Por Walter Krohne
Grupos de estadounidenses y centroamericanos que apoyan a Donald Trump, argumentan que en la década de los 80 el hoy candidato presidencial demócrata Joe Biden, entonces senador, votó a favor del régimen sandinista oponiéndose al financiamiento para la Resistencia Nicaragüense, conocido como la “contra”, según publicó el diario The New York Sun (NYS).
La “contra” o “los contras” eran financiados por la Central de Inteligencia de EE UU (CIA) y estaban integrados también por ex agentes somocistas (dictadura de Anastasio Somoza Debayle, quien , tras huír de Nicaragua, murió en un atentado en Asunción, Paraguay, donde había solicitado asilo. El asesinato de Somoza ocurrió el 17 de septiembre de 1980 tenia 54 años, cuando fue emboscado por un comando sandinista de 7 personas (cuatro hombres y tres mujeres), en el marco de una operación conocida como «Operación Reptil».
La “contra” fue un ejército integrado en su mayoría por campesinos que se alzaron en armas en contra de la dictadura socialista instaurada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional FSLN (1979-1990) con el apoyo de Cuba y la Unión Soviética. Ese cuerpo armado y la diplomacia arrinconaron a Ortega que se vio obligado a realizar elecciones, las que perdió en febrero de 1990. Fue el jefe de Estado desde 1985 hasta 1990, año en que el FSLN perdió las elecciones frente a la Unión Nacional Opositora (UNO), una coalición de 14 partidos que llevó a la presidencia a Violeta Barrios de Chamorro.
Pero Ortega insistió, a pesar de ser derrotado en las elecciones presidenciales de 1996 y 2001. Sin embargo, triunfó otra vez en las elecciones del 2006 (Ortega sigue hoy controlando el poder en Nicaragua como Presidente junto a su esposa Rosario María Murillo Zambrana en calidad de vicepresidenta., cargo que ostenta con mucho poder desde el 10 de enero de 2017. En 1969 se integró al movimiento guerrillero Frente Sandinista de Opresión Nacional.
Como escribe el NYS, Biden, que llegó al Senado en 1973, fue un opositor al financiamiento (apoyo de la CIA) a la “contra” propuesta en ese entonces por la administración del presidente Ronald Reagan.
Los archivos muestran que, en octubre de 1984, Biden votó para prohibir que la administración Reagan destinara fondos a la “contra” en Nicaragua a través del presupuesto de Inteligencia.
Meses más tarde, el 6 de junio de 1985, el Senado aprobó una enmienda para entregar 38 millones de dólares a los grupos rebeldes como ayuda humanitaria. La iniciativa fue aprobada, pero Biden fue uno de los 42 senadores que se opusieron al financiamiento, pese a que fue propuesta por el senador Sam Nunn, un demócrata de Georgia.
Biden, según el NYS quería exigir a la administración Reagan negociar con el gobierno de Daniel Ortega antes de enviar dinero en apoyo a los alzados.
El exjefe de operaciones militares y miembro del estado mayor de la “contra”, Luis Moreno, conocido como “Mike Lima”, era la mano derecha del jefe de la “contra”, el excoronel Enrique Bermúdez. Una de sus tareas fue denunciar al régimen en Washington y conseguir apoyo para los rebeldes. Todos eran agentes de la CIA.
La investigadora Irene Agudelo (foto izquierda) rescató en un polémico libro “Contramemoria” el pasado campesino y no mercenario de quienes lucharon contra el Frente Sandinista en los años 80
En su investigación, Agudelo, exmilitante de la Juventud Sandinista, hoy sin afiliación política, busca rescatar la memoria de la Contra, el grupo de nicaragüenses financiados por la CIA que luchaba contra los comandantes guerrilleros que gobernaban el país. Su motivación para escribir el libro fue entender por qué muchos eran campesinos cuando la revolución se había hecho teóricamente en su defensa.
La intención de la autora era “devolverles” a la tropa de la Contra su “condición de nicaragüenses” que perdieron cuando el discurso oficial los calificó de “mercenarios”, “invasores”, “ex guardias somocistas”, “genocidas”, etcétera.
Agudelo no niega que “en cierto momento de la historia” los contras fueran ex guardias somocistas. Pero para mediados de los 80, combatientes de un lado y otro del conflicto se percataron de que peleaban entre nicaragüenses, no contra de marines estadounidenses.
El germen del libro nació cuando su autora notó el “repliegue” o “desencanto” de los nicaragüenses de su generación, otrora apasionados sandinistas y ahora dedicados a “actividades privadas”, cuando descubrieron quiénes eran realmente los contra, esos supuestos “enemigos”. El discurso oficial sandinista “aún no ha reconocido que la Contra era el campesino mismo”, escribe Agudelo.
En el momento de su desmovilización y reinserción a la vida civil, el 72% de los Contra eran campesinos, según la Comisión Internacional de Apoyo y Verificación de la OEA de 1998. La misma fuente revela que el 60% tenía menos de 25 años de edad.
Han pasado casi tres décadas y Nicaragua no se ha curado de las heridas de la guerra. El país sigue profundamente polarizado. A raíz de la publicación del libro de Agudelo, un artículo de un diario local lleva como título La Contra no era solo un ejército de malos y los comentarios de los lectores en redes sociales hablan de “mercenarios” de ambos lados del conflicto, con insultos mutuos.