Por Martín Poblete Pujol

Martín Poblete
Cuanto tiempo sin leer mapas, eso siempre debe hacerse cuidadosamente, algo de particular valor para nosotros en un país siempre atento a iniciativas de nuestros vecinos en busca de reactivar viejas querellas, o inventar nuevas.
En el año 2009, el gobierno de Argentina depósito en oficina adjunta al aparato del Secretario General de Naciones Unidas, un mapa del Atlántico sur con plataforma continental sobre extendida de tal manera hasta superponerse a similares derechos de Chile a partir del Tratado de Paz y Amistad de 1985.
La pretensión argentina recibió las observaciones pertinentes de la Cancillería chilena por vía diplomática siguiendo los protocolos existentes acordados por ambas partes, en retrospectiva tal vez se debió tener actitud más enérgica.
La publicación hace menos de un mes de un mapa adjunto a un decreto supremo promulgado por el gobierno argentino, motivó enérgica respuesta en forma de un decreto supremo publicado en el Diario Oficial, y en Declaración leída personalmente por el Canciller Allamand, reafirmando nuestros derechos de manera tan concluyente como convincente. Nuestra reacción parece haber tomado por sorpresa a las autoridades pertinentes en Buenos Aires, cuya réplica en lenguaje confrontacional, inapropiado, remató en ambas partes recordando la tradición de resolver estos asuntos por medio del diálogo bilateral y negociaciones cuando sean necesarias.
La situación política chilena es particularmente singular, no sólo nos hallamos en medio de campaña presidencial así como de candidatos a diputados y senadores en el Congreso, también tenemos iniciado un proceso de redactar una nueva constitución por medio de una Convención Constituyente. El Gobierno y la Cancillería deberán hacer un esfuerzo de abstracción, dejar a un lado el intenso juego político de fuertes sesgos ideológicos marcando el período eleccionario, para centras sus esfuerzos en llevar por cauces adecuados este delicado asunto.
El lenguaje del más reciente documento del gobierno argentino, debe comprenderse en el marco de una situación política de difícil manejo para el Presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner, invariablemente presionados por los avatares internos en el peronismo. Sin embargo, usar un diferendo sobre límites marítimos con Chile puede tener sus limitaciones frente a la opinión pública, especialmente si no se está respaldado por la razón en los argumentos.
La proyección cartográfica de nuestra Cancillería, en un arco desde Punta Puga en la margen occidental del Canal de Beagle a las Islas Diego Ramírez, nos deja en impecables derechos a defender la extensión de nuestra plataforma continental y la de nuestro Territorio Antártico.
Valga recordarlo, el Cabo de Hornos queda en mar territorial chileno. Es importante abordar esta cuestión con firmeza desde el comienzo, todavía tenemos pendiente la delimitación definitiva del Campo de Hielos Sur, cualesquiera sea el giro de la negociación ese territorio quedará en su mayor parte en Chile, esto no será fácil de digerir para quienes sean los ocupantes de turno en la Casa Rosada.