Foto de portada: Diputada Pamela Jiles baila como lo hace un payaso en un circo
Por Walter Krohne
Un circo es un circo, pero no cualquier cosa es un circo. Hay buenos y malos circos, pero en todos o en casi todos la disciplina interna para que el circo funcione y funcione bien, es fundamental. Recordemos algunos circos chilenos como por ejemplo Las Aguilas Humanas o el Tony Caluga y si vamos a los internacionales nos salta el más cercano y conocido para nosotros como es el Cirque du Soleil, con buenos espectáculos y con un nivel cultural de los artistas y payasos que es notable y extraordinariamente alto.
Lamentablemente en nuestro ambiente o círculos, me refiero a los niveles actuales de Chile, nos encontramos con circos malos en todos lados de la política, de distintos tamaños y calidad de espectáculos, porque vemos, por ejemplo, el gran circo «Congreso Nacional» con su principal filial el circo “Cámara de Diputados”, de pésima calidad cultural y “artistas” aburridos, de bajo talento y que aparecen en categorías 4 y 5 de una escala hasta 5. Esta empresa ofrece un segundo espectáculo en su filial conocida como «El Senado», ambas filiales convertidas en los centros culturales y de humor político más grande de América Latina y que no tienen parangón en ninguna parte del mundo. El espectáculo del circo «El Senado» comienza este lunes y no se lo pierda.
La presentación del miércoles en el circo «Cámara de Diputados» fue deplorable por no decir desastrosa por hacerle un flaco favor a la democracia chilena que se está debilitando de día en día o mejor dicho de minuto a minuto. El miércoles 15 de julio el sistema democrático quedó por el suelo en un país con experiencia y que ya tuvo una larga y cruenta dictadura militar.
Y todo este circo para decidir sobre el 10 por ciento de retiro voluntario de las AFP, como si estas instituciones fueran la “sagrada familia” implantadas hace 40 años para resolver el tema de la previsión en Chile, pero que no lo han conseguido tras haberse creado un fondo del mercado de capitales que sirve para muchas otras cosas pero menos para asegurarle una vida digna a los jubilados.
Lo del retiro del 10 por ciento es un proyecto malo porque los ahorros previsionales son para la vejez y no para aliviar la carga ciudadana por la actual crisis, tarea que le corresponde al Estado, además que produce acostumbramiento y cada vez que tengamos otro momento difícil como es ahora con la pandemia, los chilenos buscarán las vías a través de los malabaristas del circo «Congreso Nacional», para volver a sacar plata fresca de las administradoras de fondos previsionales inventadas por Pinochet y apoyadas directa, indirectamente o asolapadamente por todos los gobiernos “demócratas” civiles de la post dictadura, que nunca han estado dispuesto a modificar o resolver este grave problema de Chile. ¿Gato encerrado? Quizá.
El sistema AFP es malo porque al trabajador le origina gastos y comisiones que están obligados a pagar por la administración de sus ahorros. Esta, como técnica esencial del capitalismo duro, no corresponde a un sistema previsional, cuyos gastos debería asumirlos el Estado en el marco de un ente autónomo que se ocupara de trabajar (invertir) estos fondos en el mercado financiero internacional, con ganancias que deberían ser repartidas entre las cuentas de los trabajadores cotizantes.
Es malo e injusto además por los cálculos mágicos (por logaritmos o ecuaciones logaritmicas) que hacen estas empresas inversoras, las mismas que manejan las compañías de seguros generales en Chile. Basta con decir que en los cálculos de jubilación están las tablas de mortalidad que en las AFP llegan a los 110 años de vida, contra 90 de las mujeres y 85 de los hombres que es la esperanza de vida real y oficial estimada o calculada científicamente para la población del país. Esta diferencia –la estirada “artificial” del elástico de la longevidad- contribuye a que los trabajadores quedan con pensiones bajísimas, a veces muy cerca del ingreso mínimo. El sistema es malo, no hay duda, pero también hay que decir que “es lo que hay” actualmente en Chile y sacar los fondos actuales hará que a la larga los afiliados de las AFP queden como los jubilados más pobres de Chile y de muchos países del mundo.
Lo lamentable es que nadie ha planteado en el Congreso, en serio y con proyecto en mano, un camino distinto para los chilenos y así terminar con las AFP de una vez por todas. Ha habido una comisión de estudio al respecto, pero sus recomendaciones deben estar todavía archivadas en algún estante de La Moneda o del Parlamento (Comisión Bravo).
Lo que necesitamos es un completo nuevo sistema previsional conducido por el Estado. Hay que crear un gran Fondo de Pensiones que incluya las platas del sistema privado y las que debe desembolsar el Estado por las rentas del pilar solidario creado por Bachelet y las del sistema de reparto. En algunos casos los favorecidos por el pilar solidario, que incluyó a chilenas y chilenos que nunca impusieron ni un solo peso, tienen hoy una mejor pensión que los del sistema de reparto que fueron trabajadores que impusieron durante toda su vida laboral.
A propósito, sobre el sistema de reparto o jubilación estatal se ha hablado y se ha hablado más de la cuenta pero tampoco se ha hecho nada para cambiarlo. Y la jubilación mugrienta que reciben millones de jubilados del sistema de reparto en Chile aparece además como una de las chispas que encendió el estallido social de octubre pasado. Pero esto tampoco parece interesarle seriamente a alguien y el proyecto de reforma sigue en el Senado (último trámite legislativo) desde marzo pasado. Me imagino que los parlamentarios deben tener mucho trabajo y esto explica las suculentas dietas que reciben cada 30 días, y por lo mismo no han tenido tiempo para ocuparse de chilenos que han trabajado 30 o 40 años para terminar sus días en la pobreza.
¿Cómo estos jubilados han cruzado la “meseta” de la pandemia? Esto tampoco le interesa a nadie y la respuesta sobre su realidad de vida es dramática hasta el punto que muchos ni siquiera han recibido la bullada caja de alimentos del “santo” Gobierno.

Diputado Florcita Motuda

Los diputados Pamela Jiles y Florcita Motuda
Pero tampoco le interesa seriamente al circo «Cámara de Diputados» que a sus payasos se les vio saltanto y bailando tras la aprobación del 10% del miércoles. Son payasos que no tienen la capacidad de medir las consecuencias y que fueron elegidos algunos hasta con sólo un 1% de los votos, gracias al regalo que les dejó, otra vez Bachelet, al reformar la ley electoral. Esto significa que si usted no tiene nada mejor que hacer en la vida, preséntese a diputado, no lo piense dos veces y quedará ganando 7 millones de pesos cada 30 días sin hacer nada importante, sólo bailar.
Sabemos todos que el gobierno de Sebastián Piñera no pasa por un buen momento y que en estas situaciones los que «pescan» las mejores ganancias son los dos extremos políticos: izquierda o derecha. Unos y otros quieren la renuncia del Presidente para intentar llegar al poder porque «a río revuelto, ganancia de pescadores» …. Ya lo dicen algunos analistas «no hay claridad de que Piñera pueda terminar su mandato; el presidente está solo, aislado en un Estado que se está cayendo a pedazos, está «bastante claro que la derecha chilena, tal como la conocíamos, está muerta” y que el gobierno «navega sin rumbo”. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, vive sus momentos de mayor debilidad política desde que asumió el mando. ¿Cuánto de este desastre es responsabilidad y falta de liderazgo de los circos de la Cámara de Dipurtados y el Senado donde se concentra una férrea oposición? Esta respuesta llegará más adelante.
Qué buen artículo… Lo comparto en Facebook…