Por Walter Krohne

«Simplemente no creemos que se deba invitar a los dictadores», dijo la Casa Blanca en relación a la Cumbre de las Américas que se realiza en la ciudad de Los Angeles, California.

Los dictadores son malos, excepto cuando no “son tan, tan malos” ¿se entiende lo que intento decir?

Bienvenidos entonces a las acrobacias morales de Estados Unidos, de las que el actual presidente Joe Biden participa. Su administración decide excluir a los gobernantes de Cuba, Nicaragua y Venezuela de la Cumbre de las Américas de esta semana en Los Ángeles como una defensa o protección de la democracia., desde el punto de vista estadounidense.

«No nos arrepentimos por no haber invitado a la Cumbre a los dictadores», dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre. «El presidente se mantendrá fiel a su principio».

¿Fiel también frente la “democracia” de Arabia Saudita?

La determinación de Biden de dejar fuera de la cita regional al trío de los países “autoproclamados revolucionarios socialistas latinoamericanos” tuvo un precio o una consecuencia mucho peor como es la ausencia voluntaria,  en protesta, del presidente del estado mexicano Andrés Manuel López Obrador, un socio clave para EE UU, especialmente en temas migratorios.

Pero hay mucha más flexibilidad de Washington cuando se trata del otro lado del mundo, Arabia Saudita, que  Biden espera  visitar muy pronto y donde se reunirá con el líder de facto, el príncipe heredero Mohamed bin Salman. Claro, aquí estamos hablando de otra cosa y situación: el  petróleo.

El príncipe, conocido por sus iniciales MBS, encabeza un país sin elecciones o sea una dictadura, con pocos derechos para las mujeres y con muchas otras normas consideradas básicas en los países occidentales, pero tiene mucho, mucho petróleo, en un momento en que éste es escaso en todo el mundo y especialmente entre sus aliados europeos. Esto para el actual gobierno de Washington, sería motivo suficiente para perdonarle al príncipe heredero todos los “pecados” que haya podido cometer en su vida.

En 2018, según los servicios de inteligencia estadounidenses, MBS fue el autor intelectual del asesinato de un destacado disidente, el periodista saudí Jamal Khashoggi, residente en Estados Unidos y columnista de The Washington Post.

Cuando Biden era candidato presidencial, decía que ese crimen había convertido a Arabia Saudita en un «paria». Ahora, sin embargo, está listo para reunirse con el “silenciador” de Khashoggi, a quien le molestaban las críticas que el periodista escribía en su contra en el diario estadounidense.

Lo mismo sucede con Venezuela, país no invitado a la Cumbre de las Américas, por ser una dictadura, la de Nicolás Maduro, la que, sin embargo, está pasando a ser para Washington, igual que Arabia Saudita,  una “dictadura especial y no tan mala” y ¿por qué?… porque tiene petróleo, valioso elemento en tiempos de guerra.

Así, como informa esta semana KRADIARIO, la petrolera española Repsol y la italiana ENI comenzarán a enviar petróleo venezolano a Europa a partir del próximo mes para supuestamente «compensar» el veto al crudo ruso, según fuentes del Departamento de Estado.

Biden, como ya es costumbre desde que se instaló en la Casa Blanca, echa por tierra las sanciones impuestas por el expresidente Donald Trump contra el régimen de Maduro y desde hace meses buscaba un pretexto para oxigenar la «narco dictadura» de Caracas y avanzaba en esa dirección al renovar la licencia de operaciones para Chevron en el país sudamericano. Primero lo intentó con la propuesta de importación de EE UU, pero se enfrentó a tanto rechazo en el Congreso que no tuvo otra opción que detenerla. Ahora utiliza a Europa para este mismo propósito, lo que Nicolás Maduro le agradece como si ambos fuesen grandes y viejos amigos. ¡Así es la política!

Maduro, confirmó esta semana en televisión que la Casa Blanca había autorizado a Chevron, Eni y Repsol a explotar sus yacimientos de gas y petróleo en Venezuela. ¿Comienza una nueva vida para este país caribeño cuando estos tres consorcios comiencen a enviar petróleo venezolano a Europa a partir del próximo mes para supuestamente «compensar» el veto al crudo ruso?, según fuentes del Departamento de Estado.

La reacción con una euforia visible de Maduro fue inmediata:  “Se están dando los primeros pasos con Estados Unidos que hace semanas comenzó a dar unos pasos leves, pero significativos al entregar licencias a la empresa Chevron de Estados Unidos, a la empresa ENI de Italia y a la empresa Repsol  para iniciar los procesos que los lleven a producir petróleo y gas en Venezuela para exportar. Son pasos leves, pequeños”, anunció Maduro con fuerza y alegría. Así la guerra ucraniana tiene algo “bueno” para Maduro: le está salvando la economía y su propia estabilidad en el poder, por el momento.

Washington le dio luz verde a los consorcios petroleras para operar en Venezuela eximiéndoles de las sanciones a cambio de dar pasos para reanudar el diálogo político con la oposición.

Además, curiosamente,  Biden continúa haciendo concesiones a los regímenes totalitarios de Cuba y Venezuela sin nada a cambio. ¿Cuándo les llegará la cuenta, dicen irónicamente algunos analistas?

Durante años la excusa del diálogo con la oposición venezolana sólo le ha servido a Maduro para legitimarse en el poder y ganar tiempo para salir del atolladero económico en que se encuentra Venezuela, gracias ahora a Washington y anteriormente a sus aliados Irán y Rusia.

Ningún diálogo entre el gobierno de Venezuela y la oposición ha frenado la incesante persecución, arrestos y torturas contra los disidentes venezolanos.

Los altos precios del petróleo en el mercado internacional, la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia le han servido como bandeja de oro a Maduro.

Además la luz verde de Washington para reanudar los flujos de petróleo congelado de Venezuela a Europa le proporciona un impulso al gobernante venezolano, con el auspicio directo del Departamento de Estado en Washington y “de su nuevo amigo Joe Biden”.

Tanto Repsol como ENI tienen sociedades conjuntas con la petrolera estatal venezolana PDVSA y les interesa compensar los cargamentos de crudo con deudas impagas y dividendos atrasados, algo que puede venir prontos de acuerdo con la política de Biden sobre Venezuela.

Por el momento, la compensación se refiere a las nuevas inversiones y trabajos realizados en Venezuela para la producción de crudo y gas, sin intercambios monetarios en uno u otro sentido.

Biden, enfrentando el riesgo de pérdidas devastadoras para los demócratas en las elecciones de mitad de mandato de noviembre, está desesperado por hacer bajar los precios del combustible, de ahí también su visita a los saudíes.

Entonces concluímos: Bienvenidas las dictaduras!