Por Martín Poblete

Estado de Sitio es idea de gruesa carga semántica, no debe ser planteada con frivolidad ni ligereza.  Sin embargo, políticos de diversas cataduras y variados pelajes no vacilan en tirar al ruedo ese concepto, sin detenerse a pensar en sus serias implicancias.  Al proponer un régimen de Estado de Sitio, se pide poner a las Fuerzas Armadas en contacto directo con entidades en busca de crear situaciones pre insurreccionales de pesado contenido ideológico y político, por  nuestro  pasado reciente los chilenos debiéramos saber los riesgos que conlleva semejante propuesta.
.
La situación vigente en la Región de Araucanía, así como en algunos territorios adyacentes al noroeste y al sur de sus límites, no justifica la imposición del Estado de Sitio, no hay nada que pudieran hacer las Fuerzas Armadas en terreno que no lo pueda ejecutar Carabineros.  En Araucanía, hoy, tenemos un serio problema policial; no es, todavía, cuestión de seguridad nacional, es urgente evitar llegar a esta última condición, es decir a enfrentamientos entre grupos de civiles armados, estamos muy cerca, pero aún es posible evitarlo.
.
Carabineros necesita recibir sus órdenes de la autoridad civil con suma claridad, reflejo de apoyo inequívoco a su accionar, esto no ha sucedido en ninguno de los recientes gobiernos, no sucede con el actual.   El impacto de tan anómala situación en la institución policial quedó en evidencia cuando un alto oficial, un General, declinó aceptar su ascenso a Prefecto Regional de Araucanía, en cambio procedió a presentar su expediente de retiro; este grave suceso recibió tratamiento superficial de los medios y de las dirigencias políticas.    Otro detalle urgente de atender, es la distracción de personal policial en funciones que no le son pertinentes.
.
La protección de infraestructura crítica y de las instalaciones básicas del Estado en Araucanía, absorbe considerable  contingente de personal.  De otra parte, ese trabajo lo pueden hacer las Fuerzas Armadas, devolviendo recursos humanos a la función propiamente policial, pero la legislación lleva largo tiempo detenida en el Congreso.   Se trata de cuidar instalaciones fundamentales, centrales hidroeléctricas, subestaciones eléctricas, aeropuertos, puentes carreteros, la línea central ferroviaria y sus principales puentes, red de telecomunicaciones, hospitales;  nada de poner conscriptos a cargo, en cada lugar bajo resguardo un oficial con claros protocolos de mando.
.
Es indispensable restablecer el orden público, la plena vigencia del Estado de Derecho, antes de abordar la compleja realidad en Araucanía, eso se puede hacer con los recursos humanos y materiales de Carabineros, sin perjuicio de considerar los riesgos de enfrentar a los grupos organizados del terrorismo violentista fuertemente ideologizado.    Se hacen todos los allanamientos y descerrajamientos necesarios, todos los arrestos y detenciones, todas las incautaciones de armamento; y nada de mandar a los carabineros solos, cada operativo al mando de la autoridad civil, el Intendente Regional, el secretario abogado de la Intendencia, o el Gobernador departamental, no más abajo, ahí termina el «decalage» como dirían en París; esto es básico para mantener claras distinciones en terreno, en Araucanía hay grupos armados organizados de rasgos terroristas violentistas, con relaciones de concomitancia y complicidad con el crimen organizado:  narcotraficantes, chantajistas, ladrones de ganado y madera, reducidores de ganado maderas y trigo a dinero efectivo, en ese comercio intérlope no hay cheques, letras descontables ni vales vista endosables.
.
Bien valga reiterarlo, todavía estamos a tiempo de evitar llegar a situaciones de enfrentamiento entre grupos organizados de civiles armados, si fracasamos en ese esfuerzo, entonces no habrá otra opción excepto imponer el Estado de Sitio bajo control de las Fuerzas Armadas, con los inevitables daños colaterales de dolorosas consecuencias.