Por Enrique Fernández
Miles de presurosos transeúntes recorren el centro de la gran ciudad. Algunos buscan una tienda que ya no existe o una sucursal bancaria que también se fue. Y a medida que se acerca el plebiscito constitucional del próximo 4 de septiembre, millones de votantes se preguntan dónde quedó el centro.
En 1989, el empresario Francisco Javier Errázuriz postuló a la Presidencia de la República como representante del “centro-centro”, según decía. No tuvo éxito, por cierto.
– ¿Qué pasó aquí? –reflexiona a media voz un transeúnte, cuando intenta abrirse paso entre la multitud. Quiere avanzar por el Paseo Ahumada, una de las principales arterias de Santiago que se desliza desde la Alameda hacia el norte, hasta la Plaza de Armas. Pero no puede caminar a más velocidad y tiene que adaptarse.
A su derecha, múltiples mesones, varios bajo toldos, ofrecen poleras, faldas, chalecos, zapatillas, carteras que parecen de cuero y joyas de fantasía. A su izquierda, mascarillas, láminas para celulares, pantalones de todo tipo y autitos a pilas para los regalones.
– ¡Tres paños de cocina por mil pesos! –grita un vendedor. Más allá, una vendedora no ofrece sino que pide: “Cómpreme un parche curita, por favor…”.
Y en medio de todo este mercado persa, la novedad del año: “Lleve la nueva Constitución…”.
El Paseo Ahumada, símbolo del centro en los años 60 y comienzo de los 70, fue entonces una concurrida calle. Famosas fueron en sus aceras la sastrería Peñalba, la tienda Los Gobelinos, la confitería Serrano, los salones del Hotel Crillón -hasta donde solía llegar el Presidente Salvador Allende con su Grupo de Amigos Personales (GAP)- y el café Santos, entre cuyos parroquianos figuraron Julio Martínez y Jaime Celedón.
TRES TERCIOS
Era la época de los tres tercios que conformaban el mapa político de la sociedad chilena: A la derecha se situaban el Partido Conservador y el Partido Liberal, que se fusionaron para sobrevivir y crearon el Partido Nacional, antes de 1973. Desde la izquierda se alzaban como sus oponentes el Partido Socialista y el Partido Comunista, ejes de la Unidad Popular del Presidente Allende (1970-1973).
En el centro, las principales fuerzas eran la Democracia Cristiana (DC), y el Partido Radical (PR). La DC fue el partido único de gobierno durante la administración del Presidente Eduardo Frei Montalva (1964 – 1970). Los radicales, con distintos aliados, fueron gobierno bajo la presidencia de Pedro Aguirre Cerda (1938 – 1941), Juan Antonio Ríos (1941 – 1946) y Gabriel González Videla (1946 – 1952).
Tras la muerte y derrocamiento de Salvador Allende, la derecha se sumó al golpe militar y a la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990). La izquierda, en cambio, enfrentó la persecución y asesinato de muchos de sus líderes y se replegó a la clandestinidad. En estas circunstancias, el centro político desapareció. No tenía más alternativa, porque la dictadura de Pinochet prohibió la existencia de partidos políticos.
LA CIUDAD
También el centro de Santiago cambió después del golpe militar. En noviembre de 1977, las nuevas autoridades clausuraron la calle Ahumada, prohibieron la circulación de vehículos y la convirtieron en un paseo exclusivo para peatones, a semejanza del Paseo Florida de Buenos Aires.
Empeñada en mejorar la imagen de este nuevo centro, la alcaldesa María Eugenia Oyarzún –designada por Pinochet- hizo plantar arbolitos en Ahumada, para recrear la vista y purificar el aire. El alcalde Carlos Bombal –también designado y no elegido- tapizó Ahumada con pícaros adoquines que atrapaban los tacos altos de las señoras de aquel tiempo.
Hasta que se restauró la democracia y el centro político cobró nueva vida al alero de la Concertación de Partidos por la Democracia, encabezada por socialistas y demócrata cristianos. Los otrora adversarios se aliaban como buenos amigos junto a los radicales, el Partido por la Democracia y otros grupos menores como el Partido Humanista que ahora navega por otros mares bajo el timón de Pamela Jiles.
Al impulso de estos nuevos vientos, el Paseo Ahumada fue remodelado en 1994, bajo el gobierno de Patricio Aylwin. Es la época en que empiezan a llegar hasta el centro los comerciantes callejeros con su coro de ofertas, alimentadas en gran medida con productos chinos de marcas falsificadas: relojes “Omega”, camisas “Pierre Cardin” o blue-jeans supuestamente americanos.
No faltaban en las esquinas de Moneda y Agustinas, en Puente, Huérfanos, Estado y Bandera los vendedores de “cigarrillos importados que cayeron de un camión volcado en la carretera”. O sea, cigarrillos robados o de procedencia tan dudosa como la mercadería china amparada en un Tratado de Libre Comercio.
LA AGONÍA
Hoy, el centro agoniza. Más de 700 empresas retiraron sus oficinas del casco central de Santiago o están en proceso de evacuación. Entre ellas, las tiendas Paris, Falabella y Johnson, el Banco Santander que puso en venta su oficina principal de la calle Bandera, y la empresa Transbank, que al igual que las otras planifica nuevas oficinas en la zona oriente de la capital.
“El problema es que el abandono invita al delito y a la desesperanza. Creo que muchos locatarios o personas que transitan por el lugar ya perdieron la esperanza de que esto pueda ser distinto”, admitía el pasado 19 de junio el gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, en declaraciones a La Tercera.
Las causas de tal deterioro son dos: Una es el estallido social de 2019, presente en miles de rayados murales con insultos a la autoridad y demandas populares como “no más AFPs”. La otra es la pandemia del coronavirus, reflejada en la ausencia de parroquianos que antes repletaban el mítico Café Haití.
Y en el centro del abanico político, ¿qué queda? Del Partido Radical sólo subsisten algunos dirigentes empeñados en evocar a Valentin Letelier o Aguirre Cerda. En la Democracia Cristiana, la Junta Nacional se pronuncia por la opción del “Apruebo” para el plebiscito constitucional de septiembre, pero sus líderes se dividen porque algunos optan por el “Rechazo” y no acatan el acuerdo partidario.
El expresidente Ricardo Lagos, que hace 20 años surgió como el máximo líder de la centro-izquierda, hoy no se inclina por ninguna de las dos opciones, porque quiere una nueva Constitución, pero no la que aprobó la Convención Constituyente.
¿Y usted, votará por la izquierda o la derecha, por el “Apruebo” o el “Rechazo”? ¿O es partidario del centro-centro?