Por Jessika Krohne Soletich

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Empezamos el año en Chile de una manera bastante pacífica, después de haber vivido un estallido social muy intenso desde el 18 de octubre. Los primeros meses del año fueron más tranquilos. Los problemas sociales en Chile continuaban, pero parecía que durante la época estival, se habían apaciguado un poco.

Sin embargo, en otras partes del mundo, el año 2020 comenzó muy convulsionado. Había protestas y descontento social en varios puntos del mundo, preocupantes noticias de Australia por los masivos incendios forestales, se habían tomado la agenda noticiosa. El 3 de enero, un ataque con dron de Estados Unidos terminó con el asesinato de Quasem Soleimani, un general iraní responsable de las operaciones militares fuera de Irán, país, que respondió el 8 de enero bombardeando una base militar norteamericana en Irak, intercambio que generó gran preocupación internacional. El 31 de enero se concretó el Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Pero durante ese convulsionado mes de enero había otra noticia que se desarrollaba lentamente y que  pasó casi desapercibida en muchas partes del mundo:

Todo comenzó el lunes 30 de diciembre de 2019 a las 19 horas, cuando unas misteriosas muestras de pacientes con una enfermedad respiratoria sin diagnóstico, que se detectaron desde mediados de diciembre, fueron recibidas en el Instituto de Virología de Wuhan, en la provincia de Hubei, China Central. Al poco rato, Shi Zhengli, científica china especializada en virología,  recibió una llamada en su teléfono celular del director del Instituto, que le informaba del hallazgo del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Wuhan de casos de infección con coronavirus en pacientes internados con neumonía atípica en dos hospitales de la zona. Shi, quien participaba en una conferencia en Shanghai,  tomó el primer tren disponible con destino a Wuhan. 

El 4 de enero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) generó la primera alerta en redes sociales al respecto, usando su cuenta de Twitter: China ha informado de la existencia de un grupo de casos de neumonía – sin muertos-. En Wuhan se están realizando investigaciones para conocer las causas de esta enfermedad. 

El 13 de enero se detectó un caso en Tailandia, el primero fuera de China, y el 22 de enero las autoridades de la OMS determinaron que había evidencia clara de transmisión de un nuevo virus en China.

El jueves 23 de enero fue una fecha clave:  El gobierno central de China decretó un confinamiento total de la población de Wuhan, una ciudad de 11.000.000 de habitantes. En paralelo, comenzó la construcción de un gigantesco hospital de campaña, con mil camas y treinta unidades de cuidados intensivos completamente equipadas.

Todo lo que continúa de ahí en adelante puede ser un fiel reflejo de la «teoría del caos». Desde ahí el mundo cambió y tal vez para siempre. El 2020 se convirtió en un año diferente, para muchos, desastroso.    

Los asilos de ancianos en peligro.

Continuando con la historia, en el resto del mundo se sabía por las noticias que había un virus bastante agresivo en China, originado en Wuhan y que estaba causando mucho contagio entre las personas propagándose muy rápidamente. 

El 24 de enero de 2020, se reportan los primeros casos de Covid en Europa y el 30 de enero ocurre lo mismo en Estados Unidos. 

Muchos chilenos estaban aún de vacaciones cuando se supo de un brote importante de coronavirus en Italia. Europa se alertó y se empezaron a cancelar eventos importantes.  Profundamente preocupada por los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad y por su gravedad, y por los niveles también alarmantes de inacción, la OMS determina en su evaluación que COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia.

El año académico en Chile empezó normal, pero solo duró dos semanas en la modalidad presencial. A mediados de marzo, después de una reunión importante en el país, se decidió cerrar los colegios y decretar las primeras 

cuarentenas en distintas regiones. A esa altura, nadie sospechaba que los escolares no iban a volver en todo el año a clases. Desde ahí, Chile cambió, el mundo cambió y nada fue igual y seguro, nada volverá a ser como lo era antes.

Los empleados y trabajadores empezaron a operar a través de teletrabajo desde sus casas y los niños con clases a distancia. Fue muy angustiante al principio y muy caótico a la vez, ya que todos tenían que innovar en su nuevo rol: los niños trabajando en casa, los profesores reinventarse y las mamás multiplicarse por muchos diversos roles que finalmente terminó agotando a la mujer y muchas veces aplazándolas de su rol de profesional.  Nadie pensó que íbamos a estar todo el año así. Muchos hablaban de semanas o máximo dos meses, pero la situación se fue agravando en nuestro país y el peak lo vivimos en junio.

Niños encerrados alejados de sus amigos, muchos hacinados en lugares pequeños y familias enteras viviendo en espacios reducidos. Las relaciones fueron cambiando y la comunicación a distancia cada vez fue tomando más valor. Celebraciones de cumpleaños por zoom o videollamada fueron la tónica de este año. Un año lleno de emociones y muchísimos aprendizajes. Proyectos aplazados y viajes cancelados. Sueños interrumpidos y relaciones quebradas.

En Chile, se aprobaron dos retiros de los fondos de pensiones para apaciguar las dificultades económicas que estaba dejando el covid. Un parche para solucionar los problemas económicos del momento, pero nadie sabe lo que ocurrirá en el futuro (con las jubilaciones). 

Todo eso y mucho más ocurrió este año, pero no todo fue malo. Aprendimos a tolerar, valorar las cosas pequeñas, lo menos valioso, la vida sencilla. Nos hemos dado cuenta de los verdaderos amigos, de los que realmente están cerca, en las buenas y en las malas. Nos hemos percatado de la fragilidad del ser humano, pero que podemos hacer muchas cosas para mejorar ese bienestar. Aprendimos a estar más con nosotros mismos, a conocernos y a aceptar nuestras virtudes y las debilidades. 

Además, sabemos que todo pasa en la vida. Esta pandemia también pasará. Tal vez seguiremos viviendo con el virus por mucho tiempo más, pero los seres humanos nos adaptamos a todo. También a esto. 

Que el 2021 sea increíble para todos, otro año de mucho aprendizaje, pero ojalá menos sufrimiento y más sabiduría para poder sobrellevarlo de la mejor forma.