Foto de portada: Cheney le habla «claro» a Donald Trump en su propia cara en su despacho en la  Casa Blanca.

Las cuentas por las críticas a los infundios del expresidente Donald Trump  sobre el fraude electoral que se habría cometido en su contra en 2020, comienzan ahora  a cobrarse en forma de venganza y su primera víctima es la líder y representante republicana Liz Cheney a quien  este iércoles le costó su puesto en el liderazgo republicano, lo que se ha interpretado como un mensaje del mismo ex presidente para el resto del partido.

Viviendo apartado del “mundanal ruido de la política” y fuera de las redes sociales y con contadas apariciones en medios de comunicación, el expresidente Donald Trump ve cómo logra el control del Partido Republicano con miras a la elección presidencial de 2024.

Con una estrategia impulsada en forma de revancha contra quienes no respaldan o no respaldaron  sus infundios del inexistente fraude en las elecciones de noviembre del 2020 de las que salió triunfante el demócrata Joe Biden y el derrotado Trump insiste en hablar, pero de otra forma, con venganza.

La defenestración de la que fue víctima la representante  Cheney este miércoles, cuando en una rápida votación fue despojada de su posición como número 3 de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, muestra la revancha del expresidente en acción.

Cheney ha condenado a Trump por su insistencia en la teoría del fraude electoral y haber incitado a la rebelión a sus simpatizantes que asaltaron el Capitolio el 6 de enero y que dejó 5 muertos. La representante por Wyoming fue una de los 10 republicanos que votó por el segundo ‘impeachment’ del entonces presidente.

Y cuando en las últimas semanas el hoy residente del famoso resort de West Palm Beach volvió por fueros, en comunicados dignos de Twitter enviados vía correo electrónico por su SuperPac ‘Save América’ (leer anrtes en KRADIARIO), Cheney le ha salido al paso denunciándolo como un peligro para la institucionalidad estadounidense.

Pero la venganza de Trump pudo más y Cheney terminó siendo expulsada por una mayoría “abrumadora”, según relatos de quienes estuvieron presentes en la conferencia republicana, menos de cuatro meses después de que logró sobrevivir con comodidad a una moción similar.

En los días inmediatos al asalto al Capitolio muchos republicanos, impactados por las tensiones recién vividas, condenaron a Trump por su responsabilidad en los eventos de aquel día, cuando arengó desde las afueras de la Casa Blanca a sus simpatizantes a marchar hasta el edificio del Congreso que en ese momento cumplía la formalidad de registrar el voto del Colegio Electoral que dio el triunfo a Joe Biden.

Algunas condenas eran más directas o fuertes que otras, pero en general había el consenso de que el tono y la oportunidad del discurso del mandatario no habían ayudado a calmar las cosas.

El líder de los republicanos en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, tuvo una conversación telefónica que terminó a gritos cuando le pidió a Trump que pidiera a sus seguidores que se retiraran del edificio. “¿Con quién demonios cree que está hablando?” le gritó McCarthy al presidente, según dijo un legislador republicano familiarizado con la llamada.