El presidente electo de Bolivia, Luis Arce (57), tras obtener más del 50% de los votos en las elecciones del último domingo,  afirmó en La Paz que el futuro gobierno del MAS, que él encabezará,  no se enfrentará a los ricos “siempre que ellos paguen impuestos”

Agregó que «no queremos revancha en Bolivia, porque hay mucho que hacer en el país.»

El ex ministro de economía del derrocado presidente Evo Morales, sabe que fue elegido para sacar al país de la crisis económica por el coronavirus.

El escrutinio oficial en Bolivia confirmó esta semana la victoria arrasadora de Luis Arce con el 55,1% de los votos

Ganó en primera vuelta con una ventaja de más de 26 puntos sobre el principal opositor, Carlos Mesa. La ceremonia de investidura de Arce está prevista para el 8 de noviembre.

Tras un lento recuento que se prolongó por cuatro días, el Tribunal Electoral de Bolivia presentó este viernes los resultados definitivos de las elecciones del pasado domingo. Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS), ha obtenido una victoria incluso mayor que la pronosticada por los escrutinios rápidos elaborados por empresas privadas. Con el 55,1% de los votos, Arce logra 26,3 puntos porcentuales más que su inmediato seguidor, el exmandatario Carlos Mesa, que se hizo con el 28,8%. El derechista Luis Fernando Camacho triunfó en Santa Cruz, la región con más habitantes del país, pero no reunió más que el 14% del voto nacional.

La mayor parte de los políticos bolivianos, con la excepción de Camacho, reconoció la victoria de Arce poco después de la jornada electoral. Se ha criticado la lentitud con la que el Tribunal Supremo Electoral ha contabilizado los votos, ya que no ha sido capaz de poner en marcha el sistema de recuento rápido que había prometido..

Con estas cifras, el MAS logra la mayoría absoluta en las dos Cámaras de la Asamblea Legislativa Plurinacional, pero no alcanza los dos tercios que tuvo entre 2009 y 2019. Esto no limitará su capacidad de actuación, por ejemplo, a la hora de aprobar el nuevo impuesto a las grandes fortunas con el que Arce quiere financiar una parte de su plan de recuperación de la crisis económica causada por la pandemia de coronavirus. La mayoría cualificada de dos tercios en Bolvia solo es necesaria para nombrar a algunas autoridades del Estado.

En el Senado, que se elige por territorios y en relación con la población, Arce tendrá 21 representantes, Mesa 11 y Camacho cuatro. Arce ganó en seis departamentos (regiones) de las nueve que hay en el país; Mesa en dos y Camacho en una. La Cámara de Diputados está compuesta por 130 escaños. De ellos, 73 serán ocupados por los parlamentarios de Arce, 41 por los de Mesa y 16 por los de Camacho.

Arce ha logrado una victoria siete puntos porcentuales superior a la que obtuvo en 2019 el líder histórico del MAS, Evo Morales, aunque inferior a otros resultados previos del expresidente. Las comparaciones sobre las diferencias y similitudes que hay entre ambos políticos, y las especulaciones sobre la relación que mantendrán los próximos cinco años, inundan la prensa local boliviana. Mientras tanto, el presidente electo prepara su Gabinete en medio de múltiples presiones de las organizaciones sindicales que conforman el MAS y aspiran a ocupar posiciones.

El Pais de España comenta que nadie en Bolivia previó un resultado tan contundente, que ha causado estupor entre quienes se oponen apasionadamente al MAS. Después de un año en el que la izquierda había sido blanco de la persecución judicial, la denuncia mediática y el desprecio social los sectores acomodados de la población, los políticos de otras corrientes suponían que estaba debilitada y ya no era mayoritaria.

Al parecer, y de acuerdo con algunos análisis que han aparecido en la prensa, esta misma situación de adversidad potenció su compromiso, unificó sus filas y le permitió volver a dominar el escenario.

El País agrega que estos días se han producido protestas espontáneas en las ciudades de Santa Cruz y Cochabamba para pedir la anulación de las elecciones y repudiar a las autoridades electorales. Cientos de manifestantes se reunieron cerca de los centros de recuento para corear consignas en contra de que el MAS fuera habilitado para participar en las elecciones. Argumentaban que el partido izquierdista debía haber sido suspendido por el fraude que supuestamente organizó en 2019.

Los participantes en estas protestas son extremistas de derecha que defienden una variedad de teorías conspirativas. Los manifestantes han sido desautorizados por los políticos, salvo por Camacho y el Comité Cívico Pro Santa Cruz. El Comité, que tiene mucha influencia en esta región oriental que es el baluarte de la oposición al MAS, ha exigido que el Tribunal Electoral demuestre que las elecciones fueron limpias. Otros referentes de la centroderecha y la derecha, en cambio, les han pedido “reconocer la derrota” y no salirse del marco democrático. Todos los organismos internacionales que enviaron misiones de observación electoral en Bolivia emitieron un mensaje de respaldo al trabajo de las autoridades electorales.

Analistas en distintos países coinciden que el resultado boliviano es un gran triunfo para la izquierda en América Latina, abriendo posibilidades a un cambio político regional.

Así, como informa también El País, en el mayor hermetismo, Evo Morales ha abandonado este viernes su exilio en Argentina y abordó en Buenos Aires un avión de la aerolínea estatal venezolana Conviasa con ruta hacia Caracas. La misma fuente confirmó que la comitiva boliviana tiene previsto regresar el sábado, tras cumplir con “una gira” que tenía pendiente, sin dar más detalles. No se descarta en absoluto una reunión secreta entgre Morales y el presidente venezolano Nicolás Maduro en Caracas.

Editorial de la La Razón de Bolivia

Ya hay un gobierno electo que en pocas semanas asumirá el mando de la nación. Mientras tanto, sería deseable que la actual administración se concentre únicamente en la preparación de información sobre el estado de las políticas públicas, evitando nuevos conflictos y decisiones tardías en la administración del Estado.

Después de mucho tiempo, el país va a experimentar un proceso de alternancia entre dos administraciones gubernamentales. El objetivo de esta fase, que durará un par de semanas, es que las autoridades salientes cierren su gestión de manera ordenada y que transfieran información precisa y clara a las entrantes sobre los asuntos que están bajo su responsabilidad.

No es un secreto la existencia de enormes divergencias en la orientación ideológica entre los gestores del gobierno de Áñez y los dirigentes del MAS, y no deja de ser una de las complejidades que se deberá resolver en esta corta etapa. Se esperaría que la transición, además de su utilidad práctica para evitar que el funcionamiento del Estado sufra por el cambio de autoridades, sea el inicio de una fase menos tensa y polarizada en la vida política nacional. Hay un adagio que dice que “lo cortés no quita lo valiente”, sugiriéndonos el talante que debería guiar a unos y otros en los próximos días.

En ese marco, sería recomendable que el Gobierno en funciones no asuma ninguna decisión que pueda generar nuevas controversias o que condicione el manejo de las políticas públicas de la próxima administración en el corto o mediano plazo.

Eso no se refiere únicamente a los grandes temas de la coyuntura, como la gestión macroeconómica o la situación de la Justicia, sino a aspectos más cotidianos como el manejo del personal o del presupuesto en las entidades públicas. Se ha indicado, por ejemplo, que se siguen produciendo despidos de funcionarios públicos o nombramientos de autoridades intermedias en ciertas reparticiones, lo cual resulta inapropiado a pocos días de la llegada de un nuevo gobierno. Tampoco sería deseable que las reparticiones estatales asuman compromisos financieros de última hora.

De igual manera, se esperaría que otros poderes autónomos, como el Legislativo o la Justicia, asuman también un comportamiento prudente en los próximos días. Ya tenemos un nuevo Poder Ejecutivo y una Asamblea Legislativa electos, y muy pronto formalmente constituidos, son esas estructuras las que tienen el mandato de encarar los grandes retos de la nación. No hay pues necesidad de complicar los futuros escenarios con acciones intempestivas o apresuradas.