La conservadora Bárbara Lagoa, una juez de Miami,  reemplazaría en Estados Unidos a la poderosa jueza feministra Ruth Bader Ginsburg, quien falleció el último viernes, lo que origina una mayor incertidumbre en el actual escenario político estadounidense a escasos días de las elecciones presidenciales (el 3 de noviembre).

Este suceso además originó un nuevo choque entre demócratas y republicanos, después la fallecida dejó al tribunal al borde de un amplia mayoría conservadora (5 de 9 lo son) lo que beneficia al presidente Donald Trump en las elecciones, porque hay que pensar que este tribunal además de ser la instancia final en casos penales actúa igualmente como “tribunal constitucional”.

Un grupo de cien funcionarios de la Corte, todos vestidos de negro hasta sus mascarillas, recibieron el féretro de la jueza cubierto con la bandera estadounidense en las escalinatas del edificio del máximo tribunal.

Al otro lado de la calle, detrás de una barrera, cientos de personas esperaron para despedir a la magistrada que murió el viernes pasado a los 87 años.

Desde que se anunció su fallecimiento, numerosas personas -algunas de estados lejanos- se congregaron espontáneamente en las escalinatas del tribunal para honrarla.
Los restos de Ginsburg fueron colocados en el mismo lugar de la sede de la corte donde descansó el ataúd del presidente estadounidense Abraham Lincoln en 1865.

«Hoy nos despedimos de una heroína estadounidense», dijo la Rrabina Lauren Holtzblatt después de pronunciar en hebreo el kadish, una breve oración funeraria

La magistrada será enterrada en una ceremonia privada la próxima semana en el cementerio nacional de Arlington, en las afueras de Washington.

La muerte de Ginsburg no solo significa la pérdida de un ícono popular para la izquierda estadounidense por su defensa por la igualdad de las mujeres ante la ley, sino que desencadenó un nuevo enfrentamiento político.

La dirigencia republicana defiende que sea el gobierno de Trump y el Senado controlado por el oficialismo los que nominen y ratifiquen, respectivamente, al reemplazo de Ginsburg, mientras que la oposición demócrata reclama que se espere el deseo que dejó la magistrada en su testamento y se entregue esa responsabilidad al presidente y el Senado electos en las próximas elecciones de noviembre.