La inmunidad que producen las vacunas ARN de Pfizer y Moderna podría durar años y hasta toda la vida, revela un nuevo estudio que sugiere que no habrá necesidad de recibir refuerzos, siempre y cuando no aparezcan variantes muy distintas del coronavirus a las que están circulando, algo que no se descarta.
La investigación, publicada en la revista Nature, analizó la evolución de la respuesta inmunológica a través de los llamados centros germinales, que se forman en los ganglios linfáticos después de la vacunación o la infección y hacen las veces de ‘campos de entrenamiento’ para las células B de memoria, que allí se hacen más sofisticadas para reconocer distintas secuencias genéticas virales.
Para ello, reclutaron a 41 personas que habían recibido dos dosis de la vacunan de Pfizer -que usa la misma tecnología de ARN mensajero que la de Moderna-. Ocho de ellas habían tenido covid-19 en el pasado. A todas les extrajeron muestras de los ganglios linfáticos a las 3,4,7 y 15 semanas después de la primera dosis.
Lo que encontraron fue “una señal muy, muy buena”, según Ali Ellebedy, inmunólogo de la Universidad de Washington en St. Louis y director del estudio en dclaracions a The New York Times: a las 15 semanas los centros germinales seguían estando muy activos en todos los participantes y la cantidad de células que reconocían al coronavirus no se había reducido.
“Todo el mundo se enfoca en que el virus está evolucionando, esto nos demuestra que las células B están haciendo lo mismo. Y ofrecerá protección contra la constante evolución del virus, lo que es realmente esperanzador”, dijo al New York Times, Marion Pepper, inmunólogo de la Universidad de Washington en Seattle.
El hecho de que esas reacciones continuaran por casi cuatro meses es un excelente indicio de que la mayoría de las personas vacunadas tendrá protección a largo plazo contra las variantes actuales del coronavirus, aunque puede que haya excepciones como adultos mayores, personas con el sistema inmune comprometido o en medicación con inmunosupresores que quizá requieran refuerzos.
Quienes tuvieron covid-19 y luego se vacunaron quizá nunca los necesiten, piensan los investigadores. Y la evidencia indica que el impulso de la respuesta inmune generada por la vacunación es posiblemente más robusto que el generado exclusivamente por el contagio natural de la enfermedad.
No obstante, en todo esto hay una importante salvedad: que no surjan variantes con escape inmune resistentes a estas vacunas, un riesgo que siempre está latente y que ha quedado en evidencia durante los últimos meses.