PorAlejandra Pataro

Un informe al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas advierte que, en Ucrania, sometida a una dieta permanente de bombardeos a base de misiles, crece el riesgo de un “invierno catastrófico”, cuando se acaban de cumplir 9 meses desde el inicio de la guerra el 24 de febrero, destaca este viernes el diario Clarín de Buenos Aires en una columna de Alejandra Pataro 

Además de los ataques cotidianos, a un ritmo de una vez por semana, los rusos lanzan masivamente una lluvia de misiles que destruyen una buena parte de la infraestructura energética alargando las penurias de agua potable, electricidad y gas. 

La estrategia de Vladimir Putin apunta a congelar en el invierno el conflicto para castigar a fondo la voluntad guerrera de los ucranianos y demostrar que está dispuesto a prolongar la guerra. 

En Estados Unidos y Europa occidental, entre los analistas, aumenta el temor de que con estos ritmos el conflicto se va haciendo difícilmente sostenible. Los datos son impresionantes: Rusia ha gastado 82 mil millones de dólares en financiar la guerra, un cuarto de su presupuesto del año 2021. 

60 mil proyectiles por día, la nueva fase 

La artillería rusa dispara 60 mil proyectiles por día, la ucraniana 20 mil. Los consumos de armamentos crean serios problemas de reservas. Rusia ha suspendido la producción de sus nuevas armas. Putin ordenó a las fábricas dar prioridad absoluta al abastecimiento de material a las fuerzas armadas que combaten en Ucrania. 

Putin aplica la estrategia del frío porque necesita una victoria importante en el campo de batalla, después de que en estos nueve meses le fallaron las tres ofensivas que realizó y los ucranianos pasaron a tomar la iniciativa hasta que llegó la nueva fase de la guerra con el primer bombardeo masivo de misiles el 10 de octubre. 

Concentración de tropas 

Para negociar imponiendo al menos en parte sus condiciones, el presidente ruso necesita tiempo a fin de reorganizar su poder militar. Los satélites aliados muestran esfuerzos logísticos con grandes caravanas de abastecimientos que se están concentrando en Bielorrusia y también concentraciones de armas y soldados en las fronteras rusas del Este ucraniano. 

Estos movimientos recuerdan las fases previas de la invasión del 24 de marzo, cuando los estadounidenses detectaron movimientos masivos de tropas y blindados rusos en torno a Ucrania. De inmediato hicieron pública la advertencia de una invasión. Los rusos respondieron indignados que se trataba solo de maniobras. Ahpra, Rusia concentra otra vez tropas en la frontera bielorrusa, como lo hizo en febrero. 

La impresión occidental es que los cuarteles de invierno tendrían que dar tiempo a los líderes militares y a Putin de reorganizar todo el aparato militar y mientras tanto seguir castigando a la población, apagando ciudades y renovando los ataques a toda la infraestructura ucraniana. 

China ha tomado nota y un portavoz de la cancillería de Pekin dijo que su país daba prioridad a las cuestiones humanitarias. Invitó a “enfriar la situación a través del diálogo y la negociación”. 

La gran ofensiva comenzaría a finales del invierno 

En los planes de Putin cuenta mucho estimular el debilitamiento del consenso sobre todo en Europa occidental, que está sufriendo ya los comienzos de las restricciones en los suministros de productos energéticos y el alza de los precios. La inflación corroe los vastos ahorros de los europeos. Además, mantener el nivel de envíos de armas y en particular de municiones europeas a Ucranias vacía los depósitos y anuncia una crisis en las reservas militares europeas. 

El presidente estadounidense Joe Biden advirtió que el muy costoso apoyo a Ucrania no puede sufrir mermas y que Putin sigue una estrategia equivocada. Pero la solidaridad será puesta a prueba cada vez más en los próximos meses. 

La trágica situación en las ciudades ucranianas, con millones de personas sin luz y poca agua por los bombardeos, obliga al presidente Zelenski a organizar una defensa civil adecuada. 

En los últimos días, ha bajado del 70 al 50% el porcentaje de civiles sin agua ni electricidad ni combustibles. Los misilazos rusos se han ensañado con los generadores y EE.UU. anunció un envío inmediato de doscientos aparatos para restablecer la energía eléctrica. 

Putin apunta a incrementar con los bombardeos las fugas de población a otras regiones ucranianas y al exterior, otro problema cada vez más difícil de abordar. 

El plan de Zelenski 

Ucrania mantiene la línea de demostrar que así como triunfó en las tres grandes ofensivas rusas que fracasaron, obligándolos hace unos días a abandonar la ciudad de Jersón, que era la capital de una de las cuatro regiones anexadas “para siempre” a Rusia, sigue movilizando su estructura militar para ampliar las iniciativas militares en dirección a la península de Crimea y a la región del Donbas, en el Este. 

Pero el presidente Zelenski necesita sustentar estas ambiciones con nuevas armas y más incorporación de reservistas a sus 70 mil soldados que ya combaten. 

Alemania y Gran Bretaña han prometido nuevos misiles y drones, junto con sistemas de lucha antiaérea. 

Estados Unidos embarca armamentos y municiones que hasta ahora se había negado a suministrar a los ejércitos ucranianos por temor a que los ingenios militares de mayor alcance y sofisticación puedan generar un choque con Rusia que agudice la guerra con amenazadoras opciones. 

Como Rusia no puede usar ya la amenaza nuclear como hizo en los primeros meses de la invasión tras las reacciones que incluyeron una declaración común de EE.UU. y China contra la perspectiva atómica, en el horizonte reaparecen viejos demonios.