Por Manuel Cabieses Donoso

Manuel Cabieses Donoso
Hay personas que gozan de popularidad pero a la vez son muy desconocidas. Esto sucede con la diputada Pamela Jiles, la figura política mejor evaluada en las encuestas y por tanto potencial candidata a la Presidencia de la República. Criticada –y a veces, insultada- por ambos flancos políticos, las iniciativas “populistas” que promueve la “abuela” en favor de sus “nietitos” se aprueban por amplia mayoría en el Congreso y doblan la mano al Tribunal Constitucional y al Gobierno.
Soy de los que creen que, en general, el ser humano es la continuidad de sus raíces. Prolongamos lo esencial de los valores de nuestros ancestros. Pamela Jiles Moreno (60, periodista, cuatro hijos, dos propios y dos adoptivos) se cultivó en un terreno que legitimaba el matriarcado, de allí su personaje: la “abuela”.
Su propia abuela, doña Elena Caffarena Morice (1903-2003), fue una de las figuras más respetadas de la Izquierda chilena de su tiempo. Cuando cumplió cien años, Pamela escribió en Punto Final: “A veces le echo la culpa por inculcarnos esta tendencia a meternos en problemas o, como ella dice, a ‘enderezar curcunchos’ y obsesionarse preferentemente con las camisas de once varas, cuando estas valen la pena”.
Doña Elena Caffarena, abogada, (foto izquierda) fue fundadora y activista del histórico Movimiento Pro Emancipación de la Mujer de Chile (MEMCH), que en 1935 inició la lucha por el derecho a voto de las mujeres. Junto a ella destacaron mujeres de similar talante como Amanda Labarca, Marta Vergara, Graciela Mandujano, Delia Rouge y Olga Poblete, esta última fundadora del Liceo Manuel de Salas y destacada figura internacional en defensa de la paz y los derechos humanos. (1908-1999).
Elena Caffarena participó en 1980 en la creación del Comité de Derechos del Pueblo (Codepu), que enfrentó a la tiranía militar.
En los 90 tuvimos el honor de contarla entre los colaboradores de la revista Punto Final –PF- (de propiedad del autor). Escribió documentados artículos sobre el divorcio, el derecho al aborto y otros temas del feminismo.
Doña Elena no fue militante del partido comunista pero sí su marido, el abogado Jorge Jiles Pizarro, miembro de la comisión política del PC. Conocí a ambos en la oficina que compartían con el abogado Alejandro Pérez Arancibia, ex militante del PC, miembro del consejo de redacción de PF. Jorge Jiles participó en diversas misiones del PC, entre ellas la coordinación del viaje del Winnipeg que en septiembre de 1939 trajo a Chile a dos mil refugiados de la guerra civil española.
Doña Elena heredó una fortuna: era hija del inmigrante italiano Blas Caffarena Chiozza, fundador de la industria textil que lleva su nombre. También tuvo nexos con la “familia militar”: fue tía de los generales Ricardo Izurieta Caffarena y Oscar Izurieta Molina, ambos ex comandantes en jefe del ejército, y del general Pelayo Izurieta Molina.
La pareja Jiles-Caffarena tuvo tres hijos. Uno de ellos, Jorge, padre de Pamela, comunista, fue enviado a Cuba por su partido a inicios de la revolución.
Pamela Jiles llegó a La Habana en brazos de su madre, María Moreno Calderara, hija del diputado comunista Adolfo Moreno, y regresó a Chile cuando tenía 6 años. Estudió en el Liceo Manuel de Salas y periodismo en la Universidad Católica. Se inició temprano en la lucha contra la dictadura. A los 16 años fue secuestrada y vejada por agentes del régimen militar. Se hizo militante del clandestino Partido Comunista que enseguida la destinó a su brazo armado, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. En las filas del FPMR conoció a su actual pareja, Pablo Maltés.
Los lazos afectivos y políticos de Pamela Jiles con Cuba no se interrumpieron. Viajó varias veces a la isla y allá en 1987 se casó con Gastón Muñoz Briones, miembro del comité central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, fallecido el 2017. No sé de críticas de Pamela Jiles a Cuba y su revolución. Tampoco al proceso independentista de Venezuela.
Como periodista tengo también mucho respeto por el trabajo de Pamela durante la dictadura en revistas como Apsi, Solidaridad, Análisis y el diario Fortín Mapocho , como asimismo en programas periodísticos de televisión en los primeros años de la transición.
Pamela Jiles renunció al PC el 2006 pero no a su militancia en la Izquierda. Mantiene una política de principios y dispara desde la trinchera que ella misma construyó. La zapadora ideológica fustiga y humilla a la minoría oligárquica, se ríe de prejuicios y sectarismos y pisotea -con tacos aguja- la institucionalidad moribunda.
La “abuela” regalonea a sus “nietitos” con lluvias de billetes destripando las arcas de las AFP. Se trata de un procedimiento irracional: los trabajadores ponen a salvo la economía capitalista. Más de 60 mil millones de dólares de ahorros previsionales se inyectan a la vena del consumismo que pone en marcha el aparato productivo y comercial.
Pamela Jiles presiona una tecla de agitación social y de acción política que sus competidores no tienen el talento ni las agallas de utilizar. Es una líder de masas desorganizadas que ha convertido la farándula en herramienta para poner en marcha un movimiento heterogéneo y pluriclasista del pobrerío y de las capas medias castigadas por el neoliberalismo y la traición de la casta política.
Su protagonismo, que sonroja a la pacatería política, está haciendo fermentar la rebeldía, las furias igualitarias y los sueños de dignidad acumulados en el vientre de la sociedad. Los factores de revolución que asoman en la actual crisis hacen temblar a la oligarquía. Sus bomberos políticos intentan apagar el incendio desviándolo hacia el barranco insondable de la institucionalidad.
La pareja de Pamela define muy bien la fusión farándula-política que ella ha logrado. “Es la sátira del poder”, dice Maltés, convertido hoy en el “abuelo”.