Los ministros de Exteriores de la Unión Europea acordaron 500 millones de euros más en ayuda militar a Ucrania y debatieron nuevas sanciones contra el régimen ruso de Vladimir Putin y la prohibición de importaciones de oro ruso.

El jefe de la diplomacia checa, Jan Lipavský, quiere promover desde la presidencia del Consejo europeo cambios en las relaciones comunitarias con Rusia que reflejen mejor el momento que estas atraviesan.

El jefe de la diplomacia europea, el español Josep Borrell (derecha), anunció esta semana una nueva compra de armas para Ucrania por un valor de 500 millones de euros. Hasta la fecha, de Bruselas han salido ya 2000 millones de euros por este concepto desde la invasión rusa de febrero, a los que habría que sumar esta quinta partida, destinada principalmente a sistemas de defensa para evitar el avance de las tropas rusas en el este y sur del país, e incluso la recuperación de territorio.

“Ucrania necesita más armas y nosotros se las vamos a proporcionar. Mientras haya guerra, ayudaremos a Ucrania”, sentenció Borrell.

El alto representante de la UE también adelantó que esta misma semana se podría aprobar un nuevo paquete de sanciones, el séptimo ya, que básicamente afectaría a las importaciones de oro de Rusia, que quedarían prohibidas, y limitaría aún más la exportación de productos que potencialmente puedan ser usados para fines militares. Varias decenas de individuos o empresas ligadas al régimen de Putin deberían ampliar también la lista de sanciones.

Al contrario que alguno de sus colegas europeos, el ministro de Relaciones Exteriores checo, Jan Lipavský, aclaró que el nuevo paquete de sanciones aún no ha sido completamente acordado.

“En este momento está en fase de debate, por el momento no hemos salido de ahí, pero numerosos estados de la Unión Europea, incluida la República Checa, apelaron a que se continúe con este trabajo. Yo he dicho también que es el momento de que empecemos a hablar seriamente de cuáles van a ser en el futuro las relaciones de la UE en su conjunto con Rusia”.

Rusia no cumple las reglas y se comporta de forma agresiva, subraya Lipavský, el diálogo ha fallado y la Unión Europea debe pensar cómo reaccionar. Por eso quiere promover un reinicio de las relaciones de los Veintisiete con Moscú, dijo.

“Al menos durante la próxima década, las relaciones con Rusia van a ser más ásperas y Europa tiene que saber reflejar esto, tiene que saber defenderse. Los puntos de partida en los que nuestras relaciones se basan, ahora son ya otros. Hoy hablaba de algunos acuerdos existentes entre la UE y Rusia, como, por ejemplo, con los visados, con los que Europa debería reflejar esto”.

El ministro quiere que su propuesta tome forma a partir de una reunión informal de ministros de Relaciones Exteriores de la UE a finales de agosto que presidirá él mismo.

En Bruselas, además, se conoció un acuerdo entre Bulgaria y Macedonia del Norte, que después de muchos años de veto de Sofía, supone un importante paso adelante en las aspiraciones de los macedonios para ingresar en la UE, algo que Lipavský también celebró.

El caso Putin

Las intenciones de Vladimir Putin es el comentario que está presente ya en la mayoría de los foros mundiales.

Después de tres décadas de la disolución de la Unión Soviética y luego de un periodo de relativa distensión, Moscú parece haberse colocado nuevamente como un feroz adversario de Occidente.

La relación entre Rusia y Occidente se ha venido deteriorando en los últimos años. Moscú invadió Crimea en 2014 y ha sido acusada no solo de intentar desestabilizar a Ucrania, sino también de inmiscuirse en las elecciones estadounidenses de 2016 y, más recientemente, de ayudar al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, a crear una crisis migratoria a las puertas de la Unión Europea.

Rusia también se estableció como una potencia de referencia en Medio Oriente tras su intervención en Siria y ayudó a mantenerse a flote al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, cuando este fue desconocido por gran parte de los países de América Latina y sometido a sanciones por parte de Washington en 2019.

Estas jugadas pueden llevar, sin embargo, a una lectura apresurada y errada de la política exterior de Rusia, según advierte Kadri Liik, analista principal del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores especializada en Rusia.

En esta entrevista con BBC Mundo, esta experta advierte que las acciones de Moscú no deben leerse únicamente como un plan para confrontar a Occidente y señala, más bien, que responden a sus esfuerzos de buscar su lugar en un mundo caótico que está siendo delineado por la creciente competencia entre Washington y Pekín.