El penúltimo miércoles de octubre se cumplieron quinientos años, cinco siglos, del descubrimiento del Estrecho de Magallanes.  Algunos historiadores chilenos postulan a considerar esa fecha como la del descubrimiento de Chile, pero esta idea no se sostiene, Magallanes no tenía planes de establecer asentamientos por nuestras ahora regiones australes, no éramos parte de sus consideraciones.   Hernando de Magallanes, como se lo conoce en las crónicas españolas de la época, forma parte del grupo de grandes exploradores navegantes del Renacimiento hasta los albores de la Modernidad: Alfonso de Albuquerque, Lourenzo Almeida, Cristóbal Colón, Bartolomé Dias, Juan Díaz de Solís, Vasco Da Gama, Vasco Nuñez de Balboa, Américo Vespucio; mas algunos otros europeos al servicio de la Corona de España y/o Portugal.

Fernao do Magalhäes nació en 1480 de familia noble en Porto, al norte en Portugal.   En 1505 llegó a India dónde estuvo hasta 1512, fecha de su regreso a Portugal.   Durante su ausencia, intrigas lo malquistaron con la Corte en Lisboa, quedando marginado de las grandes decisiones.  Entonces, conoció al cosmógrafo Rui Faleiro, de sus discusiones surgió la idea de la viabilidad de llegar a las Islas Molucas (las islas de las especias),  navegando de este a oeste, con variables respecto al plan original de Colón.
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El proyecto de Magallanes contemplaba la continuidad de la línea demarcatoria establecida en el Tratado de Tordesillas, estableciendo un área soberana de la Corona de España en Oriente; en esto estuvo parcialmente acertado, las Molucas quedaban fuera, Japón y Filipinas dentro.   Para llegar a destino se proponía encontrar el paso al oeste en el extremo sur de Sudamérica, siguiendo los lineamientos del tercer viaje de Vespucio, en esto tenía razón.  Interrogando a sobrevivientes de la expedición de Díaz de Solís al Río de La Plata, calculó que la inclinación al suroeste de la costa facultaba navegar en aguas dentro de la demarcación favorable a España.  En esto también tuvo razón.
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Magallanes trabajó con conocimientos cartográficos muy superiores a los disponibles a Colón.   Por largo mas de un milenio, la cartografía estuvo basada en los trabajos de Tolomeo, cartógrafo egipcio helenizado, cuyas cartas eran el referente de navegación por el Mediterráneo.   La primera revisión de la cartografía tolemaica llegó en el Atlas Catalán de 1375, obra del cartógrafo mallorquín Abraham Cresques; la segunda, en el Atlas del cartógrafo español Juan de la Cosa del año 1500, de la Cosa había tomado parte en el segundo viaje de Colón; en 1507, Martin  Waldseemüller publicó su colección de mapas de los viajes de Américo Vespucio; en 1508, la cartografía conocida se incorporó a las colecciones de la Casa de Contratación en Sevilla, junto con la obra de Martín Cortés El Arte de Navegar.  Los instrumentos de navegación permitían viajar sin visual de las costas, exigían mucha pericia de parte de los navegantes, con diaria y constante verificación de posiciones.
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En la realidad geopolítica europea de comienzos del Siglo XVI, el proyecto magallánico solo podía tener interesados en España.  Magallanes llegó a Valladolid en enero de 1518, logró ser recibido por el Rey Carlos I.  Igualmente importante, tuvo conversaciones con Mercuccio Gattinara, consejero político del Rey.  Luego de obtener la Real Carta de Autorización para su empresa, Magallanes se trasladó a Sevilla dónde logró armar cinco barcos estimados viejos para tamaño proyecto, eran los que había, su buque insignia Trinidad, las naves San Antonio, Concepción, Victoria, y Santiago; de las cinco, solo la Victoria completaría la vuelta al mundo.  Las mercaderías embarcadas para eventual negociación en el oriente, fueron proveídas por la Casa Függer y su agente en España, el acaudalado armador y mercader vasco Cristobal de Haro.  Los principales pilotos fueron Juan Sebastián Elcano, Duarte Barbosa (cuñado de Magallanes), Joao Serrao (veterano de los viajes a India), y el italiano Antonio Pigafetta, natural de Vicenza, quien las ofició de cronista de la expedición.   La flota salió del puerto de San Lúcar de Barrameda, en la desembocadura del Guadalquivir, en septiembre de 1519.
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Entre accidentes, el naufragio de la nave Santiago; la deserción de la nave San Antonio; y algunos motines, la expedición de Magallanes invernó de mediados de marzo al 30 de agosto 1520, entre el hoy Puerto de San Julián en la provincia argentina de Santa Cruz, y la desembocadura del Río Santa Cruz.  El 21 de octubre de 1520 tuvo lugar el descubrimiento del Estrecho de Magallanes, la flotilla navegó los 512 kilómetros en 38 días; el 28 de noviembre de 1520, las tres naves ingresaron al Océano Pacífico, cuyas dimensiones desconocidas entonces fascinaron a Magallanes, como lo harían cuatrocientos veinte años después con los Almirantes Isoruku Yamamoto y Chester Nimitz.
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Siguió curso al norte manteniendo cercanía a la costa de Chile, según el cálculo registrado por Pigafetta, por unos mil seiscientos kilómetros, aprovechando los vientos favorables sur-noroeste y una corriente fría que trescientos años mas tarde sería bautizada por Corriente de Humboldt.  La travesía del Océano Pacífico culminó en mas de una forma en Filipinas, en  esas tierras Magallanes se involucró en conflicto tribal, muriendo de sus heridas en combate el 27 de abril de 1521; figura épica de explorador, geógrafo y marino, entre los grandes navegantes de la Era Renacentista.

El caranaval de invierno en Punta Arenas para celebrar el aniversario.

La expedición continuó en la única nave todavía en condiciones de navegar, la Victoria, al mando de Juan Sebastián Elcano.  En las Molucas consiguieron negociar un cargamento de especias, con las cuales mas que se pagaron los costos de la expedición.  Los 22 sobrevivientes con su capitán  llegaron a Sevilla el 8 de septiembre de 1522, casi tres años después de su partida.

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Cuarenta y tres años mas tarde,  Miguel López de Legaspi consolidaba  la colonización española en Filipinas con la fundación de Cebú en 1565.  En ese mismo año, el capitán y geógrafo Andrés de Urdaneta, siguiendo la cartografía legada por Magallanes, zarpó hacia el norte buscando la ruta de cruce del Océano Pacífico al continente americano, llegó hasta pasado el paralelo 42, al norte de Japón un tanto al sur de las Islas Aleutianas, encontró la ruta de los vientos favorables bajando hacia el sur siguiendo las costas de América del Norte hasta llegar a Acapulco, en el Virreinato de Méjico, dejando establecida la ruta del Galeón de Manila.