Latinoamérica es la región mundialmente más violenta y los datos son impresionantes: El 33% de los homicidios del mundo ocurre aquí, aunque sólo somos el 8% de la población del planeta. Los homicidios se concentran en Brasil, Colombia, México y Venezuela. En el primero, más de un millón de personas fueron asesinadas en los últimos 30 años. En su mayoría eran hombres jóvenes. En 2017, de los 20 países del mundo con mayor tasa de homicidios per cápita, 17 eran latinoamericanos. El Salvador encabezaba la lista con una tasa promedio 60 homicidios por cada 100 000 habitantes. Mientras que el promedio de homicidios con armas de fuego en el mundo es de 32%, esa proporción salta al 67 % en Centroamérica; 53 % en Sudamérica, y 51 % en el Caribe. En contraste, la proporción de homicidios con armas de fuego en Asia del Este es de 3 %.
Estos datos son del libro «Tráfico de armas y violencia: De la red global al reto de seguridad local, editado en 2021 por los académicos David Pérez, Carlos Pérezy Eugenio Weigened.. En diez capítulos escritos por 25 expertos de 7 regiones del mundo, el libro presenta el primer estudio comparativo de los retos que tienen, en materia de armas, Estados Unidos, América Latina, Europa, África y Oceanía.
Para los editores, no se pueden entender las dinámicas de este tráfico sin primero resaltar el papel de Estados Unidos tanto en el comercio legal como ilegal de armas.
La lista de drogas con mayor tasa de consumo en Chile son marihuana, cocaína, pasta base y éxtasis. La referencia está entregada a partir de datos de consumo individual. Cada año aumentan las toneladas incautadas por la policía, y sobre todo el dinero, además de armas y bienes.
2.- Con la llegada de la pandemia el negocio de la droga experimentó cambios y creció
Al revés de otros rubros comerciales, se empezó a mover con más rapidez y, por ejemplo, la vieja costumbre de comprar en las esquinas quedó atrás y ahora existen redes de distribución que se comunican por aplicaciones digitales y se reparten al más puro estilo “delivery”.
Según informes policiales, las bandas que operan en Chile se han organizado con redes de distribución modernas y mucho más especializadas, lo que hace más rápido el proceso de producción, entrega y ganancias. Esencialmente, se han replicado las formas de actuar de bandas europeas.
Los jefes de las mafias narcos son invisibles
Otro cambio registrado es el que han alcanzado la “invisibilidad” de los líderes. Antes el jefe narco vivía en el barrio, se ganaba la confianza de los vecinos y ejecutaba planes desde sus ostentosas casas en la población. Hoy, eso es diferente, cambian de sectores con más frecuencia y crean empresas que vigilan la acción de sus redes. Mantienen contacto con países fronterizos, especialmente Perú y Bolivia, y abren rutas desde Colombia. Conmemoran a sus muertos realizando narco funerales para advertir a viva voz, quién manda aquí y allá.
Se han especializado en la creación de empresas blanqueadoras, sociedades que contratan abogados para lavar el dinero y se diversifican con otras especies para “despistar”. Es una empresa y como tal se debe distribuir por todo el territorio. Así como se reparte en Santiago, también se expande y diversifica por otras regiones. Arica, Iquique, Concepción, Temuco, Puerto Montt, Osorno, Talca, Valparaíso, La Serena, Rancagua, Talca y el resto del país de manera cotidiana gracias a una cadena logística que funciona como reloj.
La números de la Policía Civil chilena PDI son igual de alarmantes. Hasta junio de 2020 se habían incautado 11 mil 500 kilos de drogas divididos entre marihuana, cocaína y pasta base. Convertido a dinero, alcanza una cifra superior a los USD 162 millones.
Sobre las estadísticas se consigna en el informe que entre enero y junio de 2019 la incautación de droga sumó 9.174 kilos, que se transforman en más de USD 130 mil dólares. En 2020, se registró un alza de 19% especialmente desde abril, cuando más álgidas se presentaron las medidas contra el COVID-19, con cuarentena incluida. Allí el decomiso aumentó 81,5%.