Acorde al informe, el régimen dictatorial cubano, que cumplió 62 años el pasado 8 de enero, con la llegada de Fidel Castro al poder; “sigue utilizando contra sus críticos tácticas como golpizas, denigración pública, restricciones a la posibilidad de viajar, detenciones por períodos breves, multas, acoso en Internet, vigilancia y despidos de los puestos de trabajo”.

HRW enfatiza que el año pasado fue “nefasto”» para los derechos humanos en Cuba. “La represión tomó una deriva peligrosa que coloca al país a las puertas de un proceso similar a la Primavera Negra de 2003”. En aquella ocasión fueron detenidos y condenados 75 opositores, que serían conocidos como el Grupo de los 75, que incluía además a médicos y a periodistas independientes.

El minucioso reporte, que prácticamente abarca todas las esferas de la sociedad cubana, recuerda que hace algo más de un año “Miguel Díaz-Canel fue confirmado como presidente de Cuba con casi el 97 % de los votos de los miembros de la Asamblea Nacional” y que “durante su presidencia no se han producido cambios en las políticas del gobierno sobre derechos humanos”.

También menciona como el régimen cubano creó el “Decreto-ley 370/2018, que entró en vigor en julio de 2019 y que limita gravemente la libertad de expresión, a los fines de detener, multar y acosar a críticos”.

En el apartado “Detenciones arbitrarias…” recuerda cómo “el gobierno sigue llevando a cabo detenciones arbitrarias para hostigar e intimidar a críticos, activistas independientes, opositores políticos y otras personas” y tiene en cuenta los informes divulgados por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, con sede en Madrid, y otras organizaciones no gubernamentales.

Respecto a la libertad de expresión, el informe recuerda que “el gobierno controla prácticamente todos los medios de comunicación”, salvo las páginas web que son atendidas en el exterior y muy consultadas en la isla, así como algunos blogueros y redes sociales; lo que provoca que el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) catalogue a Cuba con el “clima más restringido para el ejercicio del periodismo de América”.

La última decisión de Trump contra Cuba

A días de tener que dejar el poder en Washington,  el presidente Donald Trump colocó nuevamente a Cuba en la lista de estados acusados de patrocinar el terrorismo, dijo su secretario de Estado, Mike Pompeo.

La medida había sido insinuada por meses por funcionarios estadounidenses, quienes habían argumentado con criterios republicanos  que contaban con evidencia de que la isla ha brindado apoyo de inteligencia y seguridad al mandatario venezolano, Nicolás Maduro. Pero, curiosamente, Venezuela no figura en la lista negra de patrocinadores del terrorismo. Los únicos otros países en la lista son Irán, Corea del Norte y Siria.

«Con esta medida, volveremos a responsabilizar al gobierno de Cuba y enviaremos un mensaje claro: el régimen de Castro debe poner fin a su apoyo al terrorismo internacional y la subversión de la justicia estadounidense», dijo el jefe de la diplomacia en Washington  en un comunicado.

Cuba fustigó la medida y la catalogó como un acto de «oportunismo político», de acuerdo con un mensaje emitido este  lunes por el canciller, Bruno Rodríguez. «El oportunismo político de esta acción es reconocido por todo el que tenga una preocupación honesta ante el flagelo del terrorismo y sus víctimas», dijo Rodríguez en un mensaje en Twitter, en el que condenó «la hipócrita y cínica calificación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo».

Los analistas señalan que Cuba depende casi en su totalidad de Venezuela para su suministro de petróleo, que se paga en especie con miles de médicos y enfermeras que trabajan en los barrios venezolanos.

La administración de Barack Obama había sacado a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo en 2015. Esa fue una de las principales demandas del gobierno cubano para acordar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Cuba había estado en esa lista desde 1982, cuando fue incluida por el apoyo de Fidel Castro a las guerrillas en Centroamérica.

La administración Trump pasó los últimos cuatro años apretando los tornillos de Cuba al limitar los viajes, incluidos los vuelos de aerolíneas y cruceros, así como las remesas.