El Programa alimentario de las Naciones Unidas FAO-SOFL (estado de la seguridad alimentaria y nutricional en el mundo) informó este lunes que en 2019 47,7 millones de personas en América Latina y el Caribe sufrieron hambre, es decir no pudieron consumir las calorías suficientes para llevar una vida activa y saludable. Si este dramático resultado empañó el desarrollo humano, no sólo el último año sino desde el 2015 que se vienen registrando índices negativos, que resultados se darán de este 2020 después que el mundo ha sido afectado por una de las pandemias más horribles y devastadoras en toda la historia del mundo. Más aún cuando el informe dice que el 2019 fue el quinto año consecutivo en que aumenta este indicador en la región latinoamericana y caribeña.

A todo esto se agrega que más de mil millones de personas podrán pasar hambre como resultado de la pandemia del coronavirus. La alerta es de la ONG Acción contra el Hambre que, tras la publicación del informe SOFI  por el Organismo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), está alarmada por el aumento constante del número de personas que padecen hambre.

El nuevo informe de la FAO alertae que la crisis sanitaria «está intensificando la vulnerabilidad y la desigualdad de los sistemas alimentarios mundiales», desde la producción, hasta la distribución y el consumo. «El hambre sigue creciendo y la pandemia esta empeorando las cosas. Si la tendencia actual sigue adelante no vamos a lograr la meta de ‘hambre cero’ para 2030», destacó el secretario general de las Organización de las Naciones Unidas, António Guterres.

Tras años de disminución gradual, las cifras de la inseguridad alimentaria siguen aumentando desde 2015. Las estimaciones indican que el número de personas afectadas ha aumentado en 2019, llegando a los 690 millones de personas. Mientras que los tres últimos informes se centraron en las principales causas del hambre (conflictos, la crisis climática, las desigualdades económicas), el SOFI 2020 se centra en las recomendaciones para hacer que los alimentos nutritivos y sostenibles sean accesibles a toda la población mundial mediante la transformación de los sistemas alimentarios.

Las estimaciones reflejan que unos 3.000 millones de personas «no pueden permitirse una dieta saludable», especialmente en el sur de Asia y en el África subsahariana, pero el problema también alcanza a Europa y América del Norte. En 2019, entre un cuarto y un tercio de los niños menores de cinco años, unos 191 millones, sufrían problemas de desarrollo.

Acción contra el Hambre, que opera en 25 países de todo el mundo, observa el deterioro de la seguridad alimentaria de las poblaciones sobre el terreno: «Estamos viendo los efectos sobre la seguridad alimentaria de las poblaciones en las numerosas regiones de intervención. La situación mundial sin precedentes vinculada a la propagación del Covid-19 ha dado lugar a una reducción general del comercio y ha afectado al acceso a los medios de vida de las personas con menos recursos para afrontar unas crisis más vulnerables», Olivier Longué, Director General de Acción contra el Hambre.

«Si no se hace nada, este informe confirma que el objetivo de «Hambre Cero» que la comunidad internacional se ha fijado para 2030 a través de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible no se alcanzará», ha añadido Longué, en consonancia con lo que ya había advertido el secretario general de la ONU.

En su informe «Impacto COVID-19:¿semilla de una pandemia de hambre?» publicado la semana pasada, Acción contra el Hambre advirtió de la amenaza de una crisis alimentaria en 2020 como consecuencia directa e indirecta de la pandemia en los países ya afectados por crisis humanitarias. Una dramática realidad que golpea en primer lugar a las poblaciones más vulnerables que no tienen suficiente acceso a los servicios esenciales.

Además, esta crisis ha puesto de relieve las desigualdades sistémicas, sociales y geográficas y ha reforzado considerablemente la escasez crónica de alimentos y la falta de diversidad en algunas regiones, así como las variaciones estacionales de la seguridad alimentaria y nutricional.

Dee sta forma, Acción contra el Hambre pide a los órganos políticos internacionales que extraigan lecciones de esta pandemia y que dediquen todos los esfuerzos posibles a solucionar la crisis. «Con la misma firmeza, los Estados deben actuar ahora para responder a las causas conocidas del hambre y, en particular, a la crisis climática, cuyas consecuencias sobre el hambre podrían ser muy dramáticas», concluye Olivier Longué.

“Las cifras de hambre en 2019 son escalofriantes, como también lo es el pronóstico para el año 2030”, señaló este lunes el Representante Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Julio Berdegué, una de las organizaciones que elaboró el informe junto al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). “Con el impacto de la pandemia de la covid-19 la realidad será peor que la que proyectamos en este estudio. Necesitamos una respuesta extraordinaria de los gobiernos, del sector privado, la sociedad civil y las organizaciones multilaterales”, agregó el diplomático mexicano.

Si actualmente el hambre afecta a un 7,4% de la población de América Latina y el Caribe, se espera que aumente al 9,5% en 2030. El informe SOFI especifica, además, que en América del Sur será donde más aumentará el hambre, llegando a un 7,7%, lo que equivale a casi 36 millones de personas. En América Central, subiría un 3% en la próxima década, es decir, llegaría a 7,9 millones de personas. Aunque se reconoce que el Caribe ha logrado avances sustantivos, tampoco cumpliría el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, de hambre cero a 2030. Para esa fecha, el estudio indica que habrían 6,6 millones de habitantes de esta zona del mundo que no lograrían consumir las calorías suficientes para llevar una vida activa y saludable.

Entre el año 2000 y el 2014, se redujo la cantidad de personas con hambre en los 33 países de América Latina y el Caribe que son miembros de las Naciones Unidas: de 73 millones de personas a 38. Fue una época de crecimiento económico para la región y de una decisión política muy fuerte de los respectivos gobiernos que pusieron el problema de la alimentación entre sus prioridades.

La obesidad

El estudio alerta, además, sobre el aumento de la obesidad, que afecta a un 7,5% de los menores de cinco años en la región, una cifra “significativamente mayor” al promedio mundial de 5,6%. No es raro, considerando una realidad que el SOFI cataloga de “preocupante”: América Latina y el Caribe es la zona del planeta donde cuesta más caro comprar una dieta que cubra las necesidades energéticas mínimas, es decir, unos 1,6 dólares por persona diariamente. De acuerdo al informe, esta cifra es un 34% por ciento más alta que la media global.

Algo parecido sucede con el costo de una dieta saludable. En América Latina y el Caribe es donde más caro cuesta una alimentación que aporte todos los nutrientes esenciales y la energía que cada persona necesita para mantenerse sana: 3,98 dólares al día por persona. Este dinero es más del triple que lo que una persona bajo la línea de pobreza podría gastar en alimentos diariamente. Según los ingresos promedio estimados por el SOFI, más de 104 millones de habitantes de la región no pueden permitirse este tipo alimentos balanceados.