Por Walter Krohne
Chile debería estar preparándose para “un después de la pandemia”, me refiero a la calidad y creación de nuevas condiciones de vida si es que alguna vez el virus baja su nivel de peligrosidad, que ya nos ha hecho cambiar aspectos fundamentales de nuestra existencia, como son la comunicaciones humanas directas y presenciales y los contactos estrechos con la gran familia. Es una esperanza, pero también está la esperanza de la vacuna que hasta ahora no se sabe bien y con certeza qué efecto va a tener, especialmente frente a las nuevas mutaciones experimentadas por el virus original.
Las condiciones actuales son inciertas al tener que vivir, más encima, en una cuarentena que no parece tener fin y que está causando múltiples estragos, peores que la enfermedad misma, como los trastornos psicológicos que nadie sabe cómo se van a tratar en el futuro para que no queden secuelas que lleguen a impedir el normal funcionamiento de muchas actividades del estado, como es la situación de los profesores y alumnos, hoy con colegios sin clases presenciales. ¿Habrá fondos estatales especiales para estos tratamientos?
Los psicólogos se van a encontrar, y ya lo están experimentando, con distintos tipos de desórdenes mentales que requieren urgente rehabilitación. Aquí se trata de mejorar ciertos trastornos disfuncionales cerebrales producidos por efectos de la pandemia.
Y dentro de este cuadro deben también considerarse otros problemas, como el incremento de los femicidios frustrados y los conflictos intrafamiliares. La violencia en algunos sectores habitacionales es enorme, sin que se conozcan hasta ahora estadísticas claras sobre esta materia, especialmente en hogares en que se vive la pobreza o mejor dicho la miseria humana misma. Hay que pensar en la cantidad de personas que viven hacinadas en sectores urbanos o en campamentos.
Las medidas de confinamiento se han transformado igualmente en un peligro para quienes son víctimas de la violencia de género. Y lo peor es que estas cuarentenas ya casi no se respetan, porque la gente esta canasada con este problema que impone un régimen de mucha disciplina y que ya se extiende por dos años sin solución, además de los irresponsables que no respetan nada y frecuentemente se escuchan la celebración de fiestas clandestinas. La parte más dramática es la gente que tiene que salir a trabajar porque si no lo hace no come.
Según un informe reciente de ONU los casos de violencia de género han aumentado considerablemente con la llegada del virus y con los confinamiento que buscan frenar la expansión de esta enfermedad. Sin embargo, especialmente en México, Centroamérica, Bolivia o Argentina, estas medidas extremas de protección se han transformado en un peligro justamente para este tipo de violencia. Hay mujeres que se han visto obligadas a pasar las cuarentenas al lado de sus agresores. Y si bien, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género reveló que en Chile hubo en 2020 una disminución de las denuncias efectivas en relación a 2019, las llamadas al fono de ayuda 1455 aumentaron en más de un 70%.
Gloria Jiménez, Secretaria de Genero y Sexualidad de la Universidad Católica señaló que en estas circunstancias de cuarentena, en que hay mucha tensión, incertidumbre, problemas financieros y problemas psicológicos, es esperable que en familias donde ya existía violencia intrafamiliar ésta se acentúe.
“Cuando las víctimas tienen que estar encerradas constantemente con su agresor, en un contexto en el que además muchos hombres, por las masculinidades que hemos ido construyendo a lo largo de la historia, no se sienten cómodos en casa, no se sienten cómodos con este rol de cuidadores, es probable que se genere un aumento de la violencia de género”, dice Jiménez, quien es también investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social de la misma universidad.
Muchas encuestas demuestran que el reparto de tareas domésticas está reflejando esa desigualdad de género. Esa asimetría de poder, que ya existía antes entre hombres y mujeres.
Pero volviendo a nuestra realidad presente, aparte de la violencia intrafamiliar y los problemas económicos que se producen, está el aumento de la delincuencia general y especialmente el narcotráfico. Estos últimos son problemas graves que afectan a toda la población por igual, ricos y pobres. Y también parecen problemas que han venido para quedarse
En ese sentido, si bien la situación que está viviendo la sociedad en general con la pandemia, es extrema, también puede ser una oportunidad para intentar cambiar los roles tradicionales de género.
“Si empezamos a pensar qué tipo de políticas públicas tenemos que implementar durante la pandemia, es importante que tengan una perspectiva de género que permee estas políticas. Sabemos que esta situación no está afectando de la misma forma a hombres y a mujeres, porque por ejemplo, las mujeres están empleando mucho más de su tiempo en hacer tareas domésticas», destacó Jiménez.
Más allá de la concientización de las desigualdades de género que se ha logrado en los últimos años, gracias al aporte que ha realizado el movimiento feminista y el desarrollo de políticas públicas, la académica explica que es necesario que estas campañas tengan un carácter más local para que sean efectivas, porque muchas de estas campañas a nivel gubernamental o a nivel central, no llegan a todas las mujeres, como lo señalan las encuestas.
Jiménez dice que para ello es necesario tener actores sociales que sean intermediarios entre los gobiernos centrales y la población. Que conozcan mejor la situación de estas mujeres, y que sean capaces de satisfacer sus necesidades. Estas políticas, que son necesarias, son mucho más globales, mucho más generales”
Pero volviendo a nuestra cuarentena actual, que es una medida de ya “larga data” en nuestra historia pandémica ¿es realmente efectiva para llegar a la meta de aplacar o anular el virus o de lograr la deseada inmunidad de rebaño?
Muchos especialistas creen que esa meta está aún lejana, con o sin cuarentena. Esta última medida, como ya vimos, produce una serie de problemas sociales y policiales y en muchos países no ha tenido el resultado esperado. Esto se ha visto ya en Europa, en Estados Unidos y en América Latina en general. En cuarentena bajan los niveles de contagios y muertos, pero vuelven a ser iguales o a veces peores, tras terminada la aplicación de la medida.
Entonces la pregunta debe ser ¿si la cuarentena es efectiva o es peor que la enfermedad?
Los niños sin colegios y en sus casas, atroz; las familias sin ayudas económicas y sin ingresos, atroz; la violencia en los hogares se incrementa, atroz; la delincuencia con el narcotráfico incluido se expande por las ciudades, atroz; y para que seguimos.
¿No sería quizá mejor ponernos a pensar qué va a pasar después del virus? ¿Cómo nos vamos a reorganizar, al menos en Chile con políticos, en general, sin la altura necesaria para sacar al país de la crisis en que nos encontramos?
Creo que no debe descartarse tampoco la posibilidad que el virus se quede con nosotros o que vino para quedarse, lo que nos obligará a cambiar nuestros métodos y costumbres para vivir con el virus y no siempre contra el virus. Esto significa un cambio inmenso en nuestras costumbres, métodos de trabajo y comunicaciones presenciales, pero viviremos o seguiremos viviendo, aunque sea de otra forma. Es una manera de pensar positivamente las cosas.
Felicitaciones !!, excelente articulo