En un informe publicado este martes, el Banco Mundial ha recortado su pronóstico de crecimiento económico global en 2022 a 2,9% desde un 4,1% anunciado en enero.

La organización también ha anticipado que la mezcla entre las secuelas económicas de la pandemia y la guerra en Ucrania podrían ocasionar un «período prolongado de crecimiento débil e inflación elevada», y ha alertado sobre un aumento en el riesgo de estanflación. (concepto económico que implica la aceleración de la inflación coexistiendo con tasas de desempleo elevadas).

David Malpass

“La guerra en Ucrania, los bloqueos en China, las interrupciones en la cadena de suministro y este riesgo de estanflación están afectando el crecimiento. Para muchos países, será difícil evitar la recesión”, ha asegurado el presidente del Banco Mundial, David Malpass. “Los mercados miran hacia adelante, por lo que es urgente incentivar la producción y evitar restricciones comerciales. Se necesitan cambios en la política fiscal, monetaria, climática y de deuda para contrarrestar la mala asignación de capital y la desigualdad”.

La entidad espera también que la inflación global se modere el próximo año, pero probablemente se mantendrá por encima de las metas en muchas economías. No obstante, el informe señala que si la inflación se mantiene elevada, una repetición de la resolución del episodio anterior de estanflación podría traducirse en una fuerte desaceleración mundial junto con crisis financieras en algunas economías de mercados emergentes y en desarrollo.

En cuanto a las economías avanzadas, el crecimiento se desacelerará del 5,1 % en 2021 al 2,6 % en 2022, 1,2% por debajo de las proyecciones de enero. Se espera que el crecimiento se modere aún más al 2,2 % en 2023, lo que refleja en gran medida la mayor relajación del apoyo de la política fiscal y monetaria brindado durante la pandemia.

El informe también ofrece nuevos conocimientos sobre cómo los efectos de la guerra en los mercados energéticos están nublando las perspectivas de crecimiento mundial. La guerra en Ucrania ha provocado un aumento en los precios de una amplia gama de productos básicos relacionados con la energía. Los precios más altos de la energía reducirán los ingresos reales, aumentarán los costos de producción, endurecerán las condiciones financieras y limitarán la política macroeconómica, especialmente en los países importadores de energía, según el informe.