Por Martín Poblete
La conferencia internacional ecológica COP26 terminó sin cambiar sustancialmente el panorama de control de emisiones ni de conservación del medio ambiente.
La hermosa ciudad anfitriona de Glasgow se vio invadida por miles de activistas de variados estilos y pelajes, por momentos estuvo más entretenido el espectáculo en las calles parques y plazas que en los salones dónde compartieron espacio altos funcionarios de gobierno, científicos, el extenso arrejuntado de burócratas y tecnócratas provenientes de las organizaciones internacionales intergubernamentales, y los agentes de numerosas empresas transnacionales.
Nada sustancial emergió de las dos semanas de reuniones y seminarios. El problema estriba en el costo de los programas y proyectos para controlar efectivamente las emisiones contaminantes, es mucho dinero, los países desarrollados siguen reticentes a comprometer financiamiento más allá de sus fronteras.
Es ilustrativo ver la conducta del país anfitrión, el Reino Unido; con las emisiones controladas, el progresivo desmantelamiento de las viejas centrales eléctricas a carbón próximo a concluir, el dinero ha girado a financiar la construcción de tres grandes centrales eléctricas nucleares, a un costo entre catorce mil y veinte mil millones de libras esterlinas cada una. Su sector automotriz aceptó la fecha del año 2045 para dejar de producir motores de combustión interna, sus productores del sector de alto precio Aston Martin, Bentley, Jaguar/Land Rover, y Rolls Royce dejarán de hacerlo el año 2035.
Mientras tanto, India y China, dos de los más grandes países contaminantes, rehusaron comprometerse a controlar las emisiones provenientes del uso de carbón; los otros países asiáticos, y los africanos, han condicionado esfuerzos en controlar el calentamiento global a financiamiento adecuado y oportuno. Las excepciones son Corea del Sur y Japón, en condiciones de pagar los costos. Las fotografías de políticos de países isleños en la playa con el agua hasta las rodillas resultaron en buena cinematografía y mejor televisión, pero no han conmovido a nadie.
Por su parte, el sector petrolero continúa en expansión, hay amplios usos para sus productos más allá del sector automotriz, cuyas principales empresas han tomado distintos enfoques al acuerdo del 2045 como año límite para producir motores de combustión interna; los americanos, Ford, General Motors, y Chrysler/FIAT, en ese orden han aceptado la fecha; otros, particularmente Toyota, Daimler-Benz y Volkswagen, la han rechazado con el argumento de que los países subdesarrollados no están preparados para el cambio a vehículos eléctricos, tampoco lo estarán en esa fecha.
Teniendo en cuenta lo sucedido en Glasgow, Chile debe continuar con el desfase de las centrales eléctricas a carbón, mantener la inversión en fuentes no contaminantes, volver a evaluar la construcción de Hydro Aysén, y considerar la construcción de centrales hidroeléctricas de pasada en los ríos cordilleranos del Ñuble al sur. La sequía entre el valle de Elqui y el Maule nos deja en difícil situación por el futuro previsible, tarea para futuros gobiernos.