El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien esta semana fue liberado de todos los cargos judiciales y acusaciones (leer en Kradiario.cl), urgió este miércoles a los brasileños a «no seguir ninguna decisión imbécil» del presidente Jair Bolsonaro, un escéptico sobre las vacunas, para combatir la pandemia de coronavirus que ya mató a casi 270.000 personas en el país.
«Quiero hacer propaganda para que el pueblo brasileño no siga ninguna decisión imbécil del presidente de la República ni del Ministerio de Salud. Vacúnense, vacúnense porque esa es una de las cosas que pueden librarnos del covid», dijo Lula en su primera comparecencia pública tras la anulación el lunes de las condenas judiciales que le impedían ser candidato en 2022.
El exmandatario de izquierda (2003-2010), de 75 años, anunció que tomaría la primera dosis de la vacuna la semana próxima y lamentó que «las muertes se estén naturalizando» en Brasil, fuertemente golpeado por la segunda ola de la pandemia.
«Muchas de esas muertes podrían haberse evitado, si tuviésemos un gobierno que hubiese hecho lo elemental», prosiguió Lula en el acto en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo (periferia de Sao Paulo), donde surgió a la vida política como líder de las huelgas contra la dictadura militar a fines de los años 70.
«Lo primero que tendría que haberse hecho el año pasado era crear un comité de crisis» en participación de científicos, pero «teníamos un presidente que hablaba de cloroquina y de gripecita», prosiguió, en referencia a declaraciones de Bolsonaro que minimizaban la pandemia y preconizaban el uso de medicamentos sin pruebas de eficacia contra la enfermedad.
«Este país no tiene gobierno, no tiene ministro de la Salud, no tiene ministro de Economía» y «por eso está empobrecido», acusó Lula, el fundador del Partido de los Trabajadores (PT). Sin embargo no dijo si se presentaría en los comicios presidenciales de octubre de 2022.
Según sondeos, Lula es el político con más posibilidades de impedir la reelección del ultraderechista Bolsonaro, aunque su nombre enfrenta igualmente una fuerte resistencia en sectores de la clase media y en otros partidos de izquierda o centroizquierda.
En todo caso ex mandatario ya es un virtual candidato para las elecciones de 2022, y el presidente Jair Bolsonaro no tardó en reaccionar al regreso de su más que probable rival en las urnas: «Fue una administración catastrófica del PT en el gobierno. No creo que el pueblo brasileño quiera un candidato como ese en 2022, mucho menos pensar en una posible victoria suya», decía ayer a un grupo de simpatizantes.
El presidente admitió que la decisión judicial que anuló las condenas por corrupción y blanqueo de dinero por irregularidades en el proceso (Lula no fue declarado inocente) pilló a todo el mundo por sorpresa. Bolsonaro activó la retórica electoral («no hay ninguna duda del mal que causó al país») y puso énfasis en la importante caída de la Bolsa al saberse que Lula puede volver a gobernar Brasil.
La bomba que cayó en Brasilia con el regreso político de Lula pilla a Bolsonaro más débil que nunca. Desgastado por el peor momento de la pandemia y la falta de vacunas, pero también por una política económica errática y el regreso del fantasma de la inflación. Son factores que sí podrían desgastar al electorado que se mantuvo fiel hasta ahora, alrededor del 30% de los brasileños.
Es muy probable que la reaparición de Lula cambie las reglas del juego de la política interna, que Bolsonaro se quite definitivamente el disfraz de liberal, de la austeridad y el respeto al techo de gastos y abrace medidas populistas de reparto de renta para aguantar el tirón ante su inesperado rival. Eso explica los temores del mercado financiero tanto como tener a Lula en el horizonte.
Bolsonaro sabe que tener a Lula enfrente es un arma de doble filo: por un lado, le pone en bandeja repetir el discurso del antipetismo y azuzar la bandera del miedo del regreso de la izquierda que tan buenos resultados le dio en las últimas elecciones, pero por otro, sabe que Lulaes el rival más fuerte, quizá el único capaz de ganarle en el segundo turno.
En las elecciones de 2018, una semana antes de que la Justicia anulara su candidatura, Lula tenía el 39% de intención de voto, frente al 19 por ciento del líder de la ultraderecha. Su sustituto de última hora, Fernando Haddad, no tuvo el tirón popular suficiente para hacer frente a la ola bolsonarista. En cierto modo, Bolsonaro sólo es presidente porque Lula no estaba entre los candidatos.