El presidente del Banco Central de Finlandia y miembro del Consejo de Gobernadores del Banco Central Europeo, Olli Rehn, mirando hacia la crisis política de Italia y la inestabilidad general del viejo mundo,  aseguró este viernes que la institución europea no descarta subir las tasas de interés en 50 puntos básicos en septiembre, como parte de la estrategia del BCE para alcazar la normalización monetaria tras el impacto de la pandemia del Covid-19, la guerra en Ucrania y ahora la crisis política de Italia. Rehn forma parte de la línea más dura de la entidad bancaria europea.

En este sentido, Rehn ha recordado la intención del BCE de aumentar al menos  en 25 puntos básicos las tasas la próxima semana. Por ello, ha reiterado que el mandato del BCE es la estabilidad de precios, aunque ha enfatizado que cada Estado de la zona euro tiene su propia responsabilidad de su economía y de su política económica.

Además, Rehn ha augurado un futuro complicado para Italia, un país que, asegura, atravesará un gran impacto por la crisis energética, en medio de la inestabilidad política del Ejecutivo. «Puede ser que veamos un período muy difícil en Italia», añadió Rehn en sus declaraciones.

.

Desde Roma se informó este jueves que el primer ministro de Italia, Mario Draghi (en la foto derecha junto al presidente de Italia Sergio Mattarella), había comunicado a sus ministros que renunciaba al cargo al que accedió hace 17 meses.

Tras una larga semana de tensiones con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y una votación de confianza en el Senado, en la que los grillinos se ausentaron pese a las advertencias de Draghi de que podría ser fatal, el expresidente del Banco Central Europeo ha dicho basta.

El primer ministro se reunió luego con el presidente de la República, Sergio Mattarella, para comunicarle la decisión. Pero el jefe del Estado rechazó aceptar la renuncia y emplazó al primer ministro a comparecer ante las Cámaras.

El objetivo del presidente es evitar una crisis política mayúscula en Italia y menos ahora en tiempos de criosis. Los escenarios ahora son muy variados. Incluso podría darse que Mattarella convenza a Draghi para un segundo mandato con una mayoría distinta ―el M5S podría quedar fuera del Ejecutivo―. Pero Italia vuelve a adentrarse en un escenario de inestabilidad en un momento delicadísimo para el país y para Europa.

Tras el rechazo de Mattarella, la dimisión de Draghi queda congelada al menos hasta el próximo miércoles, cuando el primer ministro deberá acudir al Parlamento a explicar su intención de abandonar el cargo. La cita se produce entones porque el jefe del Gobierno tiene programado un viaje crucial los próximos lunes y martes a Argelia para cerrar los acuerdos que aumentarán el suministro de gas a Italia. Durante esos días, el jefe del Estado tratará de propiciar alguna fórmula de gobierno alternativa —encabezada por Draghi— que evite la convocatoria de elecciones.

Las bancadas vacías del M5S en el Senado italiano.

El Movimiento 5 Estrellas (M5S) está a punto de sufrir la mayor división interna desde su fundación. El partido que ganó las últimas elecciones con un 33% de los votos y que sigue teniendo el mayor número de parlamentarios en Italia se encuentra sumido en el caos después de que Beppe Grillo (líder de la colectividad)  y el ex primer ministro Giuseppe Conte hayan roto relaciones.

El primero era el fundador, el supuesto garante y, de algún modo, «el propietario» del partido político. El segundo, que fue durante dos años presidente del Consejo de Ministros, pretendía refundarlo y convertirlo en un partido estable, progresista y verde.

Pero la ruptura solo deja ahora dos vías: una rebelión interna a favor de Conte o una enorme escisión de parlamentarios para formar un nuevo partido guiado por el ex primer ministro Conte. El problema es que las consecuencias de la crisis se notarán también fuera del partido.

.

La paradoja de esta historia muestra al partido que vino a destruir el viejo sistema como el que mejor lo ha protegido hasta ahora (el M5S ha formado parte de tres Ejecutivos distintos en tres años con casi todos los partidos de Italia). Ahora es su propio terremoto interno lo que pone en riesgo su estabilidad.