Por Alejandra Pataro

Parece una estupidez. Un juego entre chicos. “El que lo dice, lo es.» Pero la denuncia es grave. El presidente de Estados Unidos y el jefe del Kremlin se acusan mutuamente de ser “asesinos”. Killers.

Mientras el resto intenta salir a flote de una pandemia que ya entró en su segundo año sin fecha de vencimiento, tipos poderosos se enredan en palabras tremendas que esconden algo más. Siempre hay algo detrás.

¿Por qué Joe Biden, que se diferencia de su antecesor por su moderación y tino, admite por TV que “cree” que Vladimir Putin es un asesino y que éste además “pagará” por sus fechorías?

«El precio que va a pagar, lo verán en breve», dijo y sembró misterio.

Algunos dicen que Biden prepara sanciones contra el “ogro” ruso. Habría motivos de sobra: injerencia en las elecciones norteamericanas, envenenamientos varios: Skripal, Navalny…

Otros dicen que Biden busca retomar la agenda y el timón internacional que Donald Trump regaló a los autócratas del mundo. A los Putin. A los Xi. The New York Times lo acusó de ser un tibio en política exterior días atrás, cuando el demócrata buscaba en un principio recomponer los lazos con los viejos aliados.

«La política exterior que se percibe de Biden después de estas primeras semanas está marcada por el control, la cautela y la deliberación rápida», escribió el Times.

Ahora Biden parece pegar un volantazo con palabras y gestos más duros.

Esta semana envió a sus hombres fuertes a una gira por Asia, con la misión de enviar mensajes contundentes en materia de seguridad a otros jugadores de incómodas ambiciones: China, primero, y la díscola Corea del Norte, después. Luego llamó «asesino» a Putin. Y este viernes, su delegación se cruzó duramente con la de Beijing, en el primer encuentro sino-norteamericano de alto vuelo, en Alaska.

Peleas por la hegemonía que dividen en tiempos de necesidad de unidad. Parece un desatino cuando un virus que ya debería estar aplacado sigue avanzando a zarpazos y oleadas.

(*) Enviado a Kradiario por el diario Clarín de Buenos Aires – Título original y real «El que lo dice lo es»