Una fuerte variación registró en Chile el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en diciembre, al subir 0,8%. Con este dato, la inflación cerró en 2001 con un incremento de 7,2 por ciento, informó este viernes el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en Santiago.
El factor más importante de este resultado fueron los retiros de los fondos previsionales depositados en las AFP, impulsados desde el Congreso Nacional.
«Diez de las doce divisiones que conforman la canasta del IPC aportaron incidencias positivas en la variación mensual del índice y dos presentaron incidencias negativas», detalló el INE en su comunicado. El transporte interurbano, automóviles nuevos y paquetes turísticos fueron los productos que registraron las mayores alzas.
Los resultados están por sobre las expectativas del mercado (en torno a 0,5% cerrando el año en 6,9%) y sorprenden luego de que el IPC de noviembre se ajustara a las proyecciones de los analistas.
«Este dato nos muestra una inflación bastante generalizada, lo que significa que tiende a ser una inflación más rebelde, más difícil de hacer bajar. Se empieza a contagiar de un precio a otro, empieza a contagiar a las expectativas», afirmó Igal Magendzo, cofundador de Pacífico Research, en Pauta de Negocios, de Radio PAUTA.
El analista recalcó que «es preocupante» cuando los precios toman ese impulso. «Las expectativas están bastante altas. Eso significa que cuando se empiezan a cerrar los contratos, a hacer negociaciones colectivas, se ajustan los precios y eso en sí va generando inflación que después no es fácil de hacer bajar», explicó.
Eso sí, Magendzo afirmó que «no estamos en una situación de ‘desanclaje’, en donde el Banco Central pierde credibilidad, pero en la medida que pasemos con una inflación alta las expectativas comienzan a cuestionarse cuándo y cómo se va a volver al 3%».
Para el cofundador de Pacífico Research es «bien difícil proyectar» lo que ocurrirá con la inflación el resto del año y que para eso hay que analizar dos variables.
«Primero, qué va a hacer el próximo gobierno respecto a la política fiscal, que la tiene difícil y el dato de hoy se la pone más difícil […] Y segundo, los hogares que, en su conjunto, acumularon harta liquidez. ¿Qué van a hacer? ¿Van a ahorrar? ¿Van a gastar?», explicó Magendzo, respecto a los seis puntos porcentuales del PIB en liquidez acumulados en las cuentas corrientes y cuentas vistas por el dinero obtenido de las ayudas fiscales y los retiros desde los fondos de pensiones»
La asesora económica de Boric, Stepani Griffith-Jones, declaró desde el Reino Unido donde vive que “esta inflación, en su mayoría, es producto del consumo, entonces el Gobierno se está jugando la credibilidad del Banco Central […] El Gobierno se va a tener que mover entre lo que es políticamente posible de retirar el estímulo y de reducir la inflación, en términos que la gente no empiece a perder confianza en las autoridades económicas», afirmó la analista.
En cuanto a las acciones que pueda tomar el Banco Central, Magendzo proyectó que el instituto emisor «será lo más agresivo dentro de lo prudente». Actualmente, la tasa de interés está en 4% y en Pacífico Research esperan que llegue a 6,5% para mediados de año. «Pero hay que ver, con estos datos [nuevos de inflación], si no hay que revisar eso un poco al alza», sostuvo.
El problema inflacionario en Europa
La escalada de los precios no cesa. El IPC de la zona euro ha subido hasta el 5% en diciembre, según Eurostat. Es la cifra más alta de toda la serie histórica, que comenzó en 1997. Tanto analistas como bancos centrales esperaban una cifra semejante: ya en el mes previo el IPC había registrado su mayor cota desde que arrancó el conteo de la oficina europea de estadísticas, al alcanzar el 4,9%, ocho décimas más que en octubre.
Detrás de este aumento está el mismo actor del último año: la energía. En diciembre de 2021 los precios de la electricidad e hidrocarburos subieron un 26% en tasa interanual, un nivel muy por encima de otros productos básicos, aunque supone un descenso respecto a noviembre, cuando se situó en el 27,5%. También la alimentación se ha posicionado entre los bienes que más tiran al alza de los precios: ha registrado un repunte interanual del 4,6%; el mes previo la tasa fue del 1,9%, lo que la convierte en el sector con más avance intermensual.
Estonia (12%), Lituania (10,7%) y Letonia (7,7%) han protagonizado las mayores subidas en la inflación, aunque España les ha seguido de cerca, con un crecimiento del 6,7% en tasa anual. Es la cifra más alta en casi tres décadas e implica un diferencial de precios desfavorable respecto de la zona euro de 1,7 puntos porcentuales. Esto supone un gran riesgo nacional, pues resta competitividad al país y pone en riesgo el poder adquisitivo de los hogares. Así lo explica Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas, quien está más sorprendido por la brecha de precios entre España y Europa que por el dato dado a conocer este viernes por Eurostat.
Tanto los analistas como los principales supervisores mantienen que el espiral inflacionista será transitorio. Philip Lane, economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), ha dicho que los precios forman parte de un ciclo pandémico, por lo que no debe compararse con “las normas históricas”. Lane y Pedraza confían en que la escalada perderá fuelle a lo largo de 2022, aunque también admiten que el aumento es más vigoroso de lo que esperaban en principio.
El principal temor es que la tensión se mantenga más tiempo del esperado y el alza del IPC termine contagiándose cada vez a más bienes y sobretodo, a los salarios. Es lo que los economistas denominan “efectos de segunda ronda” y, para María Jesús Fernández, economista de Funcas, son “la clave” de lo que ocurra en el futuro. La experta advierte de que la inflación subyacente, salarios y precios industriales son los tres componentes que podrían forzar una retirada prematura de los estímulos económicos por parte del BCE. Para España esto sería un problema pues se harían más duros los criterios para acceder al crédito, que es lo que está financiando la recuperación económica tras la pandemia.
Precisamente es en los precios industriales dónde está la gran preocupación. Más allá de la energía, se observa que estos aumentaron en diciembre medio punto porcentual más que en noviembre, hasta el 2,9% interanual. Al excluir del cálculo total el impacto de la energía, la tasa de inflación interanual de la zona euro subió al 2,8% desde el 2,5% del mes anterior. Incluso al dejar fuera el efecto de los precios de los alimentos frescos, el alcohol y el tabaco, la tasa de inflación subyacente se mantuvo en el 2,6%, repitiendo por segundo mes consecutivo la lectura más alta de toda la serie histórica.
Incluso en Alemania, acostumbrados a pocos movimientos en los precios, el salto ha sido monumental. Su tasa promedio de inflación en 2021 se ha situado en el 3,1%, el nivel más alto desde 1993, según informó el jueves la Oficina Federal de Estadística (Destatis) con base en datos provisionales. Sin considerar los precios de la energía, la tasa de inflación promedio se hubiera situado en el 2,1%.
Por su parte, el instituto de estudios económicos IFO de Múnich pronostica para este año un índice de inflación promedio del 3,3%, y prevé que la normalización solo se empezará a sentir en 2023. Ante este escenario, el presidente de la Confederación Alemana de Comercio Mayorista y Comercio Exterior (BGA) le ha exigido al BCE que modifique ya su política de bajos intereses. Sin embargo, la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, ha dicho de manera reiterada que no quiere retirar los estímulos monetarios de forma prematura a fin de no entorpecer la recuperación y porque está convencida de que la elevada inflación remitirá.
Lo que Alemania haga en los próximos meses será determinante para Europa. Al menos eso piensa Pedraza, quien confía en que la inflación remita ahí mucho más pronto que en Francia, Italia, Portugal o España. De ser así, arrastraría al resto de países al mismo cauce. De manera paralela, el economista espera que de aquí a mayo el costo del gas, materias primas y de fletes marítimos se corrijan. «La primavera es un buen punto para que se modere el precio de la energía porque no se usa ni la calefacción ni el aire acondicionado”, detalla. No obstante, un escenario más pesimista, entre los que destaca un conflicto bélico en Ucrania, dejaría el precio del gas disparado y en consecuencia una economía europea a la deriva.