Por Sergio Arancibia

La inmensa mayoría de los títulos o papeles que se transan en los mercados financieros – en Chile o en el resto del mundo – relativos a emisiones de deuda por parte de las empresas, requieren de una calificación o evaluación de riesgo, realizada, desde luego, por una empresa distinta, independiente y especializada en este tipo de trabajo. Eso es así, por cuanto cada emisión de títulos deuda arrastra un determinado riesgo para el que lo compra, y eso debe ser conocido y evaluado para que el comprador sepa claramente lo que está comprando, y no le pasen gato por liebre.

Desde luego, esta operación no hace desaparecer el riesgo, sino que sencillamente lo oculta, metiéndolo debajo de la alfombra. Esos papeles se supone que se emiten para que sean comprados por alguien que confíe en que esos papeles constituyen una buena inversión. Pero al eliminar esa evaluación de riesgo, el comprar esos papeles se convierte prácticamente en una apuesta, o en una lotería. Es altamente improbable que los bancos u otras empresas, se metan a comprar esos títulos de deuda. Por ello, el proyecto de ley que se estudia en el Parlamento establece, al mismo, tiempo que las AFP queden autorizadas a adquirirlos.

Al parecer se asume que las AFP pueden correr más riesgos que el común de los agentes económicos que participan en el mercado, pues al fin y a al cabo, trabajan con plata que no les pertenece, Si les va bien, pueden ganar los cotizantes y también la propia AFP. Si les va mal, pierden los cotizantes, con lo cual se les diluye la posibilidad de alcanzar algún día una pensión medianamente decente.

Se podría argumentar que siempre los cotizantes de las AFP han corrido riesgos al dejar que otras empresas administren sus fondos. Eso es cierto, pero lo nuevo de la presente proposición es que se permita a las AFP correr más riesgos que los que estaban hasta ahora establecidos en la ley, y que puedan canalizarse hacia esos bonos que carecen de la necesaria evaluación de riesgo. En otras palabras, se cambia la ley – se cambian las reglas de juego – para abrirle paso al financiamiento de las empresas en dificultades con platas de todos los cotizantes de las AFP.

Es altamente probable que ninguno de los políticos y empresarios que aplauden y patrocinan este proyecto esté dispuesto a invertir sus propios dineros en estos riesgosos papeles, pero si están sumamente a disposición para que sean los fondos de la AFP los que concurran a ese salvataje.