El coronavirus en lo que ha sido un nuevo giro inesperado y perturbador en Brasil parece estar matando ahora a bebés y niños pequeños a una tasa inusualmente elevada. Los expertos creen que la sobrecarga del sistema hospitalario brasileño y el acceso desigual a la atención sanitaria son algunas de las razones por las que los bebés y los niños pequeños sucumben al virus a un ritmo elevado.

Desde el comienzo de la pandemia, 832 niños menores de 5 años han fallecido por el virus, según el Ministerio de Salud de Brasil. Existen pocos datos comparables porque cada país rastrea el impacto del virus de manera diferente. Sin embargo, en Estados Unidos, que tiene una población mucho más grande que Brasil, y un número general de muertes por COVID-19 más alto, han fallecido 139 niños menores de 4 años.

Además, el número oficial de muertes infantiles en Brasil muy probablemente sea un recuento sustancialmente inferior, ya que la falta de pruebas generalizadas implica que muchos casos no son diagnosticados, afirmó Fátima Marinho, epidemióloga de la Universidad de São Paulo al diario The New York Times.

Marinho, quien dirige un estudio que totaliza el número de muertos en la población infantil tanto en casos sospechosos como confirmados, calcula que más de 2200 niños menores de 5 años han muerto desde el inicio de la pandemia, incluyendo más de 1600 bebés de menos de un año. “Es una cifra absurdamente elevada. No hemos visto esto en ningún otro lugar del mundo”, reconoció Marinho.

Expertos en Brasil, Europa y Estados Unidos coinciden en que el número de muertes infantiles por COVID-19 en Brasil parece ser particularmente alto.
“Esos números son sorprendentes. Son mucho más altos que los que estamos viendo en Estados Unidos”, dijo Sean O’Leary, vicepresidente del comité de enfermedades infecciosas de la Academia Estadounidense de Pediatría y especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Campus de Medicina de la Universidad de Colorado. En declaraciones también al Times y agregó “bajo cualquier parámetro que estemos utilizando aquí en Estados Unidos, esos números son mucho más altos”.

No hay evidencia disponible sobre el impacto de las variantes del virus —que según los científicos están generando más casos graves de COVID-19 en adultos jóvenes y sanos e incrementando el número de muertes en Brasil— en bebés y niños.

Sin embargo, los expertos afirman que la variante P.1, que se ha extendido ampliamente en Brasil, parece conducir a mayores tasas de mortalidad entre mujeres embarazadas. Algunas mujeres con covid están dando a luz a bebés prematuros ya infectados con el virus, dijo André Ricardo Ribas Freitas, epidemiólogo de la Facultad de Medicina São Leopoldo Mandic en Campinas, quien dirigió un estudio reciente sobre el impacto de la variante.

“Ya podemos afirmar que la variante P.1 tiene efectos mucho más graves en mujeres embarazadas”, dijo Ribas Freitas. “Y con frecuencia, si la mujer embarazada tiene el virus, es posible  que el bebé no sobreviva o que ambos fallezcan”.

Según los expertos, la falta de acceso oportuno y adecuado a la atención médica infantil probablemente sea un factor en la cifra de muertos. En Estados Unidos y Europa, dijeron los expertos, el tratamiento temprano ha sido clave para la recuperación de los niños infectados con el virus. En Brasil, los médicos están saturados y a menudo se han demorado en confirmar las infecciones en los niños, dijo Marinho.

“A los niños no les están aplicando pruebas de diagnóstico”, dijo Marinho. “Los envían a casa, y es solo cuando estos niños regresan en condiciones realmente graves que sospecha de COVID-19”, señaló al Times.

Lara Shekerdemian, directora de cuidados intensivos en el Hospital Infantil de Texas, dijo que la tasa de mortalidad en niños que contraen COVID-19 sigue siendo muy baja, pero que los niños que viven en países donde la atención médica es desigual corrían un riesgo mayor.

Incluso antes de que comenzara la pandemia, millones de brasileños que viven en zonas pobres tenían un acceso limitado a la atención básica de salud. En los últimos meses, el sistema se ha visto desbordado por la avalancha de pacientes en las unidades de cuidados intensivos, lo que causó una escasez crónica de camas.