El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no irá a la Cumbre de las Américas y sostuvo que le insistirá al presidente de EE.UU, Joe Biden, para que convoque a todos los países del Continente y no margine a Cuba, Nicaragua y Venezuela por tener gobiernos no democráticos.

AMLO adelantó que si no son invitados todos los países a la Cumbre de las Américas él no asistirá.

«Si se excluye, si no se invita a todos va a ir una representación del gobierno de México, pero no iría yo, me representaría el canciller» Marcelo Ebrard, dijo el mandatario de izquierda durante su conferencia de prensa matutina.

«No quiero que continúe la misma política en América, y quiero, en los hechos, hacer valer la independencia y la soberanía y manifestarme por la fraternidad universal. No estamos para confrontación, estamos para hermanarnos», enfatizó.

El últino pasado, durante su visita a Cuba, Amlo sostuvo que insistiría ante el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para que convoque a todos los países del continente al cónclave a celebrarse el mes próximo en Los Ángeles, California.

La cumbre, de la cual Estados Unidos anunció iban a quedar excluidas las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, pondrá énfasis en la crisis migratoria.

Las dictaduras de esos tres países han tenido continuos roces diplomáticos con las últimas administraciones estadounidenses.

Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba se han crispado más desde lo que Washington califica como «ola de opresión», es decir, la reacción del régimen de  La Habana tras las inéditas protestas de julio de 2021 en la isla, que dejaron un muerto, decenas de heridos y 1.395 detenidos, según la oenegé Cubalez con sede en Miami.

Por otro lado, el gobierno de Biden no reconoce como gobierno a las dictaduras de Nicaragua, Daniel Ortega, y Venezuela, Nicolás Maduro, por considerar que fueron reelegidos en comicios fraudulentos.

La imagen de AMLO en EE UU

El primero es el desprecio por la técnica. Es un presidente que no confía en los expertos porque los considera parte de una élite privilegiada, a partir de prejuicios: porque fueron becados por gobiernos pasados, colaboraron con esas administraciones, estudiaron en el extranjero, etc. El presidente privilegia su intuición sobre el método científico y esto le ha generado varios tropiezos, escribió recientemente el diario The Washington Post (WP).

Por ejemplo, a pesar de haber aumentado el presupuesto para los programas sociales, hay casi cuatro millones más de pobres en México. 15 millones de mexicanos que tenían acceso a los servicios de salud pública al inicio de su gobierno, hoy ya no lo tienen. El programa Sembrando Vida, que busca reforestar, terminó deforestando. Construyó 140 Universidades del Bienestar pero algunas solo tienen 13 alumnos. Anunció 2,700 sucursales del Banco del Bienestar pero, a junio de 2021, solo llevaba 45 terminadas.

Todos estos tropiezos tienen como denominador común la falta de planeación, estudios previos y método. Los programas sociales que implementó no están funcionando para erradicar la desigualdad porque eliminó otros que sí. Su política de salud fue tumbar el Seguro Popular y sustituirlo en un día por su Instituto de Salud para el Bienestar. Los incentivos que ofrece Sembrando Vida hace que los campesinos talen bosques para alcanzar el mínimo de hectáreas necesarias para recibirlos. Y las universidades y el banco se construyen en sitios donde o no hay estudiantes o no hay clientes.

También quiso detener la venta de combustible robado (huachicol) y acabó dejando al país con escasez de gasolina. Quiso limpiar de corrupción la compra gubernamental de medicamentos y ahora hay desabasto de medicinas. La obra del Tren Maya ya salió más cara de lo previsto y acaba de plantearse un nuevo tramo. El aeropuerto Felipe Ángeles, que debería iniciar operaciones en marzo, aún no cuenta con todas las certificaciones y será más pequeño que el que se tenía planeado en Texcoco, el cual se canceló porque AMLO dijo que había corrupción en su construcción (sin pruebas hasta ahora), pero en el actual casi no hay licitaciones y se han otorgado contratos millonarios a empresas fantasmas.

El ejemplo más acabado del desprecio presidencial por la técnica se ve en el manejo económico. El WP publicó que AMLO presume que ha inventado un modelo (la “economía moral”) y, para argumentar que este ha tenido éxito, se despega de la realidad y asegura que tiene “otros datos”. Pero la inversión sigue cayendo porque el presidente no genera confianza a los inversionistas, el Producto Interno Bruto mexicano cayó más el doble que el promedio mundial en 2020 y se recuperó solo la mitad en 2021. Tenemos la peor “cuesta de enero” de los últimos 21 años por una inflación disparada y la gasolina, que prometió bajar de precio, está más cara que nunca.

El segundo factor tiene que ver con la incapacidad del presidente para rectificar: es incapaz de aceptar que cometió un error.

Al inicio de la pandemia de COVID-19 muchos gobiernos se equivocaron, el de México entre ellos: sus funcionarios —incluido el presidente y el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell, un hombre absolutamente incapaz— despreciaron el uso de  mascarillas y las pruebas, dijeron que el coronavirus no era grave, motivaron a la gente a seguir saliendo y pronosticaron inicialmente que morirían unas 6.000 personas. Conforme las evidencias científicas se acumularon, la mayoría de los gobiernos enmendaron el camino. El de México no. Vamos rumbo a la cuarta ola y la postura no ha cambiado. El costo: 300.000 muertos oficiales, pero uno de los mayores excesos de mortalidad del mundo.