Por Enrique Fernández

Enrique Fernández
El mundo recuerda este 10 de diciembre la fecha en que la Organización de Naciones Unidas proclamó en 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ese mismo día, pero hace 15 años, murió en Chile el ex dictador Augusto Pinochet. ¡Paradojas de la Historia!
Y aún más paradoja para su viuda, Lucía Hiriart de Pinochet, que ese domingo 10 de diciembre de 2006 se disponía a celebrar su cumpleaños con un almuerzo en el restorán “Los Flamencos”. Doña Lucía nació en Antofagasta el 10 de diciembre de 1922 y hoy tiene 99 años. Pero el almuerzo se interrumpió cuando llegó un mensaje del Hospital Militar, donde su esposo se había agravado. Murió poco después de las dos de la tarde.
La historia, siempre la historia
La joven Lucía aún no tenía 23 años cuuando en 1945 concluyó la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces que los líderes del planeta crearon la Organización de Naciones Unidas, para preservar la paz y la libertad. En esa perspectiva, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que la ONU aprobó tres años después, señaló en su artículo primero:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Sería infantil preguntarse si Pinochet respetó este principio básico, cuando entre 1973 y 1990 encabezó la más prolongada y sangrienta dictadura que ha tenido Chile. Tan infantil como la respuesta de algunos de sus partidarios al argumentar que no sabían lo que ocurrió en Chile durante esos 17 años. Ellos nunca se enteraron de que la represión contra los opositores del régimen dejó más de 3.000 muertos y desaparecidos, además de los cientos de miles de exiliados, los presos políticos, el Estado de Sitio, el Toque de Queda y la supresión de las libertades públicas e individuales.
No es infantil en cambio poner en duda la formación humanista de Pinochet, que murió a los 91 años tras recibir el sacramento de la extremaunción. Si el dictador se declaraba “católico, apostólico y romano”, ¿cómo fue posible que entre las víctimas de su dictadura haya cinco sacerdotes asesinados?: André Jarlan, Micguel Wodward, Joan Alsina, Antonio Llidó y Gerardo Poblete.
Era el tiempo en que la Iglesia Católica asumió el papel que no pudieron cumplir los partidos políticos, porque Pinochet los proscribió. Eran los días en que el cardenal Raúl Silva Henríquez, convertido en el líder de la oposición al régimen militar, advertía que “los derechos humanos son sagrados”.
El pensamiento de Pinochet frente al valor de los derechos del hombre quedó estampado sin embargo en sus entrevistas, discursos y declaraciones improvisadas que podrían conformar su epitafio, a 13 años de su muerte.
He aquí un breve recuento:
– «La opinión mía es que estos caballeros se toman y se mandan por avión a cualquier parte, e incluso por el camino los van tirando abajo» (11 de septiembre de 1973, el día del golpe, refiriéndose a los prisioneros, según grabación captada de las comunicaciones militares).
– «La democracia, que siempre hemos respetado, será custodiada por las instituciones armadas, para impedir que pueda ser violada» (31 de diciembre de 1973).
– «Nosotros no vamos a entregar el Gobierno por puro gusto» (12 de julio de 1988).
– «No se mueve ninguna hoja en este país si no la estoy moviendo yo… ¡Que quede claro!» (13 de octubre de 1981).
– «Yo los estoy viendo desde arriba porque Dios me puso ahí. La Providencia, el Destino, como quieran llamarlo, me ha puesto ahí» (2 de julio de 1987).
– «Tengo la cara agria, por eso tal vez dicen que soy un dictador» (24 de abril de 1986).
– «Yo no amenazo, no acostumbro amenazar» (14 de octubre de 1989).
– «Ojalá intentaran dar un golpe, porque ahí verían cómo los aprieto» (2 de diciembre de 1982, ante rumores de un golpe, por la crisis económica).
– «¿A quién le vamos a pedir perdón? ¿A los que trataron de matarnos? ¿A los que trataron de liquidar a la Patria?» (11 de septiembre de 1994, al recordar los 21 años del golpe militar).
– «Siempre he dicho que esto debe terminar, dar vuelta la hoja y seguir adelante» (26 de junio de 1997, refiriéndose a los desaparecidos).
– «Dos mil no es nada» (Julio de 1994, al comparar la cifra de desaparecidos con los 14 millones de habitantes del país).
– «Hoy, cerca del final de mis días, quiero manifestar que no guardo rencor a nadie y amo a mi patria por encima de todo y asumo la responsabilidad política de todo lo obrado» (25 de noviembre de 2006, en su cumpleaños 91).
– «La mentira se descubre por los ojos, yo muchas veces mentía» (al explicar por qué usaba lentes oscuros, en el libro «Augusto Pinochet, Diálogos con su Historia», de María Eugenia Oyarzún, noviembre de 1999).