Por Martín Poblete Pujol
Corrían los últimos días de diciembre del año pasado, en Moscú el Presidente de Rusia Vladimir Putin, acompañado por el Comandante de la fuerza de misiles del Ejército de Rusia Coronel General Sergei Karakashev, afirmó «Nos están arrinconando, pero a no equivocarse, estamos preparados para intervenir en Ucrania».
Luego el coronel General Karakashev anunció el desarrollo de un nuevo misil hjpersónico de rango intermedio, y de un nuevo misil intercontinental (ICBM en los códigos de la OTAN) de 208 toneladas de peso equipado con cabezales termonucleares.
Al día siguiente muy temprano, el ministro ruso de relaciones exteriores Sergei Lavrov, acompañado por su alterno el Embajador Valery Ryubakov, entregó a los medios internacionales un extenso comunicado, cuyos cuatro puntos claves fueron detallados por el diplomático:
- Rusia exige garantías de que Ucrania no ingresará a la OTAN, este punto no es conversable ni negociable.
- Rusia exige terminar con el emplazamiento de tropas de la OTAN en países de Europa Central (curiosamente el embajador Ryubakov usó la expresión geopolítica alemana Mittel Europa).
- Rusia exige terminar con actividades militares de la OTAN en países de Europa Oriental, así como terminar con maniobras militares en esa región.
- Rusia exige garantías de que no habrá emplazamientos de misiles de rango intermedio en países desde dónde puedan alcanzar objetivos en su territorio.
Un poco de historia
Hacia fines del segundo gobierno del Presidente George W. Bush, la OTAN a iniciativa de Estados Unidos, emitió un comunicado en lenguaje un tanto equívoco ofreciendo a Ucrania participar de actividades de la OTAN.
Pero, Rusia expresó su malestar suspendiendo temporalmente sus relaciones con esa organización geopolítica militar, después fueron reanudadas pero con funcionarios sin rango de embajador.
En los gobiernos del Presidente Barack Obama la cuestión se dejó estar. El Presidente Donald Trump y su Secretario de Estado Mike Pompeo elevaron el asunto a invitación a Ucrania para ingresar a la OTAN, lo que le ha correspondido al Presidente actual Joe Biden y su Secretario de Estado Antony Blinken ejecutar dicha invitación.
El 31 de diciembre recién pasado tuvo lugar una conversación telefónica de cincuenta minutos entre Vladimir Putin y Joe Biden, ocasión en que no se perdió tiempo en interpretaciones.
Por los comunicados oficiales, sabemos que Biden se mantuvo firme en mantener el actual estado de relaciones de su país con Ucrania, este punto fue ratificado el lunes recién pasado por el Secretario de Estado Antony Blinken y el Asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan: el flujo de armas defensivas a Ucrania continuará, dijo.
Desde Moscú, Putin declaró que si Ucrania ingresaba a la OTAN resultaría en ruptura total con Rusia: Nos conduciremos tal como haría Estados Unidos si misiles ofensivos de rango intermedio estuvieran emplazados en alcance de su territorio.
Seguidamente Sergei Lavrov agregó: «Rusia no aceptará que nuestras propuestas terminen amarradas en interminables discusiones, nuestro punto fundamental es claro, exigimos el fin de la expansión de la OTAN hacia el este de Europa».
Para dar alguna esperanza a los observadores, las partes anunciaron el inicio de negociaciones el próximo lunes 10 de enero en Ginebra, a ser continuadas en el curso de la misma semana en Bruselas y Viena.
Por su parte, el Ministro de Relaciones Exteriores de Lituania Gabrielius Landsbergis, hablando en Vilnius, afirmó: «La OTAN debe proveer a Ucrania con armas defensivas, ayudarla a prepararse para la guerra con Rusia».
En en estas palabras finales encontramos la esperanza de encuadrar un posible conflicto militar al este del Dnieper solamente entre Ucrania y Rusia.
Más realista, el general de cuatro estrellas Mark A. Milley, Comandante de la Junta de Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, dijo en Washington: «Si bien Rusia podría tener éxito en invadir Ucrania, pagaría un enorme costo humano tratando de ocuparla».
Hace setenta y siete años, las planicies al este del Dnieper vieron la mayor retirada estratégica en la historia militar de Occidente al mando del Mariscal Eric von Manstein, seguida de la mayor ofensiva conjunta de fuerzas aéreas y terrestres al mando del Mariscal Georghi Chukot.
Ojalá los diplomáticos logren hallar soluciones satisfactorias a las partes, sería muy difícil mantener limitado al este de Europa un nuevo conflicto militar a lo largo del Dnieper.