La debilidad del euro, que esta semana se ubicó por debajo del dólar, ha reactivado al Banco Central de la zona euro (BCE) para detener la actual creciente inflación en la Unión Europea (UE).
Este jueves la entidad con sede en Fráncfort, Alemania, pondrá en marcha un plan para intentar un ajuste monetario con un aumento de tasas de interés, lo que ocurrira después de 11 años en un contexto en el que los analistas remarcan la necesidad de que las medidas sean de mayor contundencia, similares a los que viene aplicando la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (banco central estadounidense).
El plan para intentar frenar el aumento de los precios se anunció en junio y consiste en un incremento inicial de 25 puntos básicos.
La entidad monetaria lleva meses preparando el fin de un período de dinero barato, que ayudó a la economía a superar las crisis de los últimos años.
La debilidad del euro que esta semana se ubicó por debajo del dólar, sacude a la tasa de inflación, por el lado de que se encarecen los productos importados que se consumen en el Viejo Continente. Este endurecimiento de la política monetaria ya se inició en julio con el fin de las nuevas compras de deuda en los mercados.
El objetivo es reducir la masa monetaria en circulación y frenar la inflación, que el mes pasado marcó un nuevo récord en la zona euro, con un 8,6% interanual.
Así el banco de la UE se suma así a otros bancos centrales, como la Fed de Estados Unidos, que desde hace meses se muestra mucho más activo en la lucha contra la inflación.
Desde hace ocho años, el BCE aplica una tasa de depósito negativo (-0,50%) al exceso de liquidez que le confían los bancos, con el objetivo de animarles a conceder más préstamos para apoyar la actividad y llevar la tasa de inflación al 2%, de acuerdo con su mandato.
Este objetivo de aumento de precios fue inalcanzable durante años pero ahora la inflación se disparó debido a la recuperación tras el covid-19, las tensiones en las cadenas de suministro y la crisis energética vinculada a la ofensiva rusa en Ucrania.
Los guardianes del euro, que han asegurado durante mucho tiempo que este aumento de la inflación era temporal, han tenido que admitir que lo subestimaron.
La suba de tasas de 25 puntos básicos parece «una reacción vacilante dadas las altísimas tasas de inflación», dijo Ulrike Kastens (derecha), economista del banco DWS. Una suba de 50 puntos básicos ya «estaría justificada», acotó, por su parte, Jörg Krämer, economista de Commerzbank.
Algunos «halcones» del Consejo de Gobierno del BCE también están a favor de tomar medidas más drásticas pero la mayoría apoya «un primer paso proporcionado» para no alterar los mercados.
Los expertos ponen como ejemplo las decisiones tomadas por la Reserva Federal de EE UU, que ya dieron señales de que están dispuestos a subir la tasa de interés a niveles que pueden llegar a repercutir sobre la actividad económica, de manera de mantener un enfoque agresivo en la política monetaria para bajar la inflación.
Además, prevén que el objetivo de la FED es limitar el crecimiento hasta que se vean pruebas concretas de que baja la inflación, algo que todavía no ocurrió. En Estados Unidos la inflación aún no da signos de ceder.
A mediados de junio último, la Fed subió la tasa en 75 puntos básicos y la ubicó en el rango de entre 1,5% y 1,75%.
De estas forma, la entidad que preside Jerome Powell convalidó un aumento de tasa de interés que resultó el más agresivo desde 1994, si bien era un movimiento esperado para el mercado.
La semana pasada se conoció el último dato de la inflación en Estados Unidos, que se disparó en junio y alcanzó un nuevo máximo con un aumento de los precios al consumidor del 9,1% interanual. Se trata del nivel más alto en más de 40 años y superior al dato del mes anterior, cuando se registró una suba de 8,6% interanual.
Gran parte del aumento de junio se debió al incremento en los precios del combustible, que avanzaron casi un 60% en lo que va del año a raíz de la guerra en Ucrania, cuya duración y desenlace son todavía inciertos.