Expertos en política internacional señalalan que el acercamiento de Estados Unidos con Venezuela por el problema petrolero del gobierno actual que encabeza Joe Biden sería comparable con una decisión similar adoptada por el expresidente Barack Husseim Obama cuando cuando Biden era su vicepresidente, es decir, un giro premeditado.
En sus ochos años de gobierno, Obama hizo negociaciones con todos los regímenes de izquierda y dictatoriales en la región; y con Irán. Cedió un apreciable terreno a China e intentó atraer también a Norcorea.
En este caso hay que remarcar que Estados Unidos tiene a distancia desde hace tiempo a tres países petroleros –Venezuela, Irán y Arabia Saudita–, pero ahora busca un acercamiento en momentos en que los precios del combustible se dispararon aún más por la invasión rusa en Ucrania; al tiempo que la economía estadounidense se encuentra en un atolladero con la peor inflación en más de cuatro décadas (7,9%).
El tema de los precios del crudo y la invasión rusa se conviertieron en un oportuno pretexto para la administración Biden de retomar el camino de Obama y sus estrechas relaciones con dictaduras como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán y Norcorea, aunque esta última no accedió a sus peticiones.
No está claro, no obstante, si la diplomacia estadounidense podrá conseguir más crudo lo suficientemente rápido como para atenuar la escasez actual o lograr que naciones que alguna vez despreció renuncien a beneficiosas relaciones comerciales con Rusia.
Para el gobierno de Joe Biden, un acercamiento con las tres naciones petroleras podría ayudar a estabilizar los precios del gas y el petróleo, y a inclinar a esos países más hacia Occidente, distanciándose de Rusia y China, pero este camino terminó en cierta forma en un fracaso en el tiempo de Obama.
En esta forma, Biden también podría verse duramente cuestionada por buscar un acercamiento con gobiernos acusados de violaciones de los derechos humanos, violencia, corrupción y autoritarismo, muy lejos de los sistemas democráticos occidentales, como algunos analistas.
Aunque con una guerra despiadada iniciada por Rusia, podría justificar sus acciones para evitar una guerra mayor en Europa o en extremo también mundial.
“Nos interesa mantener suministros de energía estables, incluso a través de gestiones diplomáticas”, declaró el secretario de estado Antony Blinken. “Tenemos múltiples intereses y usamos la diplomacia para tratar de satisfacerlos”. Sin embargo, no lo han hecho con Canadá ni México, grandes exportadores de crudo y aliados de EE UU.
Para muchos ilusos, el tono usado representó un cambio respecto al pronunciamiento de Biden al asumir la Presidencia. Para otros es más de lo mismo del gobierno de Obama y su fallida política de negociación con enemigos de EE UU.
Biden dijo en enero del 2021 que los valores democráticos serían pilares de su política internacional. Al parecer, se le olvidaron los valores y su promesa. Ninguno de los tres gobiernos con los que dialoga ahora muestra indicio ni apariencia de los elementales valores demorcrá tico en una sociedad.
Arabia Saudita se benefició en los últimos años de una alianza con Rusia, otro gran productor de petróleo, para contener el suministro de ese combustible y de gas natural y mantener los precios altos.
Biden se comprometió a aislar al príncipe heredero Mohammed bin Salman y al resto de la familia real saudita por abusos que incluyen el asesinato en el 2018 del periodista Jamal Khashoggi, que residía en Estados Unidos.
“No sé hasta qué punto Biden estará dispuesto a someterse a semejante humillación”, comentó el analista saudita David Ottaway en alusión a los esfuerzos de Washington por mejorar las relaciones con el príncipe Mohammed y con Arabia Saudita, el país que más posibilidades tiene de resolver el problema de suministros. “Biden quería convertir a este hombre en un paria”.
En lo que respecta a Irán y Venezuela, a Estados Unidos le gustaría encontrar formas de que el petróleo de ambos vuelva a fluir hacia su territorio. “El problema es que, en esta situación, el margen de maniobra de estos países aumenta significativamente”, expresó Claudio Galimberti, analista de Rystad Energy.
“Irán pedirá muchas cosas para reanudar esa relación, lo mismo que Venezuela”, pronosticó Galimberti. Además, les tomará tiempo aumentar su producción.
La política ambientalista de Biden y su fallida estrategia de cambio climático que nadie cumple a nivel internacional le llevó a la desesperación ahora. Cerró los oleoductos de Canadá hacia EE UU e impuso restricciones a la industria estadounidense del carbón y el crudo.
La devastadora invasión militar rusa de Ucrania agudizó esa crisis que comenzó desde la llegada de Biden a la Casa Blanca y su agenda globalista. Ahora se enfrenta a las consecuencias de la dependencia extranjera y el consecuente impacto de las sanciones a Rusia en los mercados.
La suspensión de la importación de petróleo ruso, hicieron que el precio de la gasolina subiera aún más y alcanzase un promedio de 4,25 dólares el galón (cuatro litros) este miércoles. Pero antes de la invasión de Rusia ya el precio de la gasolina superaba los 5 dólares en varios estados del país y en otros los $4.40. Es decir, la crisis de Ucrania solo agudizó el problema.
En el caso de Irán, Estados Unidos no vincula públicamente sus gestiones con el petróleo, pero adelanta negociaciones en torno al programa nuclear iraní que, de prosperar, harían que se levantasen las sanciones contra esa nación y que el petróleo iraní vuelva a fluir legalmente en el mercado.
Washington se enfrenta a un nuevo fracaso
Para Biden, un fracaso de esta “diplomacia petrolera” lo expone a ser humillado por gobernantes hostiles, asestando un duro golpe a sus ya escasas posibilidades de reelección y la pérdida del poder en el Congreso
Un desenlace exitoso de estas gestiones podría tener el mismo resultado, debido a que Biden ha surtido de concesiones la agenda de los extremistas de izquierda en EE UU como los representantes Ilhan Omar y Alexandria Ocasio-Cortéz.
“Nuestra respuesta al presidente ruso Vladimir Putin no debería ser mejorar nuestras relaciones con los sauditas”, expresó en un tuit la representante socialista Ilhan Omar, quien recordó la guerra que Arabia Saudita libra desde hace años en Yemen.
Otras figuras de la extrema izquierda del Partido Demócrata de Biden también dejaron en claro su malestar con el súbito acercamiento a Arabia Saudita para conseguir más petróleo, pero al parecer no con Venezuela e Irán, lo que demuestra las grandes contradicciones de ideologías, tendencias y conceptos que hoy dominan el Partido Demócrata.
Los republicanos, por su parte, critican sobre todo cualquier aproximación a Irán y Venezuela. En la práctica, sostuvo Richard Goldberg, quien trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional bajo el gobierno de Donald Trump. «El gobierno de Biden se muestra dispuesto (a financiar hasta el terrorismo) con tal de comprar petróleo.
Las naciones occidentales esperan que la suspensión de las importanciones del petróleo ruso obligue a Putin a dar marcha atrás en Ucrania, aunque esto puede crear otros problemas, ya que las naciones producen distintos tipos de petróleo, que necesitan distintas refinerías.
Analistas discrepan de esos argumentos y afirman que Putin entró en Ucrania y no sale hasta lograr todos sus objetivos, como él mismo lo ha dicho Región de Dombas que quede bajo control ruso; neutralidad de Ucrania lo que significa en el fondo no ingresar como miembro de la OTAN; y rendición sin condiciones).
De Putin a Maduro
Una delegación estadounidense de alto nivel visitó Venezuela el fin de semana pasado por primera vez desde que las relaciones entre ambos países se enfriaron tras la llegada de Hugo Chávez al poder en la década de 1990. Aparentemente la delegación fue bien recibida por el gobierno de Nicolás Maduro. El martes de esta semana, Venezuela liberó a dos estadounidenses encarcelados.
El acercamiento plantea la posibilidad de que Estados Unidos levante sus sanciones a Venezuela y que el petróleo venezolano vuelva a sus mercados. La medida ha recibido ya el rechazo de los exiliados venezolanos y líderes en el Congreso como los senadores Marco Rubio y Bob Menéndez, entre otros.
Pero incluso si sucede eso, la industria petrolera venezolana se encuentra desmantelada para aumentar su producción a tiempo como para ayudar a contener la subida de precios del petróleo; tras años de convulsión política, sistema chavista socialista y la falta de inversiones, que desactivaron el sector petrolero venezolano.
Un levantamiento de las restricciones sobre la empresa petrolera estatal venezolana podría hacer que la producción aumente en 400.000 barriles diarios en pocos meses, de acuerdo con Paul Shelson, jefe de la unidad de asesoría geopolítica de S&P Global Commodity Insights.
El gran enemigo Irán
En lo que respecta a Irán, las negociaciones que buscan restablecer límites al programa nuclear iraní a cambio de un levantamiento de las sanciones estarían llegando a su fin, para bien o para mal. Esas sanciones abarcan el petróleo iraní.
El gobierno de Trump había renunciado a un acuerdo nuclear con Irán, debido a la arrogancia y acciones terroristas de Teherán, además de sus amenazas reales contra la seguridad y estabilidad de Norteamérica.
Los iraníes podrían suministrar petróleo rápidamente y estarían en condiciones de colocar un millón de barriles diarios en el mercado, según expertos.
El petróleo iraní, no obstante, podría ir a otros países antes de que a Estados Unidos.
Por otro lado, expertos advierten que, si Estados Unidos permite que Rusia comercie libremente con Irán, los rusos podrían colocar su petróleo en el mercado a través de Irán.
Mientras tanto, a pesar de décadas de una alianza estratégica entre Arabia Saudita y Estados Unidos, incluida la dependencia del reino de los estadounidenses para sus necesidades militares, el príncipe Mohammed y el rey Salmán no muestran demasiado interés en ayudar al gobierno de Biden a salir del atolladero en que se encuentra.
Biden dijo que quería convertir a la familia real saudita en un paria por el asesinato de Khashoggi en el consulado saudita de Estambul. Los servicios de inteligencia estadounidenses concluyeron que el príncipe heredero estuvo involucrado.
Pero la situación del mercado petrolero hizo que Biden tratase de aliviar tensiones e incluso llamase al anciano rey el mes pasado.
“No vamos a separar nuestros valores y nuestros intereses”, aseguró Blinken. “Pero estamos trabajando de una forma productiva y constructiva con esos países”, agregó. Una actitud que dista mucho de lo que prometió Biden en su campaña electoral por la Casa Blanca. Pero, Obama hizo lo mismo.
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos podrían colocar 2 millones de barriles diarios adicionales en el mercado si así lo quisiesen. Los Emiratos dijeron el miércoles que pedirán a la OPEP que considere aumentar la producción de petróleo. Algunas naciones de la OPEP, sin embargo, podrían mostrarse renuentes a hacerlo por temor a desairar a Rusia, afectando así las posibilidades de la organización de influir en los precios del petróleo.
(*) Diversas fuentes.