Por Enrique Fernández

Enrique Fernández
Hay preguntas que tienen más valor que una respuesta. Así lo demostró esta semana el periodista Manuel Palominos, cuando se atrevió a decirle al Presidente Sebastián Piñera, en su última conferencia de prensa, lo que muchos chilenos piensan de su gestión:
“Su antecesora, la expresidenta Bachelet, estuvo en sus peores índices de aprobación, no similares a los que usted tiene actualmente, y se le pedía incluso que debía salir, que debiera dar un paso al costado”, recordó el periodista de Radio ADN.
“Su canciller actual (Andrés Allamand) –continuó- en su momento planteó un referéndum” a fin de determinar si la presidenta podía continuar o no en su cargo.
Entonces, para sorpresa del mandatario, el reportero lanzó la pregunta del año:
“¿Cómo se sigue gobernando con un siete por ciento de aprobación, Presidente?”. Ese 7% de apoyo a Piñera es el que reveló la reciente encuesta Criteria. Es el índice más bajo conocido en Chile para un Presidente en ejercicio sometido a este tipo de sondeos.
Mientras escuchaba la pregunta Piñera se vio notoriamente incómodo. No esperaba recibir semejante emplazamiento. Al momento de responder, primero se refirió a las vacunas que su gobierno espera recibir para combatir el coronavirus. Luego, tratando de abordar el tema de fondo de las dudas que le transmitió el periodista (¿Cómo se sigue gobernando con un siete por ciento de aprobación?), el mandatario superó su incomodidad y entro en materia:
“Por supuesto que a todo Presidente le gustaría tener mayor apoyo, pero hay una sola encuesta que es la que realmente vale: la que tuvimos el 17 de diciembre del año 2017, cuando una mayoría absoluta de chilenos eligió a un Presidente. Y la vamos a poder volver a tener en diciembre del próximo año, cuando tendremos que elegir un nuevo o una nueva Presidenta”.
Y por si alguien no hubiera captado su respuesta, Piñera agregó:
“En el intertanto, yo quiero decir que sigo trabajando con la misma fuerza, compromiso y pasión del primer día. Si bien es cierto que en las noches me acuesto cansado y a veces frustrado, me levanto todos los días en la mañana muy temprano, para cumplir con el deber de proteger la salud y la vida de los chilenos, proteger sus trabajos, lograr que la economía se reactive, impulsar reformas importantes, como la reforma a las pensiones, a la salud, proteger el orden público y la seguridad ciudadana. Esas son las grandes misiones y el norte de nuestro Gobierno”.
¿Y se puede seguir gobernando cuando los propios parlamentarios de la derecha oficialista se apartan de la línea del Gobierno y se suman a iniciativas de la oposición? La prueba más elocuente del desbande fue el apoyo de la derecha a las dos leyes que permiten a los cotizantes retirar el 10% de sus fondos acumulados en las AFPs (Administradoras de Fondos de Pensiones).
¿Se puede gobernar en medio del creciente desacato a las instituciones y las normas, donde el mismo mandatario es quien da el ejemplo? Así ocurrió cuando recrudecía la pandemia del coronavirus y se fotografió sin mascarilla ni distancia social en el balneario costero de Cachagua (foto a la izquierda). Sucedió también en pleno estallido social, el 19 de octubre de 2019, cuando fue a disfrutar una pizza en un local de la zona oriente de Santiago. Ejemplos hay varios más.
¿Es posible controlar un gobierno frente al desorden legislativo, donde se anuncia un tercer proyecto para retirar otro 10% de los fondos previsionales? El autor del nuevo proyecto es el ciudadano Pablo Maltés, jefe de gabinete y pareja de la diputada Pamela Jiles. Maltés no es parlamentario, pero se asigna a sí mismo atribuciones legislativas propias de un diputado o un senador.
¿Es posible ejercer la autoridad, mientras crecen la intolerancia y la ausencia de valores como el respeto y la responsabilidad? Bastó que los comerciantes de Punta Arenas se rebelaran contra la prolongación de la cuarentena, para que el Ministerio de Salud levantara las restricciones en la ciudad austral.
En el plano del respeto, hasta personajes como Marcelo Ríos se dan el lujo de insultar al Presidente, acusándolo de no “ponerse los pantalones” como Donald Trump. Otros críticos entran de lleno en el terreno de la grosería para atacar al mandatario y exigir su renuncia.
¿Se puede seguir gobernando en estas condiciones?