Por Walter Krohne
En Europa, donde los países son más desarrollados, los cambios de gobierno, aunque sean ideológicamente diferentes o tengan objetivos distintos, están “encajonados” siempre o casi siempre en un modelo económico, político y social histórico que en sus razgos principales se mantiene y así no se pone en riesgo la estabilidad nacional.
Por ejemplo, en Alemania, se ha perseguido siempre una política social de mercado que, aunque con “algunos peros” se mantiene exitosa. Ahora ha pasado el nuevo gobierno elegido en septiembre de 2021 de uno conservador encabezado por Angela Merkel a uno socialista, verde y liberal, manteniéndose firme el timón para seguir orientando al estado-nación hacia el rumbo que se ha buscado desde la creación de la República Federal de Alemania en 1949 (hoy Alemania desde el 3 de octubre de 1990 con la reunificación).
Y este éxito del sistema político vigente alemán es reconocido en muchos países. También podría ser un ejemplo para Chile, pero lamentablemente aquí el péndulo de la política se mueve bruscamente desde la derecha a la izquierda o viceversa.
Hasta ahora tenemos al frente a un presidente de derecha, pero a partir del 11 de marzo tendremos a uno de izquierda, pero de una hasta ahora desconocida en la Moneda, como es el Frente Amplio, pero en este caso acompañado por el Partido Comunista, como aliado estrecho de Revolución Democrática (RD) dentro de la coalición de Apruebo Dignidad. Es por eso que todo está por verse como serán los grados de entendimiento que tienen ambos sectores y otros partidos y fuerzas políticas más pequeñas que acompañarán de una u otra forma al nuevo Gobierno. Se sabe que el PC, como también ocurre en otros países de América Latina, mantiene una conducta escasamente democrática, aunque el PC chileno ya está probado tras integrar los gobiernos de Michelle Bachelet.
Sin embargo, con la asunción de Gabriel Boric cambia casi todo en la política chilena y se crea un nuevo modelo, que es hasta ahora impredecible. Es decir, sin un modelo-país estable, se implanta uno nuevo que no se sabe cómo irán a ser sus resultados.
Desde ya los thinks tanks (los pensadores o estudiosos de la vida política y social que se ocupan de la brújula en la navegación del nuevo barco), cambian absolutamente, aunque los más conocidos hasta ahora que orientaron a los antiguos gobiernos en Chile tras la dictadura militar seguirán de todos modos vigentes.
Hasta ahora con los gobiernos de derecha también aparecen en el radar los que están por fuera de Apruebo Dignidad y que han sido proveedores de técnicos y especialistas tanto en la etapa de campaña como ahora que se busca armar la hoja de ruta para «los primeros 100 días»
Conocidos son hasta ahora (en la democracia capitalista o neoliberal) el Instituto Libertad, ligado a Renovación Nacional; o Libertad y Desarrollo vinculado a la UDI; y tambíén se debe mencionar a la Fundación Jaime Guzmán.
Hay otros intermedios con orientaciones más de centro izquierda, como Espacio Público, la Fundación Chile 21 (cuna de la ex Concertación y del laguismo) y del Centro de Estudios para el Conflicto y la Cohesión Social (COES) y su equipo de investigación sobre las dimensiones socioeconómicas de los conflictos. Y, por supuesto, las relaciones que se formaron en los pasillos de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile y que en esta fase se han hecho notar (Fuente Radio Pauta).
Ahora acelerarán también su tarea asesora (siempre han estado activos) otros como el centro de estudios del Partido Comunista (PC), el Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL) y el Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda), pero también de la centroizquierda como Igualdad, el Centro de Estudios Pedro Aguirre Cerda (PR) o la Fundación Por la Democracia (PPD).
Sin embargo, los nuevos “think tanks” son: Rumbo Colectivo, el brazo programático de RD, y el Observatorio de Políticas Económicas (OPES), cercano a las nuevas generaciones del PC, y también se recibirá influencias de Nodo XXI -que nació bajo el alero de la Izquierda Autónoma y de Gabriel Boric en sus tiempos de dirigente estudiantil-; de la Casa Común, liderada por el constitucionalista Fernando Atria, y de Saberes Colectivos, que funciona como «paragüas» de las ideas frenteamplistas y que en su génesis tuvo como principal rostro a la excandidata presidencial y hoy convencional, Beatriz Sánchez.
Es decir el análisis económico e ideológico-social será variado y muy potente ya ahora durante la etapa de formación del nuevo Gobierno, pero mucho más desde marzo cuando zarpe el buque desde La Moneda e inicie una navegación de cuatro años con un puente de mando frenteamplista-comunista.