Por Alejanra Pataro*

Esta semana en Mundo, continuamos con la cobertura de Afganistán que derivó este jueves en un doble atentado en Kabul, en una crónica de una muerte anunciada.

A pesar de las advertencias de un «inminente» y «severo» ataque en la zona del aeropuerto, cientos de afganos, que llevaban días acampando en primera fila cerca de la puerta de la terminal, se negaron a regresar a sus casas, y fueron presa de una carnicería.

Las evacuaciones llegan a su fin a partir de este viernes, con la salida definitiva de los Estados Unidos el martes 31 de agosto.

Joe Biden, en el peor momento de su presidencia, prometió «cazar a los culpables». Pero el daño está hecho. La retirada de EE.UU. después de 20 años en Afganistán y el regreso del talibán convirtieron al país en un nido de grupos terroristas.

Un informe de las Naciones Unidas en junio concluyó que, entre 8.000 y 10.000 combatientes de Asia Central, la región del norte del Cáucaso de Rusia, Pakistán y la región de Xinjiang en el oeste de China llegaron a Afganistán en los últimos meses. La mayoría están asociados con los talibanes o al-Qaeda, según el informe, pero otros están aliados con ISIS-K, responsable del atentado en Kabul.

“Afganistán se ha convertido ahora en Las Vegas de los terroristas, de los radicales y de los extremistas”, dijo Ali Mohammad Ali, un ex funcionario de seguridad afgano, citado por The New York Times. “Gente de todo el mundo, radicales y extremistas, cantan, celebran la victoria de los talibanes. Esto está allanando el camino para que otros extremistas vengan a Afganistán.»

(*) Columnista del diario Clarín de Buenos Aires