fiscalía), conducido por fiscales sancionados por Estados Unidos, ha intentado eliminar su candidatura. La rival de Arévalo es Sandra Torres ha llegado en dos ocasiones al balotaje, en 2015 y 2019, pero en ambas perdió por amplio margen. Sobre Torres Casanova, Chang detalla que «tuvo una transformación de la noche a la mañana» al modificar su «orientación» política y así «priorizar los valores tradicionales» y habitualmente conservadores de la «familia» guatemalteca. «Usó estos elementos en busca de ganarse el voto tradicional», señala la especialista en comunicación política, quien advierte que si triunfa Torres Casanova «sería darle continuidad a la Administración de Alejandro Giammattei».
«Esta no es una segunda vuelta normal», explica la politóloga y analista Marielos Chang, experta en la coyuntura local. «Tuvimos un embate judicial que nos dejó con dudas, por momentos, si habría balotaje, y hemos visto entonces una elección caracterizada por ataques contra el Movimiento Semilla», añade Chang. La situación llegó a tal grado de alarma, por el allanamiento de la Fiscalía al Tribunal Supremo Electoral y a la sede del Movimiento Semilla, que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, visitó el país del 1 al 4 de agosto para verificar el panorama.
La misma opinión tiene el analista político Renzo Rosal, quien considera que la ex esposa del expresidente Álvaro Colom (2008-2012) es la «continuidad del sistema vigente» en la nación centroamericana. «Ella tomó esta estafeta, y ahora con mayor fuerza por tener enfrente al Movimiento Semilla», explica el politólogo en referencia a Torres Casanova, quien fue acusada en 2019 de financiar ilícitamente su campaña electoral.
Sobre Bernardo Arévalo, Chang recuerda que «al inicio de la campaña no destacaba», pero «ahora logró posicionarse como un líder capaz de conciliar entre diferentes sectores». La última encuesta realizada por la firma CidGallup, sobre la segunda vuelta electoral, coloca a Arévalo de León por encima de Torres Casanova con un margen de entre el 60 y el 70 por ciento del total de votos.
Sin embargo, muchos sectores temen que una victoria de Arévalo de León no garantice que sea investido el 14 de enero próximo, ante los ataques de sus adversarios. «El Ministerio Público ha jugado un papel beligerante, fuera de su competencia. Y también han tenido un papel negativo las Cortes, el Organismo Ejecutivo, la presidencia y algunas facciones del Congreso», puntualiza Rosal.
Alrededor de 9,3 millones de guatemaltecos de las 18 millones de personas que habitan el territorio están habilitadas para asistir a las urnas el próximo domingo.
Arévalo: Si gano la presidencia habrá intentos de evitar el traspaso de poder”
El líder del Movimiento Semilla y candidato presidencial, Bernardo Arévalo, es el favorito para ganar la segunda vuelta electoral este domingo, pero admite que será solo el inicio de una nueva batalla política. Su agenda anticorrupción le enfrenta con los principales poderes del país. Él ve señales de realineamiento de fuerzas y confía en aprovechar fisuras en las filas del resto de partidos y el sector privado para negociar un consenso mínimo democrático.

Hace seis semanas, la primera vuelta presidencial rompió el mapa político guatemalteco y lanzó por sorpresa al estrellato al Movimiento Semilla, un pequeño partido progresista nacido hace seis años con el lastre electoral de ser demasiado urbano, demasiado intelectual y de clase media, demasiado insistente en el “debería ser”. Este domingo 20 de agosto la sorpresa sería que su candidato, el académico y exdiplomático de 65 años Bernardo Arévalo, no gane, comenta el diario El Faro de El Salvador.
En un país ahogado por el racismo y por la gula de sus élites, Arévalo ha logrado en solo dos meses —sin tenerlo del todo planeado— aglutinar el hartazgo antisistema que en otros países nutre al populismo. Ha conquistado también la ilusión de la juventud universitaria capitalina y la esperanza de los movimientos de raíz indígena que luchan contra siglos de exclusión. Tras años funestos en los que el Estado guatemalteco ha encarcelado periodistas y lanzado al exilio a una treintena de sus mejores jueces y fiscales antimafia, el hijo del primer presidente de la revolución del 44 promete en sus mítines una nueva primavera democrática, escribió El Faro.
Necesitará lograr lo que la todopoderosa CICIG – Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala no pudo: limpiar de corrupción las instituciones. Y desanudar las mismas alianzas empresariales, partidarias, militares y de crimen organizado que desde junio han intentado por todas las vías ilegalizar su candidatura. La CICIG es un órgano independiente de apoyo al Ministerio Público.