En Chile, el 73,6% de los niños y niñas sufre violencia física o psicológica de parte de sus padres o parientes. El 53,9% recibe castigos físicos y un 19,7% violencia psicológica. Un 26,4% de los niños, niñas y adolescentes nunca ha vivido situaciones de violencia por parte de sus padres.

Según estudios de UNICEF, en América Latina 6 millones de niñas y niños son agredidos severamente por sus padres o familiares y 85 mil mueren cada año como consecuencia de estos castigos.

En Chile, el 73,6% de los niños y niñas sufre violencia física o psicológica de parte de sus padres o parientes. El 53,9% recibe castigos físicos y un 19,7% violencia psicológica. Un 26,4% de los niños, niñas y adolescentes nunca ha vivido situaciones de violencia por parte de sus padres.

En Chile la violencia hacia los niños o niñas es una práctica frecuente.

Los casos de maltrato infantil que logran visibilidad pública, por su dramático desenlace, sólo constituyen una pequeña parte de una realidad mucho más amplia y generalizada.

Un significativo porcentaje de la población considera al castigo físico y sicológico como una herramienta “educadora”.

Es evidente que se trata de una práctica mucho más arraigada de lo que se supone y en la medida que no se modifiquen los múltiples factores sociales, culturales y económicos que la sostienen, se mantendrá por años.

La violencia psicológica

Estos son los 3 tipos de violencia psicológica que destruyen a los niños, una violencia silenciosa y terriblemente cruel. Aprende a controlarte y para no utilizarla nunca con tus hijos:

Esta violencia afecta directamente la autoestima de la persona, su integridad y finalmente destruye a la persona humana.

Por desgracia, los niños no se libran de este tipo de violencia, que puede llegar desde su propio entorno o desde un entorno externo.

Las 3 formas de violencia psicológica más agresivas

1. La humillación: Cuando alguien humilla a un niño delante de otros (o en privado), bombardea su autoestima de tal forma, que el niño se siente realmente miserable. La humillación, cuando se hace además de forma reiterada, puede anular por completo la autoestima del niño. Pero, ¿cómo se ejerce la humillación? Mediante la crítica constante, los insultos, las acusaciones falsas o inventadas, los comentarios despectivos… además de los castigos o amenazas.

2. El lavado de cerebro
Suena duro. Seguramente te venga a la cabeza el ‘modus operandi’ de las sectas y los partidos totalitarios. Pero el lavado de cerebro no es exclusivo de grupos políticos o religiosos. Se puede dar entre los niños en su propia casa. Se da en los casos en los que los propios padres del niño (o puede ser otro adulto) pone en duda la salud psicológica del pequeño. Son los adultos los que piensan que el niño tiene un problema mental o de comportamiento, aunque no sea cierto, y le tratan como tal. Lo que consiguen en este caso es generar ansiedad y confusión en el niño. Padres, por ejemplo, que piensan que su hijo es hiperactivo cuando no lo es, y le tratan como tal, cuando su hijo solo es nervioso. Consiguen que él mismo termine creyendo que tiene ese problema.

3. El aislamiento

La fase más extrema de la sobreprotección pasa por el control absoluto del niño. Son padres que escogen qué puede y no hacer su hijo en todo momento. Cuándo puede ver a sus amigos y cuándo no puede verles, cuándo puede ver a sus familiares. Tienden a prohibir a sus hijos el contacto con otros niños e incluso con su familia. De esta forma, el niño depende en exclusiva de sus padres. Con esto, los padres anulan la autonomía y libertad del niño y le ‘encierran’ en su hogar, creando para él un mundo paralelo al de la realidad.

En la vida más moderna se les prohibe el uso de celulares en ciertas ocasiones, sin antes llegar a un acuerdo dialogado entre los padres y el hijo o los hijos frente a este tipo de  problemas.