Por Martín Poblete Pujol
Las instituciones, como las personas, tienen reputación, le corresponde a sus miembros, particularmente a sus autoridades, cuidarla y reforzarla. Cuando sucesivos errores en el manejo interno de una institución transitoria como la Constituyente, resultan en gradual pérdida de la confianza pública, esto trae inevitablemente daño reputacional.
Los convencionales de mayoría parecen haber malentendido sus deberes. Fueron elegidos para un fin específico, redactar un proyecto de constitución para la República de Chile, el cual será sometido a plebiscito de salida con voto obligatorio.
Si quieren tener éxito, el texto acordado deberá tener en cuenta a todos los ciudadanos; es legítimo poner énfasis en aspectos institucionales característicos de las diversas ideologías de izquierda representadas por la mayoría de los convencionales, pero esa legitimidad se pierde cuando se pretende imponer modelos desprestigiados y obsoletos. En ningún caso el texto propuesto debiera contener menos derechos que aquellos ya consagrados en el Compendio Constitucional de 2005.
En la discusión reglamentaria en comisiones y sub-comisiones, han aflorado rasgos de ideologías totalitarias fracasadas, reaccionarias y retardatarias; de persistir en esta tendencia, los convencionales de mayoría arriesgan el fracaso de la Constituyente. De otra parte, el éxito depende directamente de la capacidad de buscar entenderse, del diálogo constructivo conducente a convencer y persuadir, del proceder conforme al mandato recibido. La discusión reglamentaria en el Pleno dará claras indicaciones de la proyección futura.
La farsesca conducta del convencional Rojas Vade alias «el Pelao», presenta un serio problema a quienes tienen en sus manos dirigir los asuntos de la Constituyente; no parece comprenderlo así la presidenta Elisa Loncón, tampoco el vice-presidente Jaime Bassa. Al responder débilmente a la situación creada por las falsedades del mentado Rojas Vade alias «el Pelao», los dirigentes de la Constituyente podrían dañar gravemente la reputación de la entidad.