Por Martin Poblete Pujol

El plebiscito ya es pasado, la considerable producción estadística ha hecho las delicias de los expertos en sondeos de opinión, así como también de los mecánicos electorales, los aficionados entre ustedes lectores no duden en tirarse a este mar de datos, serán generosamente recompensados por la zambullida.
Mientras tanto, van surgiendo entre las prioridades aquellas relacionadas con la Convención Constituyente. El plazo para inscribir candidatos a integrar la Constituyente vence el lunes 11 de enero de 2021, quedan dos meses y algunos días por delante, serán capaces las dirigencias de los partidos políticos de cumplir con esa fecha? Por si lo anterior no fuese de suficiente urgencia, todavía no se resuelve la cuestión de los independientes, tampoco la de los escaños reservados a pueblos originarios, hay quienes prefieren hablar de comunidades indígenas. Ocupado en asuntos tangenciales si se piensa en la emergencia sanitaria nacional, el Congreso parece concentrar su capacidad de atención en una acusación constitucional al ministro del interior; el 11/1/2021 está ahí, a la vuelta de la loma.
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Escribir una Constitución es asunto de ideas, este debate recién comienza, cualesquiera sean las decisiones de los ciudadanos el 11 de abril de 2021, los constituyentes elegidos tendrán frente a ellos tres tendencias fundamentales, la tradicionalista con base en la historia constitucional chilena; la social demócrata de raíz eurocéntrica; y la maximalista de pretensiones refundacionales.
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La tendencia tradicionalista postula enfocar en la historia constitucional, pues en opinión de quienes así lo argumentan el país no nació ayer, no es serio ni honesto plantearse audacias como partir con una hoja en blanco. La línea de los tradicionalistas va por considerar los textos constitucionales considerados básicos, en esta idea se parte con el compendio constitucional de 2005, promulgado por el Presidente Ricardo Lagos con su firma y la de todos sus ministros; se continúa con la reforma de 1969 promulgada por el Presidente Eduardo Frei Montalva, en ese texto se reforzó la figura presidencial, en especial su iniciativa exclusiva en materia de gasto público, y se creó el Tribunal Constitucional; luego está la reforma constitucional de 1925, con la restauración del presidencialismo portaliano después del desastroso experimento parlamentarista, en esa reforma se incorporó la idea de las garantías constitucionales, la preocupación por conferir rango constitucional al rol educacional del Estado («la educación es atención preferente del estado»), la separación de la Iglesia del Estado; y por cierto, la Constitución de 1833, con su principal construcción institucional política, el presidencialismo portaliano y la institución impersonal en la cual descansa, la Presidencia de la República. Esta tendencia será defendida por los constituyentes elegidos en la lista de los partidos de la coalición Chile Vamos, del Partido Republicano, y probablemente algunos independientes.
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La tendencia social demócrata se nutre de la doctrina constitucional, institucional, surgida en Europa Occidental con posterioridad al fin de la Segunda Guerra Mundial. En un comienzo, hubo tres construcciones principales, la del sistema parlamentario británico, la Democracia de Westminster, pieza fundamental en la descolonización de países anglófonos; la constitución federal de Alemania Occidental, combinación del federalismo americano con el legado democrático de la Constitución de Weimar, un parlamentarismo coexistiendo con los «länder» versión alemana de los estados en Estados Unidos; la constitución semi presidencial francesa, legado institucional y político del General Charles De Gaulle. A esos edificios institucionales se les agregó la Constitución Española de 1978, posterior a la muerte del General Franco; en ese documento se incorporó la idea de las regiones autonómicas, el sistema español es básicamente una monarquía parlamentaria. En esta tendencia eurocéntrica se ubicarán los constituyentes elegidos en las listas de la Democracia Cristiana, del Partido Socialista, del Partido por la Democracia, y del Partido Radical; es probable ver algunos grupos menores buscando alero junto a ese cuarteto. Anticipando el debate, el político democristiano Ignacio Walker, en extenso artículo de publicación reciente, postuló un sistema parlamentario para Chile.
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La tendencia maximalista refundacional tiene sus fuentes en la Constitución de Cuba de 1976, y en la Constitución Bolivariana de Venezuela; la primera es incomprensible sin el régimen totalitario de partido único instaurado por Fidel Castro; la segunda es resultado del liderazgo personal del Coronel Hugo Chávez; ninguna tiene relación con la historia y tradición constitucional chilenas, tampoco con las doctrinas constitucionales europeas occidentales citadas. Por ahora es una incógnita la forma que tomará el discurso maximalista refundacional. Se presume en ese cuadro al Partido Comunista, a los Partidos del Frente Amplio, y tal vez al Frente Regionalista Verde Social.
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Vienen tiempos apasionantes, cabe esperar que los debates de ideas se desarrollen en el marco institucional de la Convención Constituyente, es responsabilidad del Presidente de la República garantizar su normal funcionamiento, con la cooperación de los partidos políticos y las organizaciones intermedias de la sociedad.