Por Martín Poblete Pujol

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Esta tarde, por televisión, el ex Presidente George W. Bush (republicano) reconoció el triunfo de Biden, lo felicitó y elogió. Este es el equivalente americano a la visita de Tomic a Salvador Allende después del 4/9/70. El gesto de Bush liquida cualesquier intento de Trump por invalidar la elección, le quita piso en el Partido Republicano.
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Mientras tanto, todas las instancias importantes reconocen el triunfo de Joe Biden, mucho mas ajustado de lo proyectado en las encuestas y sondeos de opinión. Desde la perspectiva latinoamericana, corresponde darle un vistazo a los que podrían ser lineamientos básicos de la diplomacia en la que ya parece inevitable la Administración Biden.
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En su rol de candidato presidencial, Biden escribió dos artículos considerados significativos, el primero en Foreign Affairs, el segundo en Foreign Policy, a los cuales se agrega su discurso en Brookings Institution.
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Su idea fundamental es la restauración del liderazgo global de los Estados Unidos: «un país nuevamente en la cabecera de la mesa». Este enfoque es coherente con la tradición de relaciones internacionales de los líderes provenientes del Partido Demócrata, su más reciente formulación es el trabajo del Profesor (Harvard) Joseph S.Nye; Bound to Lead, Basic Books, Nueva York 1990.
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En esta línea condujeron su política exterior los gobiernos de los Presidentes Bill Clinton y Barack Obama; el primero recibió el gobierno de un experto en lo que él mismo llamaba «el arte de la diplomacia americana», George H. W. Bush: el segundo de quien si bien fue objeto de serias críticas a su manejo de las relaciones internacionales, George W. Bush, mantuvo intactos los instrumentos desde los cuales se manejaba la diplomacia. Problema, Biden recibirá el gobierno de quien, Trump, condujo una demolición de los fundamentos de la diplomacia, de las ideas, de los instrumentos con los cuales se conducían las relaciones internacionales.
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En primerísimo lugar, comenzar por reparar el daño causado, empezando por el centro de la diplomacia americana, el Departamento de Estado; el nombramiento en esta fundamental posición será importante indicador de la visión internacional de Joe Biden, y de cómo él entiende a su país en el mundo. Chile, por sus propios intereses, debe observar con atención los ajustes en el aparato diplomático americano. Reordenar el Departamento de Estado no será tarea fácil, numerosos importantes cargos, habitualmente servidos por distinguidos diplomáticos de carrera, están vacíos. Importantes relaciones con organizaciones multilaterales, fueron rebajadas de nivel en los años de Trump en la Casa Blanca; el llamado Orden Internacional Liberal, más o menos vigente desde el gobierno del Presidente Richard Nixon, está seriamente cuestionado. Las semanas venideras irán dando indicadores del enfoque, las ideas, del Presidente electo; esperar con calma, ojalá no surjan impedimentos inesperados al normal curso de la transición hasta la Inauguración de la Administración Biden.
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