Por Walter Krohne
No caben dudas cuando se escucha que el gobierno de Sebastian Piñera ya está terminado y pasará a la historia como una administración que fue lenta, en parte inepta, y muy apegada a una economía de libre de mercado que termina fracasando como ocurre también en otros países del mundo. Al Presidente le preocupa mucho, sin embargo, de cómo lo mostrará la historia, porque no hay duda que esta incursión a un segundo mandato presidencial tenía para él objetivos muy claros como era intentar convertirse en un líder latinoamericano aprovechando eventos importantes que se vio obligado a suspender.
Las cosdas cambiaron cuando la onda de agitación social que recorrió Chile de norte a sur, con efectos impactantes especialmente en la capital chilena –el denominado estallido de octubre de 2019, la mayor crisis política y social que haya enfrentado el país desde el retorno a la democracia en 1990- , obligó al Gobierno derechista a renunciar a ser anfitrión de dos importantes cumbres mundiales: la Apec y la de la COP25 a las que iban a asistir importantes líderes mundiales.
La primera (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) en noviembre de 2019 ya contaba con la asistencia del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien había anunciado que firmaría nada menos que en Santiago de Chile, muy cerca del Palacio de la Moneda, un nuevo acuerdo con el Líder chino Xi Jinping que pondría fin a una guerra comercial entre ambos estados que mantenía al mundo muy inquieto e inseguro.
“Con profundo dolor” Piñera se vio obligado a anular a Chile como sede de ambas cumbres diciendo que “sentimos y lamentamos profundamente los problemas y los inconvenientes que esta decisión va a significar tanto para la APEC como para la COP. Pero como presidente de todos los chilenos tengo siempre que poner los problemas y los intereses de los chilenos, sus necesidades, sus anhelos y sus esperanzas, primeros en la fila”, aseguró el mandatario en cadena nacional de radio y televisión el día 30 de octubre de 2019.
La COP25 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que estaba fijada para diciembre de 2019) fue la segunda cumbre suspendida, por la protesta social, y que finalmente cambió su sede de Santiago de Chile a Madrid.
Antes de las suspensiones, Piñera ya se sentía líder regional desde el momento en que el presidente francés Emmanuel Macron le pidiera en la reunión del G-7 en Francia que en su viaje de regreso a Chile hiciera una escala en Brasil para intentar convencer al Presidente Jair Bolsonaro que recibiera la ayuda del G-7 de 20.000 millonesde dólares para controlar los incendios que estaban destruyendo la Amazonía (Bolsonaro declaró que recibir dicha ayuda lo consideraba una intromisión en su soberanía).
En realidad, el primer fracaso internacional de Piñera fue Cúcuta. En esta visita lo involucró el ex canciller chileno Roberto Ampuero (hoy embajador de Chile en España) con el objetivo de presenciar desde la frontera de Colombia con Venezuela la entrega a este último país de una cantidad de ayuda humanitaria proveniente de algunos países latinoamericanos, entre ellos Chile, Colombia y Paraguay, además de Estados Unidos. Esta fue una acción liderada en terreno por el presidente encargado de Venezuela Juan Guaidó quien esperaba, con la ayuda también de EE UU, hacer caer por esta vía al presidente Nicolás Maduro, pero todo terminó en un gran fracaso porque el mandatario venezolano impidió el ingreso de la ayuda a su país utilizando para ello a su ejército (la Guardia Nacional) para bloquear la frontera. Así frustró la presencia en Cúcuta de los mandatarios de Chile, Colombia y Paraguay, además del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. Ninguno del resto de los mandatarios latinoamericanos estuvo presente en la ciudad colombiana.
Piñera, antes de viajar a Cúcuta, declaró que la misión tenía dos razones, una política y otra humanitaria. «La primera, porque era parte esencial de los principios de la política exterior chilena que reflejaba el pensamiento de la inmensa mayoría de los chilenos tener un compromiso firme y claro con la defensa de la libertad, la democraica y de los derechos humanos. Y en la Venezuela de Maduro no hay ni libertad, ni democracia ni respeto a los derechos humanos. La razón humanitaria agregó es que el pueblo venezolano llevaba demasiado tiempo sufriendo una verdadera crisis humanitaria» (Chile envió 9 toneladas de ayuda en pañales, alimentos y medicinas). Fue criticado por este hecho porque durante la pandemia actual ha quedado a la vista de todo el mundo que en Chile hay igual o más pobres que en Venezuela.
Otro fracaso internacional de Piñera, ocurrió en marzo de 2019, con el mismo mensaje de Cúcuta frente a Venezuela, que fue la creación inútil en Santiago de Chile de un nuevo organismo latinoameriocano llamado Prosur (el Foro para el Progreso de América del Sur) junto a los mandatarios de Argentina (entonces con Mauricio Macri), Brasil (de Bolsonaro), Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú y un representante de Guyana.
Esta fue otra vez una tarea “ideológica” de Piñera e Ivan Duque (Colombia), ambos presidentes derechistas, con el fin de terminar de anular a otro organismo creado principalmente por el fallecido líder venezolano Hugo Chavez, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), entre 2004 y 2011 y por el polo izquierdista de entonces Lula-Chávez-Kirchner-Fernández de Kirchner.
Pero Prosur nació muerto porque ni suquiera se han conocido reacciones comunes frente a la pandemia del coronavirus. Ciertamente su creación no fue genuinamente regionl sino más bien, como dijimos, una motivación ideológica de gobiernos de turno. Este movimiento chileno colombiano en el tablero latinoamericano más bien fomentó la tendencia deficitaria de bloques integracionistas de verdad. Si Suramérica quiere reclamar un lugar geopolítico mundial protagónico para resolver los problemas que sobrepasan sus fronteras —como el narcotráfico o la migración— tendrá que alcanzar la integración regional.
El chileno Juan C. Herrera investigador posdoctoral en el Instituto Max Planck de Derecho Público Comparado y Derecho Internacional Público de Heidelberg, Alemania, escribió que ante esta coexistencia alarmante de tantos órganos regionales, la creación de Prosur no solo fue contraproducente, sino también inútil. Desde el punto de vista jurídico, las decisiones de este tipo de foros no tendrían efectos obligatorios para todos los Estados miembros. Al no contar con un tratado ni con instituciones que se encarguen de materializar el cumplimiento de sus objetivos, su capacidad de maniobra será nula: nada ni nadie obligará a los países para que cumplan lo pactado.
La derrota en el plano internacional de Sebastián Piñera es muy profunda y se junta con el fracaso a nivel nacional, donde por el levantamiento social y la pandemia de coronavirus tampoco pudo cumplir con la promesa de tiempos mejores, tanto en lo económico como en lo relativo a la seguridad. Hoy el desempleo y la caída económica están afectando severamente a Chile tras la pérdida de 1,7 millones de empleos, los que no podrá recuperar en los 19 meses que le quedan de Gobierno.
Lo único que podría salvar para la historia una parte de la imagen de Piñera sería lograr una muy buena reforma al sistema de pensiones que acabe en Chile con las jubilaciones de hambre. Esta fue además una promesa oficialista que surgió en el estallido social de octubre y que hasta ahora nada de eso se ha cumplido y el proyecto está estancado en el Senado sin tener tampoco el apoyo decisivo de la oposición. Hay que hacer notar que los jubilados del Estado es el único sector económico de la sociedad chilena que no ha recibido ninguna ayuda extra o especial por la pandemia como los otros sectores, y la pobreza de los adultos mayores crece y crece de día en día.