Por Martín Poblete Pujol

Hace 84 años, el 7 de marzo de 1936, Adolf Hitler, entonces Canciller de Alemania, ordenó la reocupación de la región de Rheinland por fuerzas del Ejército alemán terminando «de facto» con su desmilitarización, en flagrante violación del Tratado de Versalles.   La potencia mas directamente afectada, Francia,  nada hizo por impedir  tan audaz maniobra, teniendo los medios para haberlo impedido; con apenas tres batallones, Hitler cerró el capítulo de las limitaciones territoriales impuestas por la derrota en la Primera Guerra Mundial, y abrió la puerta a una serie de acciones de fuerza cuya culminación fue el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
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Hace un par de semanas, el gobierno de China decidió imponer una nueva ley de seguridad interna en el Territorio de Hong Kong, en flagrante violaciondel Tratado Bilateral de 1994 entre China y el Reino Unido, por el cual se establecía el retorno a soberanía de China de dicho territorio en 1997, comprometiéndose el Estado chino a respetar el régimen socio-económico y la institucionalidad  democrática heredada del sistema colonial británico, la fórmula «un país dos sistemas».
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La ejecución de dicha violación de un tratado libremente suscrito, es inseparable de la persona de Xi Jingping, quien ejerce dos magistraturas: Presidente de China, es decir Jefe de Estado; y Secretario General del Partido Comunista, en realidad Jefe de Gobierno.
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El experimento «un país dos sistemas» duró veinte y tres años.  Desde un comienzo voces en el Reino Unido y otros países occidentales, advirtieron la disfuncionalidad de Hong Kong  respecto del carácter totalitario del régimen de partido único  imperante en China, no parecía viable la mantención de los acuerdos institucionales establecidos en el Tratado de 1994, el régimen chino iba en curso de colisión con las garantías a los derechos humanos, derechos civiles y políticos, vigentes en Hong Kong.
El intento por imponer legislación relacionada con el imperio de la ley en China, junto al percibido alcance de la jurisdicción de las decisiones de tribunales chinos, con poder de requerir a residentes en Hong Kong para su traslado a sedes en China, a comienzos de 2019, provocaron masivas protestas con millones de personas en las calles, plazas, y espacios del puerto de Hong Kong;  los líderes del movimiento por los valores democráticos cometieron un grave error al levantar, algunos de ellos, sin ser desmentidos por los otros líderes, la idea de la independencia del Territorio  respecto de China. Esto era obviamente inaceptable para Xi Jingping y la oligarquía gobernante en el Comité Central, probablemente lo habría sido para cualesquiera otro  gobierno chino.
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Hong Kong tiene asegurado su lugar en la historia universal, ahí  entre 1954 y 1997 el único experimento liberal manchesteriano  conocido, el capitalismo de la Segunda Revolución Industrial  funcionó con mínimas regulaciones, a las grandes fortunas originadas en el régimen colonial británico se agregaron nuevas con fuertes vínculos en China continental desde 1979, con la llegada al poder en Beijing del Vice Primer Ministro Deng Xiaoping.  La institucionalidad colonial británica permitió la vigencia de los derechos fundamentales, asociados a las democracias representativas occidentales.  Todo esto ha llegando a su fin.
Apoyo de Rusia 
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, apoyó este jueves a su homólogo chino, Xi Jinping, en sus esfuerzos para “mantener la seguridad nacional en Hong Kong”, luego de la aprobación de la polémica ley de seguridad que avanza contra la autonomía de la ex colonia británica.

Ambos líderes sostuvieron una conversación telefónica, según confirmó el Ministerio de Asuntos Exteriores de China, que reportó que Putin le dijo a Xi que se opone a “cualquier medida provocativa que socave la soberanía china”.

“Creo que China es totalmente capaz de mantener la prosperidad y la estabilidad de Hong Kong a largo plazo”, dijo Putin, citado por la cartera china de Exteriores.

Por su parte, Xi felicitó a Putin por el plebiscito de reforma constitucional, votado entre el 25 de junio y el 1 de julio, que permitiría al mandatario ruso permanecer el poder hasta 2036, un proceso denunciado por varias irregularidades.

“Como siempre, China apoyará a Rusia a la hora de elegir un camino de desarrollo que se amolde a sus características”, dijo Xi, y agregó que “es necesario que ambos países sigan cooperando en un momento de cambios en la situación internacional”.

La buena sintonía entre los dos mandatarios quedó implícita al rechazar al unísono la “interferencia de otros países” en sus asuntos internos, algo que se debe “prevenir”, en clara alusión a la supuesta injerencia extranjera en Hong Kong.