Por cuatro años, el presidente Donald Trump se ha esmerado con sus discursos en posicionarse como un líder que dejaría una huella indeleble en la historia de los Estados Unidos. A una semanas de abandonar la Casa Blanca, por razones diferentes a las que él habría querido, su administración deja marcada la historia.
Luego de instar a sus partidarios, durante un rally el miércoles 6 de enero en Washington DC, a «caminar hasta el Capitolio» y advirtiendo que «nunca recuperarás nuestro país con debilidad”, la turba asaltó el recinto parlamentario donde los congresistas contaban, en un acto protocolario, los votos electorales para confirmar la victoria de Joe Biden.
Kevin Casas Zamora, el secretario general del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), una organización con sede en Suiza que promueve la democracia sostenible y la mejora y consolidación de los procesos electorales en el mundo, en conversación con la cadena mexicana Univisión sobre las consecuencias los eventos que han marcado el proceso electoral en Estados Unidos.
– ¿Cuál es el efecto que tiene el asalto al Capitolio, por parte de los simpatizantes del presidente Trump, en el sistema democrático de los Estados Unidos?
«Tiene efectos en la política doméstica pero t iene, y quizás fundamentalmente, efectos en la política exterior y en su papel global de los Estados Unidos.
En la política doméstica me parece bastante claro que esto va a definir el legado nefasto de la administración del presidente Trump. Y creo que va a añadir pólvora a una guerra civil dentro del Partido Republicano que se anuncia cruenta entre los sectores alineados al presidente Trump y los sectores – o que han sido críticos del presidente Trump desde el principio ó por conveniencia ante la evidencia del efecto tóxico que empieza a tener Trump en el desempeño electoral del partido, como se vio justamente en Georgia – empiezan a alejarse de él.
Eso le abre un espacio de maniobra mayor, aunado a las victorias electorales que le permiten al Partido Demócrata tener control del Senado y que no tenía antes el presidente Biden».
– Y en la relación de Estados Unidos con otros países.
“El efecto en el papel global de Estados Unidos me parece que va a ser enorme. Yo creo que este es el día que la capacidad de Estados Unidos para hacer valer su peso en el avance de la causa democrática a nivel global pereció irreversiblemente. Eso que los especialistas llaman el ‘ soft power’ de los Estados Unidos en materia política, realmente, ha quedado dañado en forma irreversible.
Entre los lados positivos va a dar paso a un debate global sobre la democracia, en el cual no habrá modelos hegemónicos ni modelos de democracia que sean promovidos, exportados e impuestos en forma preeminente, como francamente ha sido el caso durante mucho tiempo. Esto abre paso a un debate global mucho más plural donde existe la oportunidad de que todos los países, incluido Estados Unidos, aprenda de los demás. Esto requiere una dosis de humildad muy grande de los Estados Unidos, que está por ver si los actores políticos van a tener.
Escuchamos, por ejemplo, al expresidente (George W.) Bush, hablar de que el asalto al Capitolio era algo que solo pasaba en las ‘repúblicas bananeras’. Bueno, eso le permite a uno más o menos ver el tono despectivo respecto de los sistemas democráticos en otros países, y debo decirle que viniendo de una república bananera, como Costa Rica, no en todas las repúblicas bananeras pasa lo que vimos en el Capitolio.
Esta parte es más problemática, lo que hemos visto es un regalo de proporciones colosales para todos los autócratas, para todos los promotores de los sistemas autoritarios en el mundo, que desde hace años andan empeñados en destruir cualquier argumentación que permita justificar la superioridad de la democracia como sistema del gobierno. Estoy seguro que cuando ocurría el asalto al Capitolioi, la Champagne corría en el Kremlin y en Beijing porque el daño que esto le hace a la capacidad de Estados Unidos de ejercer influencia política en el mundo, de ser tomado seriamente por el resto del mundo, es absolutamente incalculable. El efecto geopolítico puede ser considerado».
– Como usted menciona, el término ‘república bananera’ es usado para describir el asalto al Capitolio como un evento ajeno a la política estadounidense. ¿Implica esto que aún no se tiene conciencia sobre lo sucedido?
«Esto que sucedió en el Capitolio es un un shock muy grande a la conciencia política de Estados Unidos que va a tardar tiempo en procesarse. Dichosamente coincide con la llegada de una nueva administración y que a todas luces va a tener un discurso, me atrevo a decir, más sofisticado, más matizado en términos del papel de Estados Unidos en el mundo.
Abrigo la esperanza de que lo sucedido va a estimular una introspección muy profunda en Estados Unidos en muchos sentidos. A la luz de lo que ha pasado en los últimos años y culminado con este episodio, Estados Unidos requiere desesperadamente una serie de reformas políticas sin las cuales está condenado a ser un sistema prácticamente ingobernable.
Reformas como por ejemplo, las que atañen al papel desproporcionado del dinero en la política norteamericana. Y ojalá estén dispuestos a abandonar lo que ha sido una larga tradición en Estados Unidos de considerar a la Constitución como una norma pétrea, como la suma de toda la sabiduría política acumulada desde tiempos inmemoriales, pese a que es un documento concebido hace más de doscientos años, y además aderezado con una actitud profundamente condescendiente y profundamente arrogante frente a la experiencia y a la práctica democrática de otros países”.

Portada del semanario alemán Der Spiegel con el «incendio» causado por Trump.
– El presidente saliente Donald Trump anunció que habría una transición pacífica de poder, pero sigue cuestionando el resultado de las elecciones. ¿Es posible una transición pacífica bajo este escenario?
«La volatilidad del personaje central de esta opereta es tal que no sabemos. A mí me da la impresión de que ese anuncio que hizo el presidente Trump tiene mucho que ver con la preocupación de que, por primera vez, se estuvieran moviendo fuerzas para removerlo del cargo. ¨Yo tengo dudas de que vaya a suceder, aunque es, para decirlo con toda franqueza, lo que debería suceder.
Es muy problemático que un episodio en el que a todas luces hay una responsabilidad central del presidente Trump instigando a quienes invadieron los recintos del Congreso… en realidad esta instigación a demoler las instituciones políticas viene desde cinco años, desde que el presidente Trump lanzó su campaña electoral en el año 2016, dejar un episodio como el de ayer (miércoles) impune puede generar consecuencias muy negativas a un mediano y a largo plazo.
Hay una pregunta que me parece que es más fundamental. No es tanto lo que pueda hacer el presidente el presidente Trump. Es que hay un porcentaje considerable del electorado norteamericano que tiene una actitud ambivalente frente a la democracia y que está dispuesta a quemar el templo con tal de que su tribu, su partido, mantenga el poder. La democracia es únicamente buena en la medida en que mi partido y crecientemente mi grupo étnico, ojo, mantenga la supremacía en el sistema político. La gran pregunta que nace, en una situación de este tipo, es si es gobernable como una democracia, un sistema que tiene un tumor antidemocrático de ese tamaño en el centro. Y no tengo respuesta, pero realmente el panorama no es nada halagüeño.
No nos hagamos ilusiones. yo tengo toda la impresión de el resultado electoral que quedó finalmente certificado, la victoria de Joe Biden, lo único que hizo fue evitar el peor resultado posible, porque a la luz de lo que ha pasado en los últimos dos meses, realmente queda muy claro las consecuencias catastróficas que habrá tenido una segunda administración del presidente Trump … No hizo nada más. No permitió zanjar ninguno de los problemas fundamentales que tiene el sistema político norteamericano. Esa tarea está pendiente».
– ¿Qué margen de gobernabilidad va a tener el presidente electo Joe Biden cuando una parte importante de la población, impulsada por Trump, cuestiona la validez de su victoria?
«Yo creo que los márgenes de maniobra del presidente Biden, por más que lo sucedido en Georgia los amplía un poquito, son muy reducidos, precisamente porque va a haber un grupo muy grande de la población en Estados Unidos que no lo va a considerar un presidente legítimo.
Eso que en su mismo es problemático, genera todo tipo de incentivos para que el Partido Republicano no colabore con el presidente Biden. Si hay un porcentaje considerable de los votantes del partido de uno que consideran que el presidente Biden no es un presidente legítimo, que se robó la elección, que hizo una afrenta a la voluntad popular, por qué habría un representante electo por el Partido Republicano de colaborar con el presidente. ¿Qué incentivo tiene?.
Esa demolición de la confianza en las instituciones electorales y en los resultados electorales genera una dinámica profundamente tóxica.
– ¿Es el momento para cuestionar el sistema electoral de Estados Unidos, el sistema de colegios electorales?
«Una de las de las primeras cosas que hay que reformar es el sistema del Colegio Electoral. Eso es un anacronismo. No es totalmente único el hecho de que alguien de un partido pueda ganar una elección con la minoría de los votos. En los sistemas parlamentarios eso puede pasar y en el Reino Unido, por ejemplo, ha pasado, pero es muy inusual.
El sistema de Colegio Electoral en los Estados Unidos lo que hace es privilegiar a los estados rurales pequeños y darles un peso político desproporcionado, pero más importante es que el sistema de Colegios Electorales, junto con otras normas, como por ejemplo el sistema para delinear los distrito congregacionales, genera un sistema en el que la minoría manda».
– ¿Tiene la institucionalidad de los Estados Unidos, la capacidad de regenerarse?
«No es claro para nada, francamente, que las instituciones políticas norteamericanas tengan la capacidad de regenerarse … la descomposición del sistema político es tan profunda en Estados Unidos, como se ha revelado en los últimos años y particularmente en las últimas semanas, que creo que tiene que venir una crisis de grandes proporciones. Solo una crisis de la magnitud de la Guerra Civil que tuvo Estados Unidos en el Siglo XIX o una Guerra Mundial como las que peleó Estados Unidos en el Siglo XX, solo un evento político de ese tipo puede conducir el sistema político a un nuevo equilibrio».