El primer ministro italiano Mario Draghi (en foto de portada), sin apoyo de parte de sus socios políticos de La Liga y Forza Italia, de derechas, y el «popular» movimiento Cinco Estrellas, decidió esta mañana dar definitivamente un paso al costado y presentó su dimisión al presidente de Italia Sergio Mattarella.
Un día antes Draghi había expresado la idea de renunciar pero hasta ahí pudo rechazarla el Presidente. Draghi goza de gran prestigio en la Unión Europea en la que ha ejercido importantes cargos como la Presidencia del Banco Central Europeo entre 2011 y 2019.
El Gobierno de Draghi fue el 67.º gabinete de la República Italiana y el tercero de la XVIII legislatura, constituido el 13 de febrero de 2021.
Después de la crisis del segundo gobierno de Conte que comenzó el 13 de enero de 2021, hubo un largo período de negociaciones para tratar formar un nuevo gobierno liderado por Giuseppe Conte.

Mario Draghi presenta su renuncia ante el Presidente de Italia Sergio Mattarella.
Draghi aceptó el encargo y tras dos rondas de consultas con todas las fuerzas políticas y conversaciones con los interlocutores sociales, el 13 de febrero de 2021 el Ejecutivo tomó posesión y asumió oficialmente el cargo. Su enorme prestigio como economista le permitió ganar terreno político y le dio a Italia una estabilidad de la que no gozaba desde hacía tiempo.
El Parlamento había tratado de evitar el trámite de una segunda votación de confianza, como indica el sistema bicameral italiano, y Draghi se dirigió este jueves al Palacio del Quirinal para renunciar al cargo ante el Jefe del Estado, quien acepto su decisión, pero con algunas condiciones: que se mantenga en el cargo para gestionar los asuntos de rigor.
En esta forma Italia comienza ahora un proceso electoral que desembocará, probablemente, en unos comicios generales a finales de septiembre. Medios como la Rai apuntan como fecha probable el 25 de ese mes como la más probable. Un escenario de vértigo en el momento más delicado para Italia y para Europa, escribió el diario El País de España.
Mattarella ya comunicó a la prensa que ha firmado ya el decreto que disuelve las cámaras, paso previo a la convocatoria de elecciones.
En un tono de extrema preocupación, enumeró los desafíos que afronta Italia en los próximos meses -como su papel en la guerra de Ucrania, las reformas pactadas con la UE para recibir los fondos del Plan de Recuperación o las medidas anticrisis- y pidió que el frenesí electoral no distraiga a los partidos de esas prioridades.
La jornada del miércoles provocó una suerte de cortocircuito político que nadie esperaba por la mañana. Draghi se presentó en el Senado con la voluntad de dar marcha atrás a la decisión que había tomado de presentar su dimisión seis días antes. Lo hizo, dijo, debido al fuerte apoyo popular recibido y a la enorme presión internacional, que le recordó la relevancia que había adquirido Italia en cuestiones como la guerra en Ucrania, y los compromisos que tenía pendientes con la Unión Europea.
Parecía que nadie quería que Draghi se marchase. Solo 3 de cada 10 italianos habrían preferido ir a elecciones, según un sondeo del pasado fin de semana de La Stampa. De modo que Draghi se presentó en el Senado con un sintético programa de gobierno que propuso suscribir para seguir adelante. Pero la autodestructiva política italiana volvió a entrar en erupción inesperadamente.
Los partidos de la derecha que formaban parte del Gobierno de unidad de Draghi, La Liga y Forza Italia, pensaron que el escenario era demasiado propicio para ganar unas hipotéticas elecciones y tumbaron al primer ministro. Ambos partidos retiraron el apoyo al Ejecutivo bajo el pretexto de no seguir compartiendo paraguas con el Movimiento 5 Estrellas.