Los resultados electorales en Brasil muestran cambios en la izquierda. El Partido de los Trabajadores (PT) pierde su hegemonía y emergen nuevas formaciones más jóvenes y menos burocratizadas, pero más pequeñas. También recuperan lugar algunos partidos clásicos del centroizquierda. Por el momento estas fuerzas no logran llenar el vacío que deja la crisis del Partido de los Trabajadores (PT) del ex presidente Lula da Silva.

El último domingo, Brasil desarrolló la segunda vuelta de las elecciones municipales (leer en KRADIARIO) . Pese a que los resultados locales no son necesariamente extrapolables, se trató de una contienda con sabor nacional, que delinea ya los contornos de la disputa presidencial de 2022. Aunque en términos globales la izquierda perdió frente al centroderecha tradicional, hay algunas novedades interesantes en el arco progresista, opinó en la revista Nueva Sociedad Esther Solano Gallego.

¿Qué es el “centrão”? Es el grupo de partidos “fisiológicos” centristas  que arrasó en las elecciones en Brasil.

Esther Solano

Numéricamente, el Partido de los Trabajadores (PT) no se recupera respecto a las municipales de 2016, el gran momento del antipetismo que supuso una fuerte derrota nacional para el partido fundado en 1980 bajo el influjo de las luchas obreras en el ABC paulista. En 2016, el PT se quedó solo con 257 alcaldías y ahora cayó a 183. Gobernará solo para 2,6% de los brasileños. Por primera vez desde la redemocratización, se queda fuera de todas las capitales. Además, el PT ha sido desafiado por una izquierda más nueva, más juvenil, no tan burocratizada y que ha sabido comunicarse de forma más directa, natural y eficaz con la población. Al mismo tiempo, despuntan nuevos líderes de izquierda en el escenario nacional que no son petistas como el caso de Manuela D’Avila del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) –que llegó a la segunda vuelta en Porto Alegre, en la que, pese a perder, obtuvo 46% de los votos– y, sin duda alguna, la estrella principal de estas elecciones, Guilherme Boulos del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), fundado en 2004 como escisión del PT y que, en estos últimos años, viene ganando visibilidad.

El candidato del PSOL ha tenido una actuación emblemática en esta segunda vuelta en San Pablo, enfrentando a la potente maquinaria de derecha paulista tradicional, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, centroderecha). Aunque perdió en segunda vuelta, Boulos obtuvo el 40% de los votos. Esto lo convierte en un referente nacional de la izquierda. Por primera vez en años, la principal figura del liderazgo progresista no pertenece al campo del PT. Su campaña ha emocionado y movilizado de forma masiva. Ha concitado un entusiasmo que no se veía en el campo de la izquierda brasileña desde hace mucho tiempo. Boulos ha tenido el apoyo masivo de los jóvenes que no se ven tan bien representados en un petismo cuya cúpula se aleja de una base que pide modernización a gritos. Como ejemplo de esta falta de sintonía, el candidato del PT a la alcaldía de San Pablo, representante de esta burocracia partidaria que no despierta ningún arrebato entre las bases, consiguió solo el 8,6% de los votos, el peor número del PT en el mayor colegio electoral de Brasil.

¿Cambios en el PT?

Lula asegura que el PT se va a recuperar de la derrota del domingo.

Sin embargo, dentro del PT pueden evidenciarse algunos cambios. Frente a la cúpula petista ya incapaz de encantar, emergió Marília Arraes, la candidata petista a la alcaldía de Recife, en el nordeste brasileño. Ella simboliza precisamente la militancia renovadora del PT, que se comunica con los jóvenes y presta atención a pautas más modernas (como el feminismo, la lucha y la defensa del campo LGBTI y del medio ambiente). Arraes, de 36 años, perdió contra su primo João Campos (ambos descendientes del fundador de la dinastía nordestina Miguel Arraes), pero obtuvo el 43,7% de los votos, un resultado claramente trascendente. Marília Arraes no era la opción de la burocracia petista, sino la de la militancia partidaria. Mujer joven, luchadora y fuerte, consiguió imponerse ante el aparato partidario de Pernambuco. La candidata nordestina ha hecho una campaña parecida a la de Boulos, con un lenguaje más natural, más juvenil y una estética más moderna. En paralelo al fenómeno Arraes, hay otro que también simboliza este deseo de renovación petista: el de las «candidaturas colectivas». Se trata de más de 26 candidaturas en todo el país, integradas principalmente por mujeres negras y jóvenes de la periferia, que no tienen cabida en las estructuras partidarias más piramidales. Además de esta nueva configuración electoral, ha habido otras novedades como el caso del movimiento «Representa», una articulación de jóvenes del interior de San Pablo que presentó y apoyó 138 candidaturas petistas jóvenes (sin apoyo de la burocracia partidaria) en todo el país. De estas 138 candidaturas, 25 resultaron victoriosas. Lo más importante fue el proceso de desafío que esto supuso a la dirección del PT.

Es posible afirmar que el petismo ha perdido la hegemonía en el campo de la izquierda y el progresismo. Este campo se manifiesta, hoy, de un modo más heterogéneo que en el pasado. El Partido Socialista Brasileño (PSB) y el Partido Democrático Trabalhista (PDT) son los mejor parados. El PSB se queda con 252 ciudades y el PDT con 314. En cuanto a capitales, el PDT ganó Aracajú y Fortaleza y el PSB Maceió y Recife. En el nordeste, por tanto, se reconfigura el mapa político y el petismo pierde fuerza frente a ambas fuerzas. Otro personaje que se desinfla es el gobernador de Maranhão, Flávio Dino (PCdoB), también ubicado como figura importante para las alianzas de 2022. El candidato apoyado por Dino ha perdido la disputa de São Luis (capital de Maranhão) y además la base de Dino se ha dividido, con una buena parte que apoyó al candidato opositor que finalmente ha ganado el pleito, Eduardo Braide, de Podemos.

Alianzas de izquierda y camino a 2022

Hace algunas semanas supimos que había tenido lugar en San Pablo un encuentro privado entre Luiz Inácio Lula Da Silva y Ciro Gomes, del PDT, antes de las elecciones municipales. Lula habría invitado al pedetista a conversar para restablecer el diálogo después de la ruptura de las elecciones nacionales de 2018. Este encuentro despertó todo tipo de especulaciones sobre la posible formación de alianzas de izquierda de cara a 2022, pero lo cierto es que estas posibles convergencias dividen opiniones porque las experiencias de los comicios municipales han sido muy diferentes.

De cara a 2022, parece claro que cada partido progresista tendrá su propio candidato. Sin embargo, ante el ascenso de la derecha tradicional, se verán posiblemente forzados a dialogar. La clásica derecha conocida como el centro ha crecido y el partido Demócratas (DEM) se coloca como uno de los grandes articuladores electorales para las próximas elecciones presidenciales. Aún no tienen candidato, pero si consiguen uno competitivo, la disputa no será fácil. De momento, los posibles nombres que han ocupado las páginas periodísticas han sido el del ex ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sérgio Moro, y el famosísimo presentador de televisión, Luciano Huck. Otro candidato posible para 2022 que sale fortalecido en estas municipales es el gobernador del Estado de San Pablo, João Doria, cuyo discípulo, Bruno Covas, ganó la alcaldía de la capital. Todo el mundo sabe que Covas es el apadrinado de Doria, por lo que su victoria coloca a este último un paso adelante en la carrera por la presidencia.

Quedó solo como «un perro».

Sin un partido propio, el presidente Jair Bolsonaro se enfrenta a una recuperación de los partidos tradicionales, a cierto agotamiento de su retórica antiizquierdista como el eje de su discurso y a la propia desorganización de sus fuerzas. Nada asegura que su destino sea el de su aliado Donald Trump y su base conservadora sigue ahí, pero los resultados son una fuerte señal de alerta para el presidente brasileño.

Con 533.000 candidatos a intendentes y concejales compitiendo en alguno de los 5.570 municipios y ciudades del país, las elecciones municipales brasileñas constituyen uno de los mayores ejercicios de democracia en el planeta, algo solo comparable a los eventos de su tipo que ocurren en la India. Tal contienda tiene lugar cada dos años, en la mitad del mandato presidencial. Por lo general, los ejes de las campañas electorales recaen sobre asuntos locales, como pueden ser el acceso a guarderías y jardines de infantes o la calidad del transporte público. En ocasiones, sin embargo, la coyuntura nacional se hace sentir más fuerte, y el pleito municipal acaba adquiriendo algunas de las características de las «mid-term elections» estadounidenses.

Las derrotas más estrepitosas se dieron en los grandes centros urbanos. Los candidatos apoyados por Bolsonaro en grandes capitales como Recife, Belo Horizonte y Salvador obtuvieron muy bajo porcentaje de votos. En la ciudad de San Pablo, que además de ser la más grande es el termómetro político de Brasil, la campaña del candidato presentado como defensor incondicional de las ideas de Bolsonaro, Celso Russomanno, fue desinflándose a medida que el presidente le propinaba más apoyo publicitario. Russomanno terminó cuarto, con cerca del 10% de los votos.

Fuente: Nueva Sociedad