Por Roberto Mejía Alarcón
A la fecha y en los primeros días de campaña electoral los dos finalistas –el izquierdista Pedro Castillo o la populista de derecha Keiko Fujimori -que compiten en procura de la banda presidencial tratan de llevar agua para sus molinos, en una pugna verbal que, al parecer, se volverá más beligerante de lo imaginable.
¿Quién lo hará mejor: Pedro Castillo o Keiko Fujimori? Todavía no lo sabemos.
En todo en caso la encuesta Ipsos ya entregó este lunes una primera encuesta, habiendo pasado una semana de la primera vuelta que da 42% a Castillo -11 más que a Fujimori- aunque estima en 16% los votos nulos y blancos. El balotaje o segunda vuelta final está fijada para el 6 de junio.
La desesperación por alzar vuelo lo más rápido posible y aterrizar en el acogedor solar ciudadano, los está llevando al uso desmedido de la palabra adjetiva, en un equivocado propósito de desmerecer las cualidades que quizá tenga uno u otro.
Olvidan que en estos tiempos ha emergido una nueva generación de electores que tiene una visión diferente de la realidad política, económica y social del país y que reclama, más que voces altisonantes, soluciones reales a los problemas más acuciantes, que se puedan emprender en un plazo inmediato del periodo de cinco años de gestión gubernamental.
Ofrecer el oro y el moro, que más que seguro no podrá lograrse, significa simple y llanamente, una promesa tanto o más grave que la pandemia del covid-19 que tiene postrada a una nación empobrecida como la nuestra.
Con frecuencia se repite que la culpa del empobrecimiento del pueblo peruano no tiene más responsable que el propio pueblo que, en su momento, década tras década, no ha tenido el acierto de elegir a sus gobernantes. Es posible que sea así. Pero, tampoco se puede olvidar que ese desfile de mandatarios, caracterizados por su incapacidad para dirigir los destinos de la nación, ha sido la consecuencia de otros factores, ajenos a los verdaderos intereses de la mayoría de la población, olvidada, marginada, no contactada en cada una de las tres regiones naturales del territorio patrio.
Tan innegable situación es la bandera política que, más allá de las ideologías, deberían de hacer suya estos inesperados finalistas a la segunda vuelta electoral.
Como muestra de esa vergonzosa realidad, es impostergable que hagan suya la dolorosa existencia de esos compatriotas que, por necesidad material, a lo largo del tiempo, han formado todo un cinturón de miseria que rodea a la Lima urbana. Esto se repite en otras ciudades, hasta en las más lejanas, sin que exista una planificación efectiva al respecto. ¿Acaso, no se dan cuenta que males como la pandemia del virus covid-19, tiene allí afincada sus raíces?
Por eso en estos momentos cruciales, lo hemos dicho y ahora lo repetimos: lo social que es lo humano, debe ser la clave en la agenda de toda la problemática política, económica, ética y cultural de estos tiempos, del nuevo desarrollo y de la construcción de un Perú de todos los peruanos.
En estos primeros días de campaña los dos finalistas afinan sus mejores armas, podríamos pensar vedadas y no vedadas, que los lleve al triunfo final. Está claro que entre ellas juega rol determinante la capacidad seducción.
La capacidad de seducción ha sido puesta en práctica tanto aquí como más allá de nuestras fronteras. El corpus maquiavélico se hace presente en casos como el que vive nuestra ciudadanía, porque nos permite entender cómo la mentira, la palabra engañosa, la promesa fácil, el gesto dadivoso, se convierten en medios para lograr el éxito de sus proyectos políticos.
Sus principales voceros han sido los primeros en abrir la boca. Por el lado de Castillo, Vladimiro Cerrón ha sido enfático en decir: “Pretendemos conversar con todos los que quieran conversar con nosotros, independientemente de su postura ideológica, de izquierda, centro o derecha. Queremos generar una nueva cultura de la conversación” . Por otro lado, Luis Galarreta, de los predios del keikismo ha citado:” Nosotros no queremos un voto anti-Castillo, sino queremos formar una gran unidad de cara al bicentenario…Nosotros queremos una convocatoria abierta más allá del nombre, más allá del fujimorismo y más allá de Keiko Fujimori…Vamos a hacer una gran apertura, no solo con los partidos, sino a la sociedad y a las organizaciones civiles”.
Que hay una extrema izquierda en el tablero electoral no hay duda. Que hay una derecha autoritaria, vengativa y corrupta, tampoco se puede negar. De allí, entonces que hay quienes se preguntan, cuál de ellos organizará mejor su palabra seductora, la misma que se traduce como la acción y el efecto de convencernos en la entrega de nuestro voto. Él domingo 6 de junio no está lejano. La comunicación verbal y no verbal corren en forma paralela. La seducción se asocia con la persuasión. ¿Y si esto no ocurre, iremos a una tercera vuelta, es decir a un nuevo proceso electoral? Por ahora, nos quedamos en el espacio de la interrogante, motivo de preocupación ciudadana.