El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva recibió en su despacho en el Palacio de la Alvorada en Brasilia al canciller ruso Serguei Lavrov este lunes.
Según el canciller Mauro Vieira se trató sólo de una visita de cortesía, según dijo a periodistas el canciller brasileño, Mauro Vieira, en la cual «no se habló de guerra, sino de paz».

«La conversación, tanto conmigo como con el presidente no entró en cuestiones de guerra, sino de paz. Brasil quiere promover la paz y está dispuesto a regimentar o unirse a un grupo de países que estén dispuestos a hablar de paz», declaró el ministro.
Viera evitó comentar las críticas de los países occidentales, especialmente de Estados Unidos, sobre la posición de Brasil frente al conflicto.
La semana pasada, durante un viaje a China, Lula pidió paciencia para disuadir a los países que suministran armas a Ucrania. Además, sostuvo que los Estados Unidos deberían dejar de «alentar la guerra» y sugirió a la Unión Europea y a otros países que comiencen a hablar de paz.
Vieira informó asimismo que Lula recibió, de manos de Lavrov, una carta enviada por el presidente ruso, Vladimir Putin, invitándole a visitar Rusia en junio para un foro económico en San Petersburgo, invitación que está «en análisis», según el canciller brasileño.

A finales de este año, se espera que los gobiernos de Brasil y Rusia vuelvan a reunirse a través de la comisión de alto nivel de ambos países, que presiden el vicepresidente brasileño y el primer ministro ruso, Antônio Hamilton Martins Mourão y Mikhail Mishustin, respectivamente.
«Hemos identificado una gran cantidad de intereses comunes, en ciencia y tecnología, cultura e investigación espacial», subrayó Vieira.
Previamente, tras reunirse con el canciller brasileño, Lavrov agradeció a Brasil su compromiso para negociar el fin de la guerra en Ucrania y dijo que el gobierno ruso está interesado en resolver el conflicto lo antes posible.
«Reiteré nuestra posición a favor de un alto el fuego inmediato, del respeto al derecho humanitario y de una solución negociada con vistas a una paz duradera que atienda las preocupaciones de ambas partes», dijo el canciller brasileño.
Rusia es el principal proveedor de fertilizantes, insumo esencial para la agroindustria brasileña. El año pasado, el presidente ruso garantizó el suministro ininterrumpido de fertilizantes al país. En la reunión de cancilleres también se discutieron medidas para garantizar el flujo de este insumo.
Brasil y Rusia alcanzaron este año casi US$ 10.000 millones en su comercio bilateral. «Era el volumen que se había fijado como meta, hace unos 12 años, cuando se creó la comisión de alto nivel [entre los dos países]», dijo Mauro Vieira.
Lula está muy activo en el escenario internacional
La última semana el mandatario brasileño se reunió en Pekin con el líder chino Xi Jinping. Es la forma con la cual Lula quiere cambiar la imagen de su país en el mundo y frente a los actuales conflictos y temas internacionales. «Es la mejor imagen de la recuperación del papel internacional que le corresponde a Brasil tras los cuatro años de repliegue y de desprestigio provocados por la presidencia extremista y negacionista del cambio climático de Jair Bolsonaro, opinó el diario El País de España.

En Shanghái Lula acompañó a quien fuera su sucesora y expresidenta Dilma Rouseff en su toma de posesión como máxima autoridad del Nuevo Banco del Desarrollo, fundado por los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), dentro de la geometría de instituciones patrocinadas desde Pekín para construir un orden internacional alternativo al que impulsó Estados Unidos al término de la II Guerra Mundial. Allí Lula opinó contra el uso del dólar como moneda global en sintonía con las autoridades chinas, esforzadas en sustituir a la divisa estadounidense por el yuan chino como moneda de referencia de los BRICS.
Antes, Lula viajó a Washington, aunque más brevemente y con menos solemnidad, en una expresa demostración de su capacidad para estrechar relaciones con capitales enfrentadas, un tipo de política exterior común a otros países pertenecientes al llamado Sur Global y sus esfuerzos por guardar distancias ante la creciente tensión entre China y Estados Unidos a propósito de Taiwán, reticentes ante las sanciones y la condena a Rusia por la invasión de Ucrania y contrarios a suministrar armamento a Kiev, comentó El País.
Este viaje es un espaldarazo brasileño a los esfuerzos chinos por organizar el mundo multipolar fuera de la tutela de Estados Unidos, expresado tanto en los discursos como en la agenda, que incluyó una visita de Lula a la sede de Huawei, la compañía telefónica china sancionada por Washington.
La declaración final de ambos países menciona expresamente a Taiwán como territorio soberano chino y se limitan al concepto de crisis (concepto utilizado por Pekín) para denominar a la guerra y la invasión rusa contra Ucrania.