Ya ha pasado un mes desde las protestas registradas en julio, las que las autoridades de la isla han logrado controlar en gran medida con la aprobación de algunas medidas económicas que permiten en parte paliar la difícil situación que vive masivamente la población, sin ninguna muestra de querer reformar algunos aspecto del sistema político.

El régimen cubano acusó a Estados Unidos y a las redes sociales de querer “destruir la revolución atizando el caos”. Así el régimen dispuso varias normas y reorganizaciones administrativas, al tiempo que envió a dirigentes del Partido Comunista y organizaciones statatales a ocuparse de las comunidades más necestadas.

Hay sí conciencia en el Gobierno cubano es que el levantameiento del 11 y 12 de julio no fue para cambiar el sistema político, sino que fue una respuesta al hartazgo de la situación de vida y pobreza sin que se haya recibido una propuesta alternativa del gobierno existente.

Ciertamente el hecho fue definido por los especialistas sociales y políticos, fuera de Cuba,  como un levantamiento popular o estallido social con un componente popular importante.

El economista y analista , profesor Relaciones Internacionales en la Universidad Holy Names en California, Arturo López-Levy (foto derecha)  declaró a funtes de prensa en Estados Unidos que este hecho marcaba “un antes y un después por la magnitud que tuvieron”.

Miles se lanzaron a las calles el domingo 11 y en menor medida el lunes 12 de julio reclamando una solución ante la carestía de la vida, el desabasto de alimentos, medicinas y largas colas. También hubo demandas más políticas aunque en menos escala, como exhortaciones a una mayor “libertad” o cambios de régimen.

62 personas fueron procesadas por delitos menores como desórdenes públicos, mientras que otras señaladas esperan la resolución judicial por atentado o daños.

La reacción del régimen mostró sorpresa ante las manifestaciones.

Miguel Díaz Canel, Presidente de Cuba

Inicialmente, el presidente Miguel Díaz-Canel visitó el poblado de San Antonio de los Baños —primer foco del descontento— para calmar a la población, pero cuando supo que la protestas estaban en La Habana y varios puntos del país llamó a sus simpatizantes a combatir a los “contrarrevolucionarios” lo que desató una fuerte represión en toda la isla.

En las semanas siguientes Díaz-Canel reconoció la realidad de una Cuba con disparidades sociales –por ejemplo, entre quienes tienen acceso a dólares como la cúpula del régimen y sus aliados, y aquellos que pueden comprar en tiendas en divisas–, falta de expectativa entre jóvenes y marginalidad en las barriadas populares.

El Profesor Asociado de Historia de Universidad de Miami, Michael J. Bustamante (foto derecha), declaró a la agencia Asociated Press (AP) que “no creo que las medidas económicas oficiales sirvan para paliar la situación, ni las frustraciones acumuladas”.

“Saco un balance triste”, agregó Bustamante en referencia a los arrestos. Se informó que una persona murió en un enfrentamiento con la Policía, pero nunca hubo un reporte oficial de detenidos o la cuantía de los daños materiales.

Las autoridades suspendieron hasta diciembre el pago de aranceles para que viajeros importen sin límites medicinas, efectos de aseo y alimentos; se permitió la inscripción temporal de personas que no estaban en las libretas de abastecimiento; se quitaron trabas a emprendedores privados para importar insumos y se agilizó la apertura de mercados agropecuarios abastecidos previamente autorizados.

El Ministerio de Comercio Interior dispuso además la venta de varias libras extras de arroz para cada persona y la entrega inmediata de paquetes con donaciones internacionales de productos como aceite, frijoles o harina, agregó Bustamante.

El régimen anunció nuevamente que están listas las leyes que autorizarán la creación de pequeñas y medianas empresas —sin publicarlas en la Gaceta Oficial–, algo que lleva por lo menos dos años promocionando sin concretar y que significarían un paso importante para el modelo de fuerte estatismo. También repitió que se ampliaría el trabajo independiente.

A pesar de todo esto, para los economistas como López-Levy en Cuba hay un “excesivo gradualismo” para transitar hacia “una economía mixta”, que se refleje en mejoras para la población. Nada se dijo, por ejemplo, de las demandas de los profesionales como arquitectos, abogados o ingenieros por ejercer de manera independiente o mediante cooperativas, la inversión extranjera de cubanos residentes en el extranjero o que cuestione el monopolio estatal de comercio exterior, entre otras medidas posibles sugeridas por expertos.

Cuba sufre una crisis económica en la cual se mezcla la paralización provocada por la pandemia y las ineficiencias de su modelo.