Por Jessika Krohne

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Esta pandemia ha sido una gran prueba para la humanidad y en todo sentido y en casi todas las partes del mundo los seres humanos han tenido que adaptarse a esta nueva situación de vida. Niños estudiando en las casas, madres con múltiples tareas en el hogar y con teletrabajo tratando de cumplir de la mejor manera posible.

Sin duda, a las madres les toca el trabajo más duro. Hay que estar en todas, dividirse por 100, apoyar a los niños en sus estudios, tener el almuerzo a una hora prudente, cumplir con el aseo, escuchar al marido y muchas veces contenerlo en sus frustraciones laborales, ya que muchos están sufriendo dificultades en sus trabajos y disminución de sueldo o incluso pérdida de empleo.

Además, hay que estar preocupada de los propios padres y de los suegros que están pasando una cuarentena solos y aislados. De alguna manera todos recurren a uno y no hay mucha contención para superar esta etapa de una mejor manera. El estrés, la ansiedad y la angustia aumentan y la incertidumbre de no saber hasta cuando va a durar ésto. Todos confían ciegamente en esta madre poderosa, conocedora de la vida, sana firme y fuerte, pero a veces también se derrumba y tiene todo el derecho de hacerlo.

Es un momento potente, donde uno tiene que estar disponible para todo y para todos. Ahora llaman más seguido los padres, los suegros. Quieren hacer viedeollamada para conversar, para ver a los niños, y saben que de alguna manera ellas tienen que ser el eslabón entre esas generaciones, estar presente, escucharlos y preocuparse de que estén conectados. En esta cuarentena toca estar más pendiente de los adultos mayores, incluso de las cosas más prácticas como pedirles el gas para la calefacción, hacerles un pedido de supermercado por internet, encargarles los remedios a la farmacia etc.. Les pedimos por favor que no salgan y que se queden en casa.

A veces pesa tanta confianza, pero maravilla tener tanto para dar y también agota, angustia y estresa, vuelven a salir las fuerzas y uno sigue empujando ese buque. Un buque pesado que a veces tambalea, pero siempre vuelve a tomar el rumbo hacía donde quiere ir.

Una encuesta publicada en el diario de El Mercurio el viernes 14 de agosto, donde fueron encuestados 10.000 padres y cuidadores de niños de hasta 6 años de todo chile, 6 de cada 10 madres confiesan no tener suficiente tiempo ni energía para estimular y jugar con sus hijos pequeños, sin embargo alrededor del 90% reconoce que, en el actual contexto, juegan, conversan y regalonean más con ellos, lo que significa que se han podido acercar a los pequeños emocionalmente.

Todas las madres lo sobrellevamos con la mejor de las caras, porque sabemos que si todo sale bien, esto va a ser solamente un momento puntual de la vida, que terminará y podremos ver nuevamente la luz al final del túnel, donde la vida vuelva a una cierta “normalidad” y dejaremos ser el centro del universo.